La «Operación Mate» encontró en los medios próximos al Gobierno de Rajoy o directamente controlados por él un eco más amplio que el que obtuvieron anteriores operaciones contra los vascos irredentos. El dato no ha pasado desapercibido para periodistas bien colocados en Madrid, a quienes todo esto les huele a chamusquina y lo creen relacionado con las necesidades propagandísticas del PP. La sospecha hiede al comprobar que el mismo juez que ordenó los arrestos firma a renglón seguido las puestas en libertad. ¿Para qué fue entonces todo el montaje de las detenciones? ¿Para qué el inmenso gasto de mover tanto guardia civil?
El lehendakari, que ha tardado dos días en reaccionar, se ha manifestado por fin no en plasma sino por Facebook. También observa una «intención mediática» en la operación, y se queja de las formas. Y la principal tara que ve en esto de las formas es que se informara antes a los medios que a su Gobierno (Se puede detener a dieciséis personas pero primero hay que avisar). También dice que «los detenidos podían haber sido citados e interrogados mediante procedimientos más adecuados». Pero -lo siento, lehendakari- eso no es una cuestión de forma, sino de conculcación del articulo 9 de la Declaración Universal de DDHH: «Nadie podrá ser arbitrariamente detenido».
No sabemos si Rajoy ha pretendido mostrar a la AVT que no tiene motivo de queja o fue una acción preventiva por si el TS salía más díscolo. Pero esto es hacer propaganda armada pisoteando los derechos de la ciudadanía. Y no es la primera vez. De ahí el (n) del titular.