Agustín GOIKOETXEA
GETXO
Entrevue
Bego y karmen galdeano prieto
Hijas de Xabier Galdeano

«La Justicia nunca ha investigado nada, siempre se ha puesto de perfil»

Se cumplen 40 años del atentado reivindicado por los GAL que acabó con la vida de Xabier Galdeano en Donibane Lohizune. Sus hijas, Bego y Karmen, son unas de las firmantes de la querella contra José Barrionuevo, exministro del Interior español. Hoy, a las 13.00, habrá un acto de recuerdo en la plaza San Nicolás, en Algorta.

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Cuarenta años del atentado que acabó con la vida de su padre. ¿Qué recuerdos perduran de aquel tiempo?

Bego Galdeano: Xabier se exilió en 1982 después de haber sido detenido varias veces. Teníamos un acoso policial muy intenso que hacía que la vida aquí se estuviera volviendo un poco complicada. Tras instalarse en Iparralde, empezó a ver en qué podía trabajar en ‘‘Egin’’, que era su proyecto. Vio cómo en la distribución se podía mejorar, ampliando puntos de venta. Hizo todo ese trabajo, empezó a ir a la muga a recoger los periódicos y repartirlos. Su vida la encauzó así y se le veía contento y tranquilo.

En 1983, con la desaparición de [Joxean] Lasa y [Joxi] Zabala, y luego los siguientes atentados, las cosas cambiaron. Todo el mundo vivía en tensión. Él siguió con su vida igual.

Al final lo que perdura es el año que pudimos vivir tranquilos y disfrutar. Luego, tras su muerte, todo el cariño y la solidaridad que recibimos de toda la gente de Iparralde, Algorta y Hegoalde en general.

Karmen Galdeano: Yo tenía 16 años. Kattu [Ramón Oñederra], por ejemplo, era uno de los refugiados con los que solíamos ir a los festivales. Nos empezaba a tocar muy de cerca. Txapela [Mikel Goikoetxea] era como de la familia. Empezamos a sentir que era algo serio. No solo allí, también aquí pasó lo de Santi [Brouard], que era muy de casa. Unos años muy duros.

Dentro de lo malo, nos reíamos, le dábamos la vuelta a lo duro que era con espíritu de supervivencia: ‘no nos van a doblegar’. En nuestra casa, como teníamos más medios que muchos jóvenes refugiados, organizábamos los homenajes de todos los que iban cayendo. Así fue que el suyo lo hicimos en casa, con ayuda de Josu Muguruza y otros, sacando fuerza de donde fuese.

Xabier Galdeano era delegado de «Egin» en Ipar Euskal Herria, también estuvo en los inicios de la ikastola de Algorta… Son proyectos que han seguido adelante a pesar de todas las dificultades. ¿Es reconfortante el legado que dejó? ¿Qué le quedó por hacer?

Por supuesto que es muy reconfortante. Son dos proyectos que continúan. La ikastola echó a andar a principios de los 60 con ocho alumnos. Hay que pensar que hoy tiene más de 1.000 alumnos y más de 60 años de andadura. Es un triunfo enorme que sea un proyecto que está totalmente arraigado.

En cuanto a ‘‘Egin’’, después del mazazo que supuso para nosotros el cierre, porque así lo vivimos, que en Euskal Herria hayamos sido capaces de poner en marcha otro proyecto comunicativo, también con financiación popular y haciendo frente a la deuda millonaria que se le endosó por la cara, creo que ambos proyectos son dos logros muy grandes para este país tan pequeño.

De todas formas, queda mucho por hacer de lo que él tenía en su imaginario de una Euskal Herria independiente y euskaldun, y ahí tenemos todavía camino por andar.

K.G.: ¿Qué le quedó por hacer? Beberse la botella de vino que tenía reservada con Santi [Brouard] para el día de la independencia. La tenemos guardada, a ver si la abrimos.

¿Consideran que las generaciones más jóvenes tienen conocimiento de lo que fueron la guerra sucia o la tortura? ¿Qué perciben cuando les cuentan el caso de su aita?

K.G.: El Estado ha puesto mucho interés en que todo esto no se conozca y se guarde en silencio. Gracias a GARA, a ‘‘Egin’’, que por eso aita tenía tanto interés en que todas esas informaciones salieran a la luz, y gracias al esfuerzo de la izquierda abertzale sí que se conocen testimonios y se están abriendo más, pero está costando.

