‘Un pueblo con memoria’ es el título del documental dirigido por Karlos Trijueque con guión del periodista e investigador Danilo Albin en el que se reúnen testimonios de mujeres y hombres que vivieron en primera persona los 40 años de represión franquista en Sestao. Algunos de ellos participaron el martes a la tarde, en la Escuela de Música, en la presentación pública del trabajo que ha promovido Gogoan Sestao Elkartea.
Durante 50 minutos, el documental intercala bertsos e imágenes de diferentes épocas con testimonios de aquellos vecinos que vivieron unos episodios que no quieren que se pierdan en la historia y que ahonden en la impunidad. Desde los primeros segundos de la cinta se subraya que ‘Un pueblo con memoria’ pretende ser un pe- queño homenaje a quienes lucharon contra el fascismo desde 1936 hasta la transición.
Ahí están los recuerdos de ex milicianos como Antonio Cárdenas y Benito Martín, desde que se alistaron para defender la democracia hasta los años pasados en batallones de trabajadores en los que, a través del trabajo esclavo, los franquistas buscaron su eliminación física en la construcción de carreteras o enviándolos a fábricas de Ezkerraldea donde trabajaron por su condición de prisioneros.
Emotivos son los testimonios de Isidora Casadabán, Felicitas Cáceres, María Laza y Amparo Hermosa, a la que se le saltan las lágrimas al leer la última carta de su padre, escrita poca antes de que fuera ejecutado a garrote vil en la cárcel de Larrinaga, en Bilbo. En torno a 300 sestaoarras perdieron la vida en la guerra, como los hermanos de Laza, en el frente de Teruel y en un campo de concentración nazis, o familiares de los otros protagonistas.
Casadabán y Cáceres rememoran el bombardeo de la aviación alemana e italiana del 23 de mayo de 1937, que se saldó con 22 muertos, y otros que se fueron sucediendo en las semanas previas a la toma de Bizkaia. No falta la experiencia de los niños de la guerra en Inglaterra y su retorno posteriormente a Sestao, donde se les persiguió cruelmente. Ángel Aja no olvida lo que padeció su padre.
Tras la guerra, llegó la resistencia antifranquista, con los testimonios del exmilitante de ETA Iñaki Cuevas, el exsindicalista Artemio Andrés Cubillo y el excura Pepe Romo, perseguidos con saña. La misma que se empleó en 1970, 1975 y 1976 en los funerales por Genaro Sánchez -muerto al colocar una bandera roja en una torreta de alta tensión-, Víctor Pérez Elexpe -a quien el guardia civil Narciso San Juan mató en Portugalete- o Juan Manuel Iglesias Sánchez, un chaval de 15 años que sufrió un infarto cuando fue testigo de las brutales cargas de la Policía Armada al reprimir las movilizaciones de la Semana Pro Amnistía.
A final de 1976, cuando realizaba una pintada con motivo de Aberri Eguna, José Taracido fue tiroteado por un policía municipal, al que logró que se condenara a un año de prisión por «homicidio frustrado» pero que no cumplió ni un día y que siguió en el Ayuntamiento. El broche a la impunidad reinante.