Ingo NIEBEL
Colonia

Un sector de la CDU, contra Merkel por su gestión de los refugiados

La canciller Angela Merkel, presidenta de la CDU, se ha sumergido en aguas revueltas, que podrían hacer naufragar su Gran Coalición con el SPD. Las voces más discordantes suenan desde Baviera, donde la CDU no se presenta, pero sí su aliada regional, la CSU.

La voz cantante la lleva el ministro presidente Horst Seehofer (CSU). La pasada semana, exigió a la canciller, Angela Merkel, un cambio en su política de acogida a refugiados. Si no, amenazó con recurrir a la «legítima defensa». Múnich está estudiando recurrir a la Corte Constitucional si Berlín no cierra inmediatamente las fronteras, dejando fuera de Alemania a todos aquellos solicitantes de asilo que han llegado desde otro estado de la UE.

La CSU argumenta que tan solo en setiembre, Baviera acogió a unas 130.000 personas. En lo que va de año, un total de 800.000 refugiados han entrado en Alemania, para finales de 2015 este número podría superar el millón, llegando incluso a 1,5 millones.

Todos los 16 länder y sus municipios afirman haber llegado a su límite. La semana pasada, 34 diputados de la CDU/CSU pidieron a Angela Merkel en una carta abierta que cambie su postura.

Pero la canciller no retrocede y argumenta que los planes de la CSU supondrían devolver los refugiados a los países vecinos o dejarlos en los Balcanes, lo que haría temer por la estabilidad de esos territorios. Su argumentación sufrió el martes un fuerte revés cuando al menos el 20% de los diputados de la CDU se rebelaron contra ella en una conferencia a puerta cerrada.

El diario conservador “Die Welt”, cercano a la CDU, afirmó, sin citar a las fuentes, que la cita será recordada por el ambiente tan tenso que se generó. En varias ocasiones, el ministro de Interior, Thomas de Maizière, y el jefe del influyente comité regional de Baden Württemberg, Thomas Strobl (el yerno del ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble), tuvieron que intervenir en defensa de Angela Merkel. A su término, el grupo parlamentario aprobó endurecer la ley de asilo y la instalación de «zonas de tránsito» en las fronteras, tal y como ha sido acordado con el SPD y los Verdes, pero el ambiente ha quedado enrarecido. Según “Welt”, el diputado de la CSU Hans-Peter Uhl puso en duda la gobernabilidad de la Gran Coalición. Y amenazó con «la revocación del Gobierno» en caso de que no se llegue a una solución.

La CSU está al borde de un ataque de nervios no solo por el tema de los refugiados sino porque está perdiendo simpatías en las encuestas frente a la nueva ultraderecha formada por la radicalizada y euroescéptica Alternativa para Alemania (AfD) y el movimiento xenófobo Pegida.

El lunes, durante una movilización convocada por Pegida en Dresde, un manifestante exhibió una maqueta de unas horcas «reservadas» para la canciller, Angela Merkel, y el vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel. La Fiscalía ha abierto una investigación criminal contra personas anónimas por «perturbación de la paz y amenaza de crímenes», además de «incitación pública a cometer delitos».

El secretario general de la CDU, Peter Tauber, señaló que esta acción queda «fuera del ámbito democrático» y su homóloga en el SPD, Yasmin Fahimi, aseguró que no puede haber «ninguna tolerancia» contra este tipo de expresiones. La cabeza visible de Pegida, Lutz Bachmann, acusó a la «prensa mentirosa» de exagerar las dimensiones de las horcas, que consideró tan solo una «divertida manualidad».

Asimismo, un exgeneral ha pedido a Merkel y Gabriel que dimitan y dejen el Gobierno en manos de Seehofer, aunque eso sería una salida inconstitucional.

Además, ideólogos de la nueva derecha preparan una campaña de «resistencia» contra «la invasión de estafadores de asilo» y, eso, cuando a diario se registran 50 ataques xenófobos. El Sindicato de la Policía (GdP) culpa a la política de haber pasado del problema de refugiados hasta después del verano. El 33% de los alemanes rechaza la política de Merkel.

 

La ultraderecha austríaca sube, pero no logra la alcaldía de Viena

En las recientes elecciones regionales de Alta Austria –uno de los nueve estados federados de Austria fronterizo con Alemania–, el Partido Liberal de Austria (FPÖ), de índole ultraderechista, ha consolidado su poder político, aunque no ha logrado hacerse con la Alcaldía de Viena, mientras que los dos partidos tradicionales, el socialdemócrata SPÖ y el popular ÖVP siguen perdiendo simpatías.

Son malos augurios para las elecciones generales en 2018 porque muchos ciudadanos culpan al bipartito del canciller, Werner Faymann (SPÖ), de corrupción y de cierta parálisis política.

Aunque en Viena el SPÖ ganó con un 39,5% de los votos, el FPÖ le siguió con el 30,9% de las papeletas. El líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, se mostró satisfecho con los los datos, a pesar de no haber logrado la Alcaldía, destacando la importancia de los resultados, históricos para la formación.

El resultado es muy positivo para la ultraderecha, ya que Viena es un feudo tradicional de la izquierda. Los socialdemócratas han gobernado en la capital desde la Segunda Guerra Mundial.

El FPÖ ha conseguido sumar apoyos en todas las regiones del país. Su importancia ha llegado a tal nivel que incluso el SPÖ ha formado un bipartito regional con la formación ultraderechista.

La campaña del FPÖ y Strache se centró en mensajes xenófobos y en contra de la acogida masiva de refugiados, a los que acusan de ser en su mayoría inmigrantes económicos. La llamada «crisis de refugiados» ha separado al país en dos bloques casi iguales: uno que afirma que Austria podría acoger a más refugiados y, otro que sostiene lo contrario.I. NIEBEL