«¿Cuál es el salto que supone desde un punto de vista teórico el del derecho a decidir? Que no necesita del reconocimiento de nadie. Tu derecho deriva de tu comunidad política y su única legitimidad es esa, la que otorga la propia comunidad, y no la que te reconoce un actor externo». Estas frases extraídas de la entrevista al profesor de la UPV Mario Zubiaga reflejan algunos de los principales contenidos que sobresalieron del curso de verano dirigido por el propio Zubiaga y que se desarrolló bajo el epígrafe ‘Del derecho a decidir a la secesión, nuevos estados en Europa’.

El profesor presentó un análisis comparativo entre Catalunya y Euskal Herria sobre los mecanismos de los que dependen ambos procesos de secesión. En la introducción se refirió a las estrategias seguidas por las dos familias abertzales de este país. En ambos modelos destacaba, según Zubiaga, el factor bilateral, el hecho de que era necesario «alguien al otro lado que te otorgue algo». Afirmó que la situación había variado hacia «el tiempo de la movilización social y política» y que se imponía «el modelo de la decisión unilateral».

En la entrevista que acompaña este artículo, Zubiaga afirma que «el derecho surge tras tomar la decisión». «Por qué?», se pregunta, y responde: «Porque si definimos el derecho a decidir como derecho, una vez más, necesita el reconocimiento del estado de origen». En referencia al proceso soberanista catalán, muestra dudas sobre «¿hasta dónde seguirán por el camino reglado?» y, tras hacer referencia a las diferentes opciones posibles (consulta al margen de la ley, declaración de independencia...), afirma que «siempre surgirá el momento de la aparición de la política, y en ese momento saltas sin protección». En definitiva, sentencia, «la política es decisión y en esa decisión somos huérfanos». Según el profesor dela UPV, «esa es la diferencia sustancial entre el derecho a decidir y la autodeterminación».

«¿Derechos históricos o voluntad actual de nuestro pueblo?»

También abordó Zubiaga en su presentación la legitimidad democrática, la voluntad de la ciudadanía o los razonamientos históricos. Cree que «la historia es positiva, pero no es nuestro título», ya que la legitimidad histórica «supone un límite, el de la bilateralidad y el pacto con España»; y en cambio, «si se trata de la legitimidad democrática, carece de límites».

Se pregunta sobre dónde reside el origen del autogobierno, «¿en nuestros derechos históricos o en la voluntad actual de nuestro pueblo?», y afirma que la propuesta de Ibarretxe supuso un salto hacia la legitimidad democrática.

También ofreció ejemplos concretos de cómo se puede cristalizar la secesión en base a pasos pequeños pero importantes. Por ejemplo, tomando una decisión sobre la no aplicación de la legislación laboral española en territorio vasco.

Mecanismos para la secesión

Entre los mecanismos que pueden favorecer los procesos de secesión habló de aquellos factores que suponen un perjuicio para los intereses de las élites (que les sea perjudicial el statu-quo vigente), de la importancia de la innovación táctica (se refirió, entre otras cosas, a Aske Gunea de Donostia) y de la capacidad de los agentes que tienden puentes entre los diferentes segmentos sociales (citó como ejemplo el caso de Korrika, por su capacidad de hacer transversal su reivindicación) .