Iñaki IRIONDO

Aznar mantiene hoy sus falacias: «El entorno de ETA enloquece y busca culpar a los árabes»

La mayoría de los análisis académicos realizados tras lo acontecido el 11, 12, 13 y 14 de marzo versan sobre la manipulación de la información desde el Gobierno de José María Aznar.

 La fecha se recuerda por las terribles consecuencias de los atentados en los trenes de Madrid, con 191 muertos, pero también por el intento electoralista del PP de cargar su responsabilidad a ETA. Una falacia que la realidad desmontó a tiempo, puesto que de haber ganado Mariano Rajoy las elecciones es probable que las consecuencias para Euskal Herria hubiera sido nefastas.

Sin embargo, diez años después, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, sigue sin dar su brazo a torcer. En su última autobiografía, publicada hace pocos meses, recoge lo que dice son sus apuntes personales de aquellas jornadas, y lo hace sin someterlos al cribado del tiempo.

Insiste Aznar en que todos los primeros comentarios que le llegan de las FSE y del CNI apuntan a la autoría de ETA. Pero en lo que ya debe ser la tarde, escribe «nadie dice nada, el entorno de ETA enloquece y busca echar la culpa a los árabes. Un extraño grupo islámico reivindica en Londres el atentado. Pero todos dicen que es de poca fiabilidad».

Lo que sucede es que, como se supo en unas pocas horas, la izquierda abertzale no había enloquecido al atribuir los atentados a grupos yihadistas, únicamente estaba aplicando el análisis político más correcto y confirmándolo con los datos que les llegaban incluso de servicios de espionaje europeos.

No solo no era cierto que la izquierda abertzale estuviera actuando a la desesperada, también era falso que «nadie dijera nada». En la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados quedó constancia de que la misma mañana del 11-M, el ministro de Interior británico había realizado declaraciones apuntando a radicales islámicos, lo que está confirmado por la CNN.

Más de 150 entrevistas

Arnaldo Otegi se convirtió en la bestia negra de la versión oficial española, hasta el punto de que la ministra de Exteriores, Ana Palacio, remitió un escrito a todos los embajadores para contrarrestar sus palabras.

Pernando Barrena recuerda que en aquellos días, entre Arnaldo Otegi y él concedieron unas 15o entrevistas a medios internacionales. Tras una rueda de prensa en Bilbo, estuvieron tres horas atendiendo a 50 de estos medios uno a uno.

Diez años después, los rescoldos de aquella mentira oficial todavía se calientan en ocasiones. A fin de cuentas, del sostenimiento de aquella falacia hicieron algunos su gran negocio.