Juan Mari ARREGI
Periodista
GAURKOA

A los participantes del pacto sanitario de Osakidetza

Tras el periodo estival se inicia ya el nuevo curso político en Euskal Herria que conlleva muchos compromisos, especialmente en el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, CAV, por estrenar su nuevo Gobierno formado por PNV y PSE y con una oposición liderada por EH Bildu. Por ello nos vamos a limitarnos a la problemática de este territorio. Uno de los temas prioritarios, tanto del nuevo Gobierno Vasco como del conjunto de los partidos políticos de su Parlamento, así como de sus sindicatos y movimientos sociales es sin duda el de la Salud y es por tanto el correspondiente a los servicios de Osakidetza.

Se anuncia para el día 5 de septiembre la primera reunión de ese Pacto de Osakidetza en cuyas reuniones, además de los responsables de Gobierno Vasco y Osakidetza, participarán los partidos políticos del arco parlamentario vasco, sindicatos, colegios profesionales, asociaciones de pacientes y universidad.

Dentro de Osakidetza hay numerosas temas y servicios a tratar: desde los problemas de su plantilla y empleo, así como sus sueldos, a los de la salud propiamente dicha con sus especialidades, su variado y cuestionado suministro de fármacos, la externalización de servicios a la medicina privada, etc., etc.; sus inversiones y su prioridad de gastos.

Quien suscribe, con el mayor respeto y humildad, pero que ha sufrido las políticas de Osakidetza con la muerte de su compañera hace doce años provocada por el consumo del peligroso fármaco anticoagulante Sintrom, quiere ofrecer a los responsables de esa mesa del pacto sanitario una oportunidad histórica que podría beneficiar a decenas de miles de pacientes vascos y en especial a los más pobres y sin recursos económicos. Esa parte de la sociedad vasca es la que en esta parte de Euskal Herria está condenada precisamente al consumo del Sintrom. Y lo está prácticamente en exclusiva, porque quienes necesitan de anticoagulantes, unos ya sabían y muchos otros empiezan a saber que el Sintrom es peligroso y que conlleva los riesgos incluso mortales para quienes lo consumen (ictus, hemorragias cerebrales, parálisis y la muerte).

Ocurre, curiosamente, que el suministro del Sintrom tiene diferente tratamiento en Euskal Herria. En Iparralde se ha desechado ya ese fármaco por su peligrosidad y su seguridad social suministra ya, y por tanto financia desde hace unos años, fármacos alternativos más seguros como son el Eliquis o Apixaban, el Xarelto o Rivaroxabán, y otros similares. En el caso de Navarra se están dando pasos en esa misma dirección. Es la CAV el único territorio de Euskal Herria que mantiene la política general de suministrar el peligroso Sintrom. Y las razones de esta política sanitaria son puramente económicas. El Sintrom cuesta una caja mensual poco más de 3 euros y el Xarelto y similares alternativos en torno a los 80 euros. Y Osakidetza, salvo casos muy concretos, no lo financia.

En esta parte de Euskal Herria, los pensionistas en el pasado mes de julio constituían un sector de 522.078 personas. Son decenas de miles de personas de este sector las que requieren de anticoagulantes para toda su vida. Y ahí están esas miles de personas que por ser pobres, por ser de la clase baja, por no disponer de recursos económicos... las que tienen que soportar y padecer el consumo de ese peligroso Sintrom.

Hasta ahora Osakidetza ha hecho oídos sordos a esta situación y ha tenido posibilidad de rehacer sus políticas sanitarias en este tema, pero, por lo que se ve, ha preferido invertir más en otros negocios que en este de la vida de miles de personas. Hace dos años, en septiembre de 2022, con Urkullu de lehendakari, la Mesa de Salud de Osakidetza tuvo la oportunidad de tomar una decisión histórica pero no lo hizo. Expertos convocados... no por la izquierda, sino por el PP, para aquella Mesa de Salud sostuvieron que las razones alegadas por el Gobierno Vasco eran puramente económicas. «Es más barato suministrar Sintrom que los fármacos alternativos». Lo que aquellos expertos alegaron era que los gastos de las consecuencias nefastas del Sintrom (ictus, hemorragias, parálisis, muertes), hasta 100 millones de euros al año, lo hacían más caro y menos rentable. Pese a ello, Gobierno Vasco y Osakidetza no variaron de opinión ni por supuesto de políticas sanitarias. Continuaron y continúan suministrando el peligroso Sintrom hasta hoy mismo.

En este contexto y ante la inminente reunión a celebrar con todas las partes afectadas, políticas, sindicales y sociales, para un pacto sanitario con Osakidetza, bueno sería que se tuvieran en consideración estos aspectos de la política sanitaria respecto del consumo de fármacos anticoagulantes. Si en Iparralde ya se ha desterrado el Sintrom y ha sido sustituido por fármacos alternativos más seguros y en Nafarroa se están dando pasos también en esa dirección, por qué, en la CAV, Gobierno Vasco y Osakidetza no les imitan y deciden que una parte de sus inversiones sean precisamente para mejorar la vida de miles de pensionistas y consumidores de anticoagulantes quienes precisamente son los más pobres de nuestra sociedad vasca.

El nuevo lehendakari, Imanol Pradales, ha dicho que las políticas de Osakidetza son «todo un reto» y van a tener «la máxima prioridad». Que sepas, Imanol, que tienes aquí en esta parte de las políticas sanitarias de Osakidetza una oportunidad histórica para sustituir el peligroso Sintrom por los fármacos anticoagulantes alternativos más seguros. Quienes participen en esa mesa del pacto sanitario serán también bien recordados por apoyar y empujar a tomar esa decisión histórica. Miles de personas, consumidoras de Sintrom, pensionistas más pobres y sin recursos en su mayoría, se lo agradecerán.