Mi limón, mi limonero, entero me gusta más...
Fue la película ganadora de la Concha de Oro en Donostia, contra todo pronóstico, aunque lo de las películas pequeñas que convencen al Jurado Internacional por razones que se nos escapan a la crítica y al público aficionado se ha convertido ya en toda una tradición local. El contenido alegórico de «Pelo malo» en contra del chavismo parece más oportuno ahora mismo, gracias al retraso en la fecha del estreno comercial, coincidiendo con las revueltas en Venezuela. Pero el verdadero tema de la película es el de la educación, y en eso el punto de vista aplicado por la realizadora Mariana Rondón resulta extrapolable a otros países de América del Sur.
«Pelo malo» podría ser contemplada como una denuncia de la responsabilidad materna en la transmisión y perpetuación de la educación machista, al presentar el caso concreto de una madre sobreprotectora que trata de evitar y reprimir las tendencias homosexuales que comienzan a manifestarse en su hijo pequeño, pensando que así le evitará el sufrimiento de la discriminación a la que es sometida la comunidad gay en la mayor parte de Latinoamérica.
Desde el título mismo de la película se incide en la metáfora del cabello rizado o «rebelde» que el niño trata de alisar, con el consiguiente temor por parte de su madre de que sea visto como una niña, o alguien amanerado al estilo de los cantantes de moda que salen en televisión. La abuela se pone de parte del crío, porque piensa que es mejor que se dedique al mundo del espectáculo que al pandillismo callejero o a la militancia en los ideales bolivarianos. Además quiere convertirle en un imitador del cantante Henry Stephen, al que tuvo la señora como ídolo en su juventud, y que le sigue recordando sus años románticos. Por eso le hace cantar y bailar, una y otra vez, el pegadizo estribillo de «Mi limón, mi limonero», tema que acaba apoderándose de la banda sonora.
Si la tonadilla se hace machacona, también lo llega a ser el mensaje de tolerancia que se pretende contagiar al público, con una tendencia al lugar común dentro de una ambientación realista muy de barriada populista.