Beñat Zarrabeitia
El presidente de la FIFA Gianni Infantino charla con el Emir qatarí Tamim bin Hamad al-Thani en la entrega de trofeos de la Copa árabe.
El presidente de la FIFA Gianni Infantino charla con el emir catarí Tamim bin Hamad al-Thani en la entrega de trofeos de la Copa árabe.
Karim JAAFAR (AFP)

El culmen del «sportswashing»

Según datos publicados por "The Guardian" en marzo, Arabia Saudí –sede de la Supercopa– se ha gastado más de un billón de euros en «Sportswashing». Otros Estados acusados de graves vulneraciones de los DDHH también buscan en el deporte una forma de significarse en la esfera global. 

El 21 de noviembre de 2022 arrancará el próximo mundial de fútbol en Catar. Un torneo que ha levantado una enorme controversia desde la designación de dicho país como organizador. Las críticas se han centrado en las sospechas en torno a presuntos sobornos a los miembros de la FIFA, en las repetidas vulneraciones de los derechos humanos y en las pésimas condiciones de vida a las que han tenido que hacer frente los trabajadores migrantes que han tomado parte en la construcción de los estadios.

La candidatura del Estado del Golfo Pérsico fue elegida el 2 de diciembre de 2010 tras superar en la votación final a EEUU -que albergará junto con Canadá y México la edición de 2026- por seis votos. Por el camino, quedaron también las propuestas de Corea del Sur, Japón, Australia e Indonesia. Desde un inicio, la cadena ESPN, el diario Sunday Times y el parlamentario laborista británico David Triesman denunciaron supuestas irregularidades en la elección de Catar acusando directamente al entonces número dos de la FIFA Jack Warner y al presidente de la CONMEBOL Nicolás Leoz. Al tiempo, se filtró un correo enviado por Jerome Valcke, el secretario general, al citado Warner en el que afirmaba que Catar «había comprado el mundial». 

El máximo órgano futbolístico negó las acusaciones e inicio un proceso de investigación dirigido por el juez estadounidense Michael García. El magistrado envío su informe en 2014, pero la FIFA decidió no publicarlo íntegramente, por lo que el autor denunció que la parte difundida estaba «materialmente incompleta». Así, las pesquisas de la fiscalía estadounidense siguieron adelante y en mayo de 2015, durante congreso del ente balompédico, se produjo la detención de seis dirigentes de la FIFA. Un escándalo que provocó la suspensión de numerosos ejecutivos y acabó con la presidencia de Blatter. En 2017, después de que el periódico alemán Bild informase de que se había hecho con el documento completo, la FIFA dio a conocer un dosier que contenía numerosas acusaciones e involucraba a cerca de 40 mandatarios, pero que no contenía pruebas concluyentes en torno a una posible compra de votos. 

6.500 trabajadores muertos en la construcción de los estadios

Otro elemento que ha suscitado la indignación de la comunidad internacional es la situación de los miles de trabajadores procedentes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh o Sri Lanka que han trabajado en las tareas para construir o renovar los ocho estadios que acogerán la copa del mundo. Y es que más allá del brillo otorgado por arquitectos como Norman Foster, Zaha Hadid o la firma española Fenwick-Iribarren, en febrero de 2021, The Guardian alertaba de la muerte de 6500 operarios durante las obras realizadas entre 2011 y 2020. 

Los datos oficiales hablan de «muertes naturales» en la mayoría de los casos, especialmente los referidos a indios y nepalís, atribuidas a «insuficiencias cardíacas o respiratorias repentinas e inexplicables». La tasa de suicidios roza el 10 por ciento de los fallecimientos. Pese a ello, el gobierno catarí aseguró haber realizado reformas en materia de salud y riesgos laborales, asegurando que «la tasa de mortalidad entre estas comunidades está dentro del rango esperado para el tamaño y la demografía de la población. Sin embargo, cada vida perdida es una tragedia, y no se escatiman esfuerzos para tratar de prevenir cada muerte en nuestro país». 