Se están dando pasos. Es verdad que hasta que ETA no decretó el alto el fuego no pudimos empezar a dar a conocer nuestros testimonios. Diría que entonces comenzaron a abrirse puertas para que pudiéramos explicar nuestro relato, porque aquí no ha habido un único relato. Para explicar cuál es nuestra parte de relato, para que todos esos jóvenes puedan tener la oportunidad de leer no solo el que nos quieren imponer de una única violencia, la de ETA. No, no, aquí han pasado muchas otras cosas.

Su familia, como tantas otras, ha estado en primera línea reclamando justicia. ¿Cómo lo han vivido?

B.G.: Desde siempre hemos sabido quién estaba detrás de los GAL, que fueron ideados, financiados y protegidos por los poderes del Estado.

Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para que oficialmente se supiera la verdad, porque aunque surgieran pruebas, la Justicia nunca ha actuado o investigado nada, siempre se ha puesto de perfil, como que aquí no ha pasado nada. Lo vives con impotencia, rabia, frustración al ver la inactividad de la Justicia.

A partir de 2011, con el cese de la actividad de ETA, empezaron a abrirse lentamente las puertas para que participáramos en foros, para dar testimonio y comenzaron a tenernos en cuenta. Hace unos años, Gogora nos propuso testificar para el Mapa de la Memoria. Lo hicimos. Allá ellos con su conciencia, con lo que hagan con ello. Si hay jóvenes interesados, ahí tienen la oportunidad de verlo.

En este nuevo tiempo han sostenido que el Estado tiene una «deuda histórica» en la asunción de responsabilidades por los GAL. ¿Atisban que se pueda producir algún cambio o no confían en ello?

B.G.: Nos gustaría que hubiera un cambio, pero la verdad es que después de negación-aceptación-impunidad nos cuesta creer que lo hagan. No hay más que ver cómo durante todos estos años, en entrevistas realizadas a [Rafael] Vera y [José] Barrionuevo, asumen con total descaro lo que hicieron, o sea, asumen la organización de los atentados, pero con una chulería que es impresionante. Que un ministro del Interior y un secretario de Estado de Seguridad asuman estos delitos, reconozcan que se financiaron con los fondos reservados y que nadie diga nada...

Es impensable en cualquier otro país de Europa.

En la presentación de la querella contra José Barrionuevo, ustedes admitieron que no ha sido una decisión fácil, ya que hasta ahora la Justicia española no ha hecho nada. ¿Qué ha cambiado para dar este paso?

B.G.: En 2022 nos preguntaron si íbamos a dar algún paso y la Justicia no hizo nada. Dijimos que teníamos que valorarlo seriamente y ver las posibilidades reales de que pudiera abrirse un proceso en su contra. Ahora, Giza Eskubideen Behatokia nos ha dado el impulso que necesitábamos. Se han recogido muchos datos y con todas esas pruebas esperemos que se pueda abrir un proceso. Pero como tampoco tenemos muchas esperanzas, una vez que se cierren todas las puertas, que ojalá estemos equivocadas, poder llegar al Tribunal de Derechos Humanos de Naciones Unidas y podamos hacer algo.

No han faltado hilos nuevos de los que tirar en los últimos años, como la revelación de los papeles desclasificados de la CIA sobre los GAL y la responsabilidad de Felipe González, o el audio de Intxaurrondo sobre Lasa y Zabala.

En esos papeles desclasificados por la CIA se dice que Felipe González es el que ordena organizar los GAL y luego están las conversaciones de Intxaurrondo sobre Lasa y Zabala, en las que [Juan Alberto] Perote y [Pedro] Gómez Nieto dicen que les obligaron a cavar sus agujeros y que les dieron dos tiros sin capucha. Una asunción de crímenes más clara no puede haber, pero no pasó nada.

Ya veremos qué dicen cuando se desclasifiquen los demás papeles. Por eso, pensamos que la querella contra Barrionuevo, podría tener un recorrido más largo, si no es en el Estado español, sí en Europa.

Ustedes han asegurado que no les mueve una justicia de carácter punitivista, ¿qué persiguen?

K.G.: Han pasado 40 años de la muerte de aita, está claro que motu proprio ellos no van a reconocer lo que hicieron. Tirando de los pocos hilos que podemos tirar y utilizando en este caso la querella, nuestra finalidad no es que Barrionuevo vaya a la cárcel, es que se sepa la verdad, cuál fue la responsabilidad del Estado en todas esas muertes, no solo en el asesinato de nuestro aita, sino en las 27 muertes de los GAL.

Esa verdad, reconocimiento y justicia no es la justicia punitiva, pero para nosotras, por lo menos, es restauradora. Y es importante para que la historia recoja qué es lo que ha pasado.