Por ejemplo, la quema de contenedores en cualquier lugar del Estado se castiga habitualmente con penas de prisión de meses, inferiores a dos años, por las que el acusado no ingresa en prisión. Así ocurre también en Errenteria, siempre que el incendio sea un acto que no tenga vinculación política. Hagan la prueba con cualquier buscador de internet. Encontrarán incluso que dar fuego a la habitación de un excompañero, con todos los daños que se producen cuando las llamas pasan del colchón a los muebles, se soluciona con dieciocho meses de cárcel.
Pero hay más: matar y descuartizar a su novia, le costó a R.J.M, doce años y medio de prisión, menos que la condena de Arkaitz Bellon. B.E.T. fue condenado a nueve años de cárcel por violar e intentar estrangular a la novia de un amigo con la colaboración de este, a quien condenaron a seis años de cárcel.
No es «natural» sino fruto de una política vengativa que, frente a estos ejemplos, actos de kale borroka tengan condenas tan amplias con el alejamiento incluido, ni que la militancia política en organismos de la izquierda abertzale o dirigir un periódico como «Egin» estén más penados que matar o violar.