Interpretar aciertos y errores pasados para mejorar el futuro
La reflexión abierta en la Corporación Mondragon estos últimos años ha desnudado sus virtudes y carencias de cara a abordar los retos del futuro. Su presidente, Javier Sotil, dio ayer algunas pinceladas.
Los encuentros con empresarios no siempre ocupan un lugar preferente en la agenda social e informativa, pero la conferencia que ofreció ayer el presidente de la Corporación Mondragon, Javier Sotil, acaparó la atención de los presentes. Le ha tocado estar el frente de la corporación durante la que dicen su crisis más grave, con la caída de Fagor Electrodomésticos y la reestructuración de Eroski, lo que hace que Sotil tenga una visión global de la situación del mayor grupo empresarial de Euskal Herria. A punto de ser relevado en su cargo por el director general del grupo Danobat, Iñigo Ucín, Sotil ofreció ayer en Donostia una charla organizada por la Asociación de Directivos y Profesionales de Euskadi (Adype) sobre el futuro empresarial. Lo hizo mirando también al pasado, del que extrajo lecciones a tener en cuenta.
Gran parte de su intervención se centró en poner en valor los valores del modelo cooperativo, si bien reconoció la importancia de que reviertan en hechos. «Podemos hablar de cultura y principios, pero se ponen en práctica cuando se enfrentan a una crisis», afirmó.
En este punto, era inevitable hacer referencia al contexto que ha rodeado estos tres últimos años al grupo cooperativo. Así, señaló que aunque a lo largo de los años han atravesado numerosas dificultades, la derivada tras el cierre de Fagor Electrodomésticos ha sido la más dura. La consecuencia más notable de dicha crisis fue la pérdida de casi 2.000 puestos de trabajo, una cuestión que Sotil dio por «prácticamente solucionada».
Asimismo, indicó que debido a la última crisis, «muchas cooperativas han visto cómo su actividad se ha reducido considerablemente», por lo que el grupo ha tenido que adoptar diferentes medidas como bajadas de nóminas, modificaciones de jornadas o parar cuando no había actividad. «Hemos salido adelante», destacó.
Incipiente mejora
Si bien no quiso adelantar los resultados obtenidos en 2015, definió el ejercicio como «excelente» y con un volumen de ventas superior al de 2014. Sobre el empleo cuantificó en 1.200 los puestos de trabajo creados, 800 en Hego Euskal Herria y 400 en el exterior.
Además, destacó «la solvencia» de Laboral Kutxa y apuntó que ha realizado «un paso de la crisis excelente». De cara al futuro más próximo, aseguró que «no va a hacer tonterías», sino «aplicar muchísimo el sentido común». Según informó, no se prevén reestructuraciones, aunque matizó que «toda empresa viva tiene que ir adecuándose a las circunstancias». Descartó, en cualquier caso, el cierre de oficinas.
Respecto a la división de distribución, Sotil recordó que Eroski «ha pasado un periodo importante resolviendo su problema financiero con una reestructuración importante». Destacó que dentro de ese proceso ha cumplido con los compromisos de su deuda financiera. «En este momento está ya en una rampa absoluta de crecimiento», expresó.
En cuanto a la llegada a la CAV de nuevos competidores como Mercadona, se limitó a señalar que Eroski «tiene herramientas» para afrontar esa situación. «Llegan nuevos jugadores y hay que jugar, eso es lo normal», sostuvo, para añadir que «en Navarra y otros territorios ya se compite bien, competir con uno de tu sector es lo normal».
Ante esta incipiente mejora, defendió que los proyectos empresariales, en general, deben ser competitivos y no vivir indefinidamente del soporte ajeno que, en el caso de Mondragon, pueden ser otras cooperativas y en el de empresas ajenas «subvenciones de aquí y de allá».
Al respecto opinó que los instrumentos financieros de intercooperación de la corporación deben de ser «actualizados permanentemente» para ayudar a las cooperativas. A su vez, subrayó que estas tienen que ser «más autoexigentes en su gestión» para poder ser acreedoras de esas ayudas.
Preguntado sobre la posibilidad de recursos ajenos para esas hipotéticas ayudas no dejó del todo clara su postura al indicar que «es posible» que se recurra a ellos ante el apalancamiento financiero, aunque descartó la opción de los fondos de inversión.
