Maitane ALDANONDO

«QUÉ MÁS ME DA RECIBIR LOS DATOS EN 4G O EN 3G SI NO VEO LO QUE RECIBO»

Movilens es una empresa getxotarra que vende gafas de bolsillo para vista cansada. Pequeñas y sin patillas, pueden llevarse en la cartera o pegadas al móvil. Patxi Duñabeitia dio con la idea a partir de una vivencia y lleva tres años tratando de darla a conocer.

Si te cuesta leer tu móvil, tener las gafas a mano es importante, pero a veces se olvidan en casa o no aparecen en el bolso. En una vivencia como esa Patxi Duñabeitia encontró una gafas para la presbicia y con ellas una oportunidad de negocio. Era 2013 y en ese momento estaba en paro, por lo que indagó hasta dar en Estados Unidos con el dueño de la patente. Llegaron a un acuerdo que le permitió modificar el envase, cambiándolo por una funda con velcro que se ajusta mejor a su idea. «Cambié un poco el concepto. El distribuidor la comercializaba como una gafa de bolsillo de emergencia; pero como yo venía del mundo de la telefonía, pensé que podrían integrarse, llevarlas pegadas en el móvil o en la cartera». Hasta entonces, las lentes de tamaño reducido y sin patillas se comercializaban en una cajita rígida.

A cambio de la exclusividad para su distribución en Europa tuvo que adquirir 30.000 gafas, lo que supuso gran parte de su inversión inicial de 60.000 euros. Creó la marca Movilens uniendo los dos elementos de su idea, pero le está costando que la gente conciba unas gafas como accesorios de telefonía. Él lo ve claro: «Qué más me da recibir los datos en 4G o en 3G, si no veo lo que me llega. O tener un móvil con una funda maravillosa si no puedo leer el correo. Muchas veces se nos olvidan las gafas, pero el móvil siempre lo llevamos con nosotros». Su producto es una solución «razonable, barata y cómoda» para esas situaciones. Duñabeitia estudió Empresariales y se define como «un hombre con inquietudes». A la hora de poner en marcha el negocio contó con el apoyo de sus allegados y con una ayuda de la SPRI para crear la página web. Por el momento se mantiene gracias a su trabajo como gestor independiente y asesor inmobiliario, ya que el retorno de la inversión está yendo más despacio de lo que esperaba.

Comercializa cinco modelos de lentes dependiendo de la graduación, que va de 1 a 3 dioptrías. El precio es de 6,5 euros. Cuentan con la aprobación de la Comisión Europea y están clasificadas como producto farmacéutico de tipo 1. Pueden adquirirse a través de la web corporativa, en farmacias, ópticas y tiendas de El Corte Inglés. Su principal obstáculo es que la red de distribución es todavía bastante limitada, por lo que el producto es desconocido para la mayor parte de su mercado potencial. No obstante, subraya que las opiniones que recibe de los compradores son positivas y «el boca a boca funciona, pero requiere tiempo. La clave es que la gente las descubra, porque al usuario le gusta», afirma el emprendedor.

Va aprendiendo sobre la marcha y agudiza el ingenio en la búsqueda de vías para dar a conocer el producto y hacerlo más atractivo. Ha hablado con operadoras de telefonía, bancos o empresas para que compren sus gafas como regalo para sus clientes, «pero lo ven tan novedoso que no se atreven a dar el paso». Actualmente, está negociando con un mayorista de accesorios para móviles que vende tanto a nivel estatal como europeo. También ha intentado encontrar socios interesados en formar parte de la sociedad limitada y la ayuden a crecer. Existen posibilidades, como apunta Patxi Duñabeitia. «Hay unos belgas que también tienen gafas y estamos estudiando la posibilidad de asociarnos». Ideas le sobran pero le falta la financiación para llevarlas a cabo. Entre sus objetivos está que Movilens consiga la certificación para poder fabricar las gafas aquí y no tener que importarlas de Estados Unidos. «A medida que vayan incrementándose las ventas, lo haremos. Y si no, habrá que tirar la toalla y tratar de hacer otro emprendimiento», sentencia.

 

Un proyecto de emprendizaje previo en la hostelería

Las sociedad limitada Movilens no es la primera experiencia emprendedora de Patxi Duñabeitia. Anteriormente lo intentó en el campo de la hostelería, con un restaurante kebab que tuvo en el centro comercial Artea. «En su día daba cursos de formación y empecé a ver que en las grandes superficies cada vez más los kebab eran una alternativa a las hamburgueserías», recuerda. Trató de franquiciar, pero el canon de entrada era elevado, por lo que creó una marca propia. «Estuvimos 5 años y funcionó, llegamos a tener cinco trabajadores hasta que vino la crisis y se lo llevó por delante». Tras el cierre, pensó que debía buscar otra cosa y se puso a ello.M. A.