«Derechos humanos, dentro y fuera del campo»

En su informe de 2021, Amnistía Internacional (AI) señala que los «empleadores siguen contando con un poder desproporcionado» y alerta también de las restricciones que sufren las empleadas extranjeras que trabajan en el hogar. 

Michael Page, el responsable de Human Rights Watch (HRW) en el Reino Unido, ha señalado que «la presión internacional ha obligado a Catar a asumir reformas importantes en su sistema de patrocinio, denominado kafala, que vincula la condición legal de los trabajadores a sus empleadores y ha facilitado abusos como el trabajo forzado y el contrabando de trabajadores. Estas reformas han sido absolutamente insuficientes y su cumplimiento ha sido deficiente». A su juicio, «estas iniciativas no cambian la situación de los trabajadores, gran parte de ellos siguen expuestos a la retención de su salario, muertes en circunstancias no aclaradas o se les impide denunciar abusos». Todo ello en un país en el que según AI, «las mujeres siguen estando discriminadas tanto en la práctica como en la legislación, se ha restringido aún más la libertad de expresión y en abril se reanudó la Pena de Muerte tras un paréntesis de 20 años». 

El estupor aumentó a principios de diciembre cuando Nasser Al-Khater, presidente del comité organizador de la copa del mundo, recordó en una entrevista otorgada a la CNN que «la homosexualidad no está autorizada» en el país, aunque quiso matizar que las personas LGTBI podrán «viajar y ver los partidos». Eso sí, acotó sus derechos asegurando que «las demostraciones de afecto en público están mal vistas, y eso vale para todos. Catar y los países vecinos somos mucho más recatados y conservadores. Pedimos a los aficionados que lo respeten y estamos seguros de que así lo harán». Durante la fase de clasificación, las selecciones de Noruega, Países Bajos y Alemania reclamaron «derechos humanos, dentro y fuera del campo».

Cabe recordar también que la de 2022 no es la primera vez que la FIFA concede la organización de un mundial a una dictadura. En 1934, la Italia de Mussolini acogió el campeonato, en 1978 lo hizo la Argentina de Videla y la sede del torneo de 1982 fue concedida al Estado español nueve años antes de la muerte de Franco.

El PSG, los patrocinios y la denuncia de los hinchas del Bayern

La apuesta de Catar por el «sportswashing» no es nueva, lavar su imagen a través del deporte, ya que forma parte de una planificada estrategia que cuenta con la disputa de la próxima copa del mundo como punto álgido. En 1993 comenzó a organizar el Open masculino de Tenis -incluyendo un torneo femenino en 2001-, acoge una carrera del campeonato del mundo de motociclismo desde 2004, fue sede de la Copa de Asia de fútbol en 2011, albergó el mundial de ciclismo en 2016 y el pasado mes de noviembre estrenó su circuito de Fórmula Uno. 

Las autoridades y fondos cataríes también han invertido en algunos de los principales clubes de Europa. El caso más conocido es el del PSG, controlado por el Emir Tamim bin Hamad Al Zani, a través de Qatar Investments, y regido por Nasser Al-Khelaifi. Una operación que desde 2011 ha llegado acompañada de más de 800 millones de euros en fichajes. Junto a ello, Qatar Airways patrocina a entidades como Boca Juniors, el propio PSG y el Bayern de Múnich. El acuerdo con la entidad bávara ha generado un enorme malestar entre los socios y accionistas que criticaron duramente a los dirigentes del club en la asamblea del pasado 17 de noviembre. Anteriormente, el Barça o la Roma también fueron esponsorizados por la aerolínea catarí. 

