Aitor AGIRREZABAL EDIMBURGO
Entrevue
Robin McAlpine
Director de Jimmy Reid Foundation

«Hay una generación que lleva una vida preparándose para el día de mañana»

Robin McAlpine se define como estratega político, y es a ello a lo que dedica su vida. Además de director de la Fundación Jimmy Reid, es editor de la revista política ‘‘Scottish Left Review’’. Entre acto y acto de los últimos días de campaña, hace una parada en Edimburgo para atender a GARA en la céntrica plaza de Grassmarket, en las faldas del castillo que corona la capital escocesa.

Usted es estratega político, ¿cómo valora ambas campañas?

Comenzaré por aquella de la que no formo parte. Lo cierto es que Better Together, en dos años, no ha propuesto nada. Ha tratado de reventar cada tema puesto sobre la mesa, golpear con un martillo y que se perdiese entre el ideario de la población. Francamente, lo han hecho muy mal. Son como un boxeador que trata de responder a todos los golpes con ataques. Un buen boxeador debe saber encajar los golpes.

Hace dos años la opción del No contaba con una amplia ventaja que ahora aparentemente no existe...

Lo único que tenían que hacer era polarizar a la gente. Que los del Sí se mantuviesen en el Sí y los del No en el No. Hace dos años pensaban que todo estaba hecho. El unionismo lo ha planteado como una campaña del siglo XIX. Muestran como único argumento el «cuidado, no sabéis a qué os enfrentáis».

¿Y Yes Scotland?

En un principio, era terrible. No había un liderazgo. SNP estaba aterrorizado y no quería atemorizar a sus votantes. Complicado. Necesitaba una visión real, de una verdadera transformación. Plantear las cuestiones de verdad y ofrecer respuestas contundentes.

¿Es por ello que pusieron en marcha el proyecto Common Weal (Bien Común)?

Sí, lo hicimos específicamente. La primera semana de 2013 realizamos encuentros con los miembros de Radical Independence Campaign (RIC). Llegamos a la conclusión de que RIC debía ser crucial en el campo de batalla, en la calle, pero había mucho trabajo que hacer en términos de campaña nacional. Soy un gran defensor de RIC, si gana el Yes será gracias a su labor. Sin embargo, vimos un vacío en cuanto a su labor pública a nivel nacional. Existía un exceso de democracia. La democracia es genial, pero un evento como este demanda gente muy cualificada para debates de este nivel. Y hay una generación que lleva toda una vida preparándose para ello.

¿A quién dirigen ese mensaje nacional?

Desde el inicio de la campaña para el referéndum, el resultado está en manos de la gente que necesita este cambio: la clase trabajadora, exvotantes laboristas, mujeres, trabajadores del sector público... La clase media está dividida entre el Sí y el No, pero el cambio debe estar dirigido a los primeros.

¿El referéndum es una cuestión nacional o de clase?

Ambas están compenetradas. Escocia es Escocia, y luchamos porque somos una clase.

Sin embargo, ¿por qué no se produjo este movimiento nacionalista en la era de Thatcher?

Al inicio de los 70, la identidad nacional era muy fuerte y creció con el descubrimiento del petróleo. Después llegó el referéndum de 1979, no obtuvimos el Parlamento escocés e inmediatamente, mientras Escocia votaba por un gobierno laborista, sufrimos a Margaret Thatcher. En aquel momento, el nacionalismo se apartó de cierta manera de la agenda para centrar las fuerzas en parar el thatcherismo. En 1992 se suponía que los laboristas ganarían las elecciones y todos comenzamos a pensar en tener un parlamento propio como un gran cambio.

¿La devolución del Parlamento fuese una estrategia para acabar con el nacionalismo?

Sin duda. Los laboristas decían sin tapujos que un parlamento en Edimburgo mataría el nacionalismo escocés. Sin embargo, el deseo no desapareció. De cierta forma, también nos sirvió para ver que podemos hacer las cosas mejor por nuestra cuenta. Pero en este proceso hubo una clave: la guerra de Irak. No ya el hecho de Irak, sino que aquella decisión de Westminster fue la mayor muestra de la política corrupta que llegaba desde Londres.

Después el SNP llegó al poder en Escocia...

Aquel fue mucho más un voto de castigo al laborismo que un voto de premio al SNP. En minoría manejaron el poder razonablemente bien y en 2011 se presentaron a las elecciones defendiendo un discurso de ser el verdadero partido político de Escocia, y con la independencia en el horizonte. Y consiguieron mayoría absoluta.

Es el partido nacional, pero ¿se trata de nacionalismo?

No es cuestión únicamente de banderas, evidentemente, pero Escocia nunca ha dejado de ser una nación. La clase media-alta controla todos los medios de comunicación y han vendido lo que han deseado. En Euskal Herria, vuestro movimiento civil tiene el nacionalismo asimilado. Aquí han querido dejar de lado este discurso, pero evidentemente la base de toda nuestra historia es que Escocia es una nación con derecho a gobernarse a sí misma.

¿Y se gobernará?

Tenemos el mayor registro de la historia. El 97% del censo ha firmado para acudir a las urnas. Se calcula que el 88% lo hará. ¿No es eso también gobernarse a sí mismo? Si me pregunta por el resultado, no lo sé, pero cerca de un 20% será gente que no ha participado nunca en las elecciones. Gente trabajadora y desencantada con las políticas. Es esta gente la que debe ganar mañana.