El encuentro entre Jiménez y Rubalcaba se llevó a cabo con extremo secretismo y no hubo imágenes del mismo. Tampoco llevaron a cabo ninguna comparecencia ante los medios. Solo hicieron pública una nota en la que se señalaba que «han coincidido en la necesidad» de que Yolanda Barcina dimita como presidenta del Gobierno navarro «porque su situación es insostenible, no tiene mayoría para gobernar y solo sigue en el cargo amparada por los escaños de Bildu en la Cámara Foral».
Por ello, los responsables del PSOE y del PSN hicieron un llamamiento conjunto a Barcina para que «antes del 31 de marzo, fecha tope para que pueda convocar elecciones para el 25 de mayo coincidiendo con las europeas, disuelva el Parlamento y evite un año más de agonía a su gobierno; algo que solo perjudica a los ciudadanos y ciudadanas navarras».
Hasta aquí llega la nota oficial del PSOE. No obstante, según fuentes de «los socialistas navarros» citadas por Efe en un teletipo datado en Madrid, Jiménez reprochó a Rubalcaba que «desde el primer momento, junto con la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, dejó claro que no iría con Bildu `ni a la vuelta de la esquina', aunque también dijo que no consentiría que la izquierda abertzale les impidiera `hacer política'».
Según estas fuentes, Jiménez dijo a Rubalcaba que el PSN no tenía intención de pactar nada con Bildu, que no hay manera de no aceptar sus votos en el Parlamento navarro porque es un partido legal con representación institucional y que la idea era convocar elecciones el 25 de mayo. Siguiendo el relato difundido por Efe, Jiménez dijo a Rubalcaba que la situación no se ve igual en Nafarroa que fuera y defendió la moción de censura como el instrumento necesario para devolver a la normalidad a la política navarra, ante el «desgobierno» en el que se encuentra después de que el PSN fuera expulsado del Ejecutivo, dejando a UPN solo con el apoyo de 19 de 50 parlamentarios.
La amenaza de Ferraz
De no haber asumido las órdenes de la dirección federal, el PSN se arriesgaba a una sanción que podía llevar incluso a la disolución de la Ejecutiva regional y a la creación de una gestora, con la expulsión del partido de aquellos que respaldasen la moción de censura.
De hecho, Ferraz ya disolvió su federación navarra en 1996 y creó una gestora tras la dimisión de Javier Otano como presidente del Gobierno navarro de coalición (PSN-CDN-EA) tras revelarse que titulaba cuentas en Suiza.
La referente del sector crítico del PSN, Amanda Acedo, por su parte, calificó, en declaraciones a Europa Press, de «muy fuerte» la crisis que se vive en la formación tras el veto a la moción de censura ordenado por Ferraz e indicó que «se requiere la regeneración absoluta y el cambio de liderazgo». A su juicio, en el PSN «se debe readaptar el programa y el proyecto que vamos a ofrecer a la ciudadanía para la recuperación de un mínimo crédito ciudadano, que ahora mismo tenemos bajo suelo».
En la reunión del Comité Regional del jueves, el sector de Acedo presentó un documento en el que pedía la dimisión de la dirección del PSN y de su grupo parlamentario, pero se les impidió votarlo. Posteriormente, se abstuvieron en la votación del documento oficial. Las abstenciones fueron 45 y los votos a favor 80. Solo hubo siete votos en contra, de las JSN.
«En una situación como esta las personas que dirigen tienen que asumir las consecuencias, y las consecuencias son que el PSN está bajo mínimos y a eso nos ha llevado la dirección. Por tanto, deben dimitir. Hay que empezar de cero para conseguir que el partido sea lo que debe ser», añadió Acedo.