Boca Juniors y Barcelona se enfrentaron en la capital de Arabia Saudí en un amistoso en honor a Diego Maradona. (AFP)

El Mundial de 2022 arrancará el 21 de noviembre, debido a las altas temperaturas se disputará por primera vez en el invierno europeo, y la final se disputará el 18 de diciembre en el estadio Lusail Iconic. Por el momento, 13 equipos se han asegurado el billete para la gran cita y las otras 19 plazas saldrán de los partidos que restan de jugar en las diferentes confederaciones y de los play-offs que se disputarán en marzo. El sorteo de los grupos de la fase final se efectuará el 1 de abril en Doha.

La Supercopa en Arabia Saudí

A pesar de la guerra fría que Catar y su vecina Arabia Saudí mantienen por el control político y económico de la región, ambos estados comparten la importancia del «sportswashing» para promocionar su imagen a nivel global. Un camino intensificado tras las protestas de lo que se conoció como la Primavera Árabe. En lo que al fútbol respecta, Arabia Saudí acogió las ediciones de la Supercopa italiana en 2018 y 2019. Un año después, albergó también el mismo torneo pero con la participación de los equipos de La Liga. Tras el paréntesis obligado de la pasada campaña, debido a la pandemia; Athletic, Atlético, Barcelona y Real Madrid se jugarán el título de la Supercopa del 12 al 16 de enero en Jeddah. 

Asimismo, Arabia Saudí organizó «el combate de las dunas» entre Andy Ruiz y Anthony Joshua, el rally Dakar de 2020 y acogió una carrera del mundial de Formula Uno el 5 de diciembre y la compañía petrolífera nacional patrocina a la escudería motociclista Sky Racing. 

El gran impacto llegó recientemente, ya que el príncipe heredero Mohamed Bin Salman se ha hecho con el control del Newcastle prometiendo una inversión de más de 300 millones de euros. Como protesta, una camioneta recorrió las inmediaciones del estadio de St’James Park, con una pancarta que rezaba «justice for Jamal Khashoggi». Hatice Cengiz, la viuda del periodista del Washington Post asesinado en el consulado saudí de Estambul, también se mostró muy crítica.

Según el informe de Amnistía Internacional en 2021, en Arabia Saudí «las autoridades detuvieron arbitrariamente, enjuiciaron y encarcelaron a defensores y defensoras de los derechos humanos y a familiares de activistas por sus actividades pacíficas». Además, «continuaron celebrándose juicios manifiestamente injustos, los tribunales siguieron imponiendo condenas a muerte, se llevaron a cabo decenas de ejecuciones». En lo que a los derechos de las mujeres y niñas respecta, «siguió la discriminación en la ley y en la práctica en relación con el matrimonio, el divorcio o la herencia y siguieron sin recibir protección suficiente frente a la violencia sexual u otros abusos». La homosexualidad, por su parte, está prohibida y «era punible con flagelación y cárcel». Otras vulneraciones fueron la intensificación de «la represión del derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica, con la imposición de medidas enérgicas en Internet». Según datos publicados por "The Guardian" en marzo, Arabia Saudí se ha gastado más de un billón de euros en «Sportswashing».

Ciclismo, Fórmula Uno y Motociclismo tampoco se libran

En los documentos publicados por AI o HRW también aparecen otros Estados acusados de graves conculcaciones de los derechos humanos como Azerbaiyán, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Oman o Ruanda. Todos ellos han buscado en el deporte una forma de significarse en la esfera global. Prueba de ello son la compra de clubes como el Manchester City y todo su conglomerado, el patrocinio de entidades como el Atlético y el Arsenal, que Bakú albergase la final de la Europa League de 2019 –lo que impidió la presencia del entonces jugador armenio Henrij Mkhitaryan– o  fuese una de las sedes deslocalizadas de la pasada Eurocopa, la esponsorización de equipos y organización de carreras del World Tour ciclista o la organización de grandes premios de Fórmula Uno o el mundial de motociclismo. En octubre de 2022, la NBA disputará dos partidos en Abu Dabi.