La Corporación cuenta en la actualidad con 75.000 empleados, de los que 11.000 trabajan en filiales y delegaciones internacionales en diversos sectores. Sotil remarcó el carácter del grupo como «activo industrial» en su territorio de origen, al representar el 8,3% de su empleo y suponer el 7,3% del valor añadido generado en la industria de la CAV.
Observar y prever
Una vez realizado un breve repaso a la crisis y el posterior proceso de reflexión, cuestión que desde un principio reconoció que no podría eludir, el todavía presidente de la corporación fijó su mirada en el futuro. Para ello, partió de la premisa de que es imprescindible aprender de las dificultades, observar los fallos cometidos y ser capaces de prever crisis futuras. En estos principios radica, precisamente, gran parte del debate desarrollado a lo largo de los últimos años.
Este proceso tendrá en junio su próxima cita importante, con el Congreso en el que se abordarán los «valores» del modelo, así como el sistema organizativo y los instrumentos de solidaridad de cooperación financiera del grupo. Asimismo, habrá una ponencia mirando a 2020 sobre la política empresarial y económica de la corporación. «Queremos ser mucho más activos», señaló.
Así, por ejemplo, no mostró complejo alguno en asumir la necesidad de abandonar «espacios de confort» y buscar continuamente nuevos caminos por los que avanzar. Tomando como referencia las palabras de Jose María Arizmendiarrieta, fundador de la Corporación Mondragon en la década de los 50 del siglo pasado, advirtió: «la cooperativa hay que estar reconstruyéndola todos los días».
En esta tarea, abogó por mirar al interior y al exterior identificando las necesidades del propio grupo pero también prestando atención a las corrientes mundiales. «He visto demasiados planes de viabilidad incumplidos y basados en previsiones erróneas», manifestó, dando una pista de los errores que a lo largo de los años se han podido cometer. En este contexto, también hubo lugar para la crítica: «hay mucha costumbre de hablar de peleas y gobernanzas y poco de procesos y productos».
Es por ello que la necesidad de adaptación al cambio y la capacidad de transformación empresarial ocuparon buena parte de su discurso sobre los retos de futuro. Consciente de que los tiempos han cambiado, redefinir el modelo de gestión forma parte de las tareas pendientes. «Nada es para siempre. O cambiamos nosotros o nos cambian», sentenció.
Desde su experiencia y sus orígenes, recordó que Bergara, su localidad natal, tenía una industria con un marcado carácter textil cuando él era niño. «Hoy no queda nada», expresó en un llamamiento a la evolución.
Cambiar desde los valores
Como «rasgos» de ese futuro modelo, lanzó varias ideas partiendo del concepto lean que resumió en simplificar las compañías y hacerlas más amables. Junto a ello, recuperó principios como la igualdad y el reparto del valor creado, de manera que revierta en el entorno. Una de las aspiraciones del grupo al respecto, según dijo, es reducir las diferencias de rentas entre las personas.
Hubo también guiños a la autocrítica y dejó entrever que uno de los fallos en los que a veces se cae en el mundo empresarial es la pérdida de valores. Una cuestión que cobra importancia tratándose de un modelo que aboga por generar riqueza en el entorno desde la equidad y la participación. Sin embargo, a juicio de Sotil, suele ocurrir que cuantos más años tiene una empresa se pierde la sensibilidad por la creación de valor y aumenta la sensibilidad por el retorno económico.
Llegados a este punto, ¿cómo avanzar en el cambio? Aunque no lanzó respuestas absolutas, enumeró una serie de principios que cree necesarios como apostar por personas diferentes o estar orgulloso de lo logrado pero haciendo la autocrítica necesaria. En el camino, habrá que «resetear a muchas personas para afrontar lo que viene».
Ese cambio de chip requerirá, desde su punto de vista, directivos «normales; con sentido común y valores» que ofrezcan una visión transversal a la empresa. Al final del acto adoptó un tono optimista y, tras subrayar la importancia de mantener en Euskal Herria el ámbito de decisión de la empresa aseguró que «este es un país con elementos que hay que hacerlos trabajar de manera conjunta». Una labor en la que aseguró que seguirá la corporación porque «lo mediocre no es sostenible».