El nuevo Parlamento de Gasteiz es rotundamente abertzale pero no de izquierdas, y esto sorprende en un contexto en el que la gestión de la crisis económica se está cebando con el grueso de la población.
Ciertamente esas políticas proceden más de Madrid -como terminal directa de Berlín- que de Gasteiz, y quizás ello explique que este domingo hubiera muchos más abstencionistas que en las estatales de noviembre de 2011. Pero resulta innegable también que quienes no han ido votar esta vez lo habrán decidido en última instancia porque no han hallado una opción política que les termine de convencer, y eso apela directamente a EH Bildu en la medida en que es la única de las cuatro grandes fuerzas que encarnaba cambio.
Tras el escrutinio se ha remarcado mucho el estancamiento del voto a EH Bildu en Gipuzkoa y se ha atribuido al habitual desgaste de la gestión institucional. Sin embargo, el alto número de abstencionistas y el importante voto a otras listas de izquierda alternativa con planteamientos similares permite abrir un debate en sentido inverso; es decir, si no existen también muchas decenas de miles de votantes que podrían optar por EH Bildu pero no terminan de convencerse. O sea, que no han cogido su papeleta más por no-gestión que por gestión. Parece evidente por tanto que la opción de un cambio de fondo, que a día de hoy solo puede pasar por EH Bildu, sigue ahí intacta, sin operativizarse del todo, en la izquierda que no vota y en la que vota.
Empezando por la que vota, de lo que en 2009 era EB han terminado saliendo tres opciones. Una era Alternatiba, integrada en EH Bildu con una importante aportación cualitativa que viene a resumirse en la destacada figura de Oskar Matute (ayer, sin ir más lejos, el ya parlamentario valoró los resultados del domingo para ‘Los desayunos de TVE’).
Las otras dos, Ezker Anitza y EB, han protagonizado una lucha cainita que ha dejado a ambas fuera del Parlamento, pero continúan contando con 30.179 y 17.301 votos respectivamente, que quizás ahora estén lamentando no haberse decantado por otra lista más útil.
En márgenes ideológicos similares crecen otras opciones que tienen un resultado reseñable. Los ecologistas de Equo han alcanzado 11.639 sufragios (con un muy estimable 2,76% en Araba); Escaños en Blanco, en la órbita del 15-M, 11.452; Hartos.org, propuesta anexa contra la «partitocracia», 2.825; el animalista PACMA, 4.026... y suma y sigue.
Esto conforma un bloque con un cierto potencial. De hecho, solo sumando los votos de Ezker Anitza, EB y Equo -en un ejercicio de política-ficción en que hubieran concurrido conjuntamente- tendrían hoy cuatro parlamentarios y el resultado sería una cámara mucho más a la izquierda, dado que dos los perdería el PNV y uno, UPyD.
En cuanto a la abstención, los números no engañan. En las estatales pasadas solo 530.448 votantes de estos tres herrialdes se quedaron en casa, y eso lo que estaba en juego eran instituciones más lejanas geográfica y mentalmente. Sin embargo, ahora han sido 643.851 los abstencionistas. Poniendo por delante que en este bloque hay gente que simplemente nunca votará por convicción propia y respetable, es un dato objetivo que al menos esos 130.000 de diferencia no han ido a las urnas porque no han encontrado esta vez una opción lo suficientemente atractiva.
Esta explicación remite directamente a la desafección hacia los políticos en general que se certifica en todas las encuestas y que tiene su reflejo en el ámbito más cercano con el auge de candidaturas alternativas, desde Grecia a Galicia. Y siguiendo este hilo, se observa que EH Bildu no ha conseguido presentarse completamente como una fuerza alternativa ni antisistema (o anti-este sistema).
En esta campaña -y en esta fase histórica- la prioridad de Laura Mintegi y sus compañeros ha sido más bien otra: adquirir centralidad a través de un discurso de mano tendida para pactos amplios y con unas formas muy amables, algo que ha podido ser percibido por los sectores sociales más «indignados» erróneamente como una señal de homologación al resto de fuerzas.
Los 113.000 nuevos abstencionistas y los cerca de 60.000 votantes de las izquierdas o alternativas extraparlamentarias quedan ahí, como caldo de cultivo para seguir avanzando hacia el cambio que ahora no se ha acabado de materializar. Será interesante ver si EH Bildu consigue movilizarlo en Nafarroa, donde ese sustrato «indignado» es aún más potente que en la CAV a causa de la cascada de recortes del Gobierno de Barcina.