Oihane LARRETXEA

Sin los nombres de ellas, la Historia es coja, manca y tuerta

La primera mujer en doctorarse en Física en el Estado español fue la donostiarra Felisa Martín. Corría el año 1925, época en la que la mujer había sido condenada a cuidar de la familia y el hogar. Reconocer el trabajo de esas valientes resulta vital; ellas dieron los primeros pasos.

Años antes que Felisa Martín, un grupo de tan solo veinte mujeres fueron las primeras en acceder a la universidad en el Estado español. El calendario indicaba que era el año 1910. Veinte mujeres entre 15.000 hombres. Fueron recibidas a pedradas pero siguieron para adelante. Sus convicciones y sus ganas de crecer como personas y profesionales hicieron añicos las piedras. Nada las detuvo.

Este episodio resulta hoy anecdótico pero nunca está de más reconocer el mérito de las personas que dan el primer paso en aquellos caminos que son pantanosos, con un final incierto, y cuyo recorrido se intuye lleno de adversidades.

En la actualidad, la universidad es un espacio de encuentro entre hombres y mujeres, de convivencia, donde intercambiar conocimientos, intereses y buenas ambiciones es el menú de cada día. Ellas aspiran a lo más alto, al igual que ellos, y sus trabajos son reconocidos públicamente.

En el marco de la conmemoración del 8 de Marzo, la UPV-EHU entregó ayer sendos galardones con nombre de mujer a Estibaliz de Miguel y Bakarne Altonaga. La primera fue reconocida con el I Premio Micaela Portilla a la mejor tesis doctoral sobre estudios feministas o de género, por indagar «en las relaciones amorosas de pareja en las trayectorias vitales de las mujeres encarceladas».

Para la investigación, la autora ha desarrollado un trabajo de campo en la cárcel de Langraiz durante un año, realizando un trabajo etnográfico de observación y entrevistas en profundidad. Con ello ha elaborado la información sobre las trayectorias de vida y expectativas amorosas de pareja de las mujeres que se encuentran presas.

La primera edición de este premio, por cierto, lleva el nombre de una de las antropólogas e historiadoras vascas más importantes del siglo XX, Micaela Portilla, nacida en Gasteiz en 1922. De ella se destaca la metodología exhaustiva con la que trabajaba.

El de la estudiante Altonaga fue el otro trabajo reconocido ayer: «Mujeres viriles en el siglo XVIII: la construcción de la diferencia sexual en el discurso fuerista de Miguel de Larramendi». Según la autora, esta investigación pretende contribuir «a la desnaturalización de la categoría `mujeres', evidenciando que el hecho de ser mujer ha sido comprendido de formas muy variadas».

De la sombra a la visibilidad

La jornada también sirvió para inaugurar la exposición «De la sombra a la visibilidad de las mujeres, creadoras de tecnología». La muestra, que estará instalada hasta el próximo día 17 en la Facultad de Informática, en Donostia, difundirá el nombre y el trabajo de catorce matemáticas, ingenieras e informáticas, entre otras especialidades, nacidas entre 1815 y 1974.

Una de las protagonistas es Evelyn Boyd Granville (1924, Washington), segunda afroamericana en obtener un doctorado en Matemáticas. Desarrolló programas informáticos que se utilizaron para el análisis en el Proyecto Mercury, la primera misión tripulada de EEUU en el espacio.

También se han seleccionado para la muestra los logros de Radia Joy Perlam (1951, Virginia, EEUU), conocida como la «Madre de Internet». Es creadora de software e ingeniera en redes, experta en seguridad.

No fue fruto de la casualidad haber celebrado el acto de ayer en esta facultad, porque todavía hoy las mujeres -hablando en términos generales- no encuentran en la informática una profesión atractiva. Hay que seguir dando pasos y en ello está la UPV-EHU, cuya Dirección de Igualdad aprobará en breve su segundo plan.

Por lo tanto, es momento de recuperar los méritos que lograron desde las aulas todas y cada una de las mujeres. Como declaró Agustín Arruabarrena, decano de Informática, «la Historia ha sido coja, manca y tuerta porque ha olvidado a la mitad que la compuso. Ese es un lujo que no nos podemos permitir».