En un contexto de crisis como el actual, en el que disminuyen los ingresos a las arcas públicas y aumenta el gasto social, la matemática más elemental indica que, para mantener la balanza, existen dos opciones: reducir el gasto o aumentar el ingreso. El dogma de la austeridad impuesto desde Alemania opta por la primera opción, que se traduce en los duros recortes que todos conocemos, mientras que la segunda opción apenas se ha explorado, y cuando se ha hecho, ha sido a través de la subida de impuestos indirectos. Como a ningún candidato le es cómodo hablar de recortes en campaña, el debate sobre la fiscalidad se presenta como una de las claves en las próximas elecciones de la CAV.
EH Bildu, por la soberanía fiscal plena
La primera candidatura en plasmar por escrito su propuesta de política fiscal fue EH Bildu, que en su programa recoge la iniciativa de desarrollar una Ley de Armonización Fiscal para que el Gobierno de Lakua pase a gestionar la política fiscal y así «poner fin a la competencia fiscal entre diputaciones» –hoy en día es competencia de estas últimas–. Entre las medidas, destacan la recuperación de la soberanía fiscal plena –«imposible de garantizar con el actual sistema de Concierto y Convenio Económico»–, la lucha contra el fraude fiscal y la eliminación de privilegios fiscales a instituciones como la Iglesia.
Sobre los impuestos, la candidatura encabezada por Laura Mintegi aboga por implantar una fiscalidad progresiva para conseguir que «pague más quien más gana». Esta propuesta se traduce en una reforma del IRPF –con el objetivo de recuperar su función redistributiva–, un impuesto a las Grandes Fortunas, el fin de la incesante rebaja del impuesto sobre Sociedades –eliminando las deducciones– y en la implantación de un impuesto de sucesiones y donaciones universal y progresivo.
PNV y la reforma del Concierto Económico
La propuesta estrella del PNV en el ámbito de la fiscalidad pasa por una reforma del Concierto Económico que permita a la CAV gestionar todos los impuestos, aunque no se menciona nada sobre la armonización. Según se lee en los documentos jeltzales, el Concierto actual «imposibilita la toma de decisiones de política fiscal en relación a ciertas materias, fundamentalmente las que afectan a la imposición indirecta». El objetivo del PNV sería «avanzar» en la soberanía fiscal, algo «absolutamente imprescindible para alcanzar la suficiencia recaudatoria que, junto con la austeridad y la eficiencia en el gasto, es condición necesaria para volver a la senda del equilibrio presupuestario».
Los jeltzales acompañan su propuesta con una reforma del sistema tributario que basan, sobre todo, en una reforma del impuesto de sociedades. Pero a diferencia de EH Bildu, que aboga por eliminar las deducciones, el PNV apuesta solo por revisar «la deducibilidad de determinados gastos», manteniendo la mayoría de deducciones. También abogan por revisar el IRPF –para reforzar «los principios de equidad, progresividad, neutralidad, transparencia y simplificación»– y regular un gravamen sobre los grandes patrimonios.
PSE y el aumento de la recaudación
El programa del PSE en materia de fiscalidad comienza con una frase que bien valdría para un eslogan: «Estamos recaudando por debajo de nuestras posibilidades». En líneas generales, el PSE aboga por una reforma de la fiscalidad «en la línea de una mayor progresividad, que reparta equitativamente las cargas tributarias y que proporcione los recursos suficientes para sostener los servicios públicos, mantener el Estado de bienestar y las políticas sociales y dé impulso a la actividad económica».
El PSE también apuesta por «reforzar la autonomía financiera de las Instituciones Comunes», sin llegar al plantear, como lo hace el PNV, una reforma del Concierto. Al mismo tiempo, plantea una cierta armonización fiscal, sin llegar a la propuesta de EH Bildu. Además, defiende un «avance» en la tributación de la riqueza, algo que no presentan como una subida de impuestos, sino como una recuperación de «los niveles de presión fiscal perdidos». Al mismo tiempo, el programa habla de la fiscalidad como «instrumento dinamizador de la actividad económica», por lo que defiende la existencia de diferentes incentivos y deducciones.
En concreto, el programa del PSE recoge impuestos sobre las grandes fortunas, las sucesiones y las transmisiones patrimoniales. Sobre el IRPF, defiende modificarlo para «recobrar el equilibrio en el reparto de la carga tributaria entre contribuyentes».
A modo de conclusión
Vistas, a groso modo, las propuestas fiscales de tres de los contendientes a las elecciones del 21 de octubre –no se ha podido acceder todavía al programa del PP–, queda clara la importancia que todos los partidos y coaliciones otorgan a la fiscalidad en un contexto de crisis en el que el ingreso público cae en picado. Sin embargo, conviene no olvidarse de que se trata de programas electorales, unos dosieres que demasiadas veces quedan en papel mojado cuando el partido que los propone alcanza el poder. Por ejemplo, la propuesta de reforma fiscal del PNV queda en entredicho si observamos el papel que durante ante años ha jugado la formación jeltzale en este ámbito. Sin ir más lejos, en los últimos meses ha cargado con dureza contra las propuestas fiscales de Bildu en la Diputación de Gipuzkoa.
Más allá del contenido concreto de las propuestas programáticas, que muchas veces quedan como cartas a los reyes –todos hablan de luchar contra el fraude mientras cada año siguen evadiéndose más de 2.000 millones de euros–, es importante considerar, como señala Isidro Esnaola en el análisis adjunto, que la política fiscal es un instrumento para configurar el modelo de país que se persigue. Así las cosas, nótese que tanto PNV como PSE proponen sus reformas fiscales para «mantener el estado de bienestar» y «reactivar la economía», es decir, para intentar salir de la crisis y volver a la situación anterior, sin ninguna mención a un cambio de modelo. Desde EH Bildu, no enmarcan sus propuestas en una mera crisis coyuntural, sino que intentan dibujar, a través de su propuesta fiscal, un nuevo modelo: «Contribuirá a hacer el tránsito desde el actual modelo productivista-consumista hacia otro modelo donde el cuidado de la vida y el tiempo sean productos prestigiados en contraposición al consumismo voraz que está hipotecando el futuro de nuestro planeta».