Iñaki IRIONDO
Presoen elkartasunaren kontrako operazio poliziala

El saqueo (sacada de sacas) como metáfora de una operación de tahures

Hay un gesto furtivo, de «toma el dinero y corre», en la forma de sujetar las sacas. Hay, de hecho, un exceso de manos en la recta visual que las une. Hay, con perdón, un algo extranjero, porque un oriundo del pueblo del «Txinga Erute» saldría con una bolsa en cada brazo.

 

La imagen captada por Luis Jauregialtzo a la salida de la sede de LAB es la perfecta metáfora de una operación diseñada en un ministerio de tahures y no por maestros del ajedrez. La postura del más bajo de la pareja, unida al efecto del flash en su ojos, invita a pensar que, en lugar de seguir junto a su compañero, saldrá corriendo de un momento a otro en dirección contraria, como cualquier rufián de película.

Llevan en sus manos algo que les es inaprensible: la solidaridad personal de decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas, su contribución individual, libre y voluntaria al pago de los gastos que origina la convocatoria de una concentración legal.

El Estado parece haber llegado esta vez a la conclusión de que no le resulta rentable prohibir manifestaciones, que le es más provechoso arruinarlas a posteriori. De hecho, da la impresión de haber consensuado la estrategia con sus adláteres. Cabe suponer que a esto se refería el presidente de Dignidad y Justicia cuando el viernes publicó un tuit en el que escribía: «Los batasunos estáis nerviosos porque nadie ha pedido suspender la manifa de los terroristas de ETA de mañana??. Todo a su debido momento...» Por lo visto, la no-separación de poderes se extiende ya entre el político, el policial, el judicial y el esperpéntico.

De momento, nadie ha explicado qué relación guarda la sacada de las sacas de Sare con el objetivo declarado de la operación policial. Habrá que esperar a que quien fuera director de Justicia en dos gobiernos de Eduardo Zaplana en la Comunidad Valenciana y ahora firma como juez de la Audiencia Nacional ofrezca sus explicaciones. A él le pedirán por escrito y con membrete oficial, según explica Joseba Azkarraga, que devuelva el dinero que la Guardia Civil se llevó en metálico. Por si acaso, las CUP anuncian una campaña de crowdfunding.

La foto del botín

También resulta difícil entender qué vieron de heróico los propagandistas de Interior para difundir las fotografías de unos encapuchados contando sobre una mesa miles de monedas y billetes pequeños. La imagen trae a la memoria relatos de piratas repartiéndose el botín de sus fechorías, entre tragos a la botella de ron y a punto de que estalle la pelea porque alguien cuenta diez y se lleva una.

Estas van a ser imágenes con las que se recordará esta operación «Mate»: la de unos encapuchados contando a mano primero y llevándose luego en sacas un dinero que de euro en euro, o en billetes de cinco, diez o veinte, se habían rascado de sus bolsillos gentes a las que, en su inmensa mayoría, no les sobra el capital.

Y lo peor de todo es que, como en las películas del Oeste cuando asaltan las diligencias o los trenes de vapor, las sacas llevan impreso el nombre del legítimo dueño de ese tesoro, del económico y del humanitario. De hecho, cualquiera diría que los dos de la foto se han puesto de acuerdo para mostrar el logotipo de Sare a la cámara, quizá como un reconocimiento subconsciente e involuntario de su culpa por llevarse lo que no era suyo de una sede en la que nunca debieron entrar.