Hamilton, de 31 años, que el año pasado logró su tercer título al añadir el que revalidó con Mercedes al que había logrado en 2008 a bordo de un McLaren, ha logrado su segundo triunfo del año en el circuito Gilles Villeneuve, donde en 2007, el año de su debut, había obtenido la primera de sus ya cuarenta y cinco victorias en la categoría reina del automovilismo.
El excéntrico y espectacular campeón inglés, que ha firmado su quinta victoria en Montreal, la pista en la que más veces ha ganado, había arrancado primero -tras haber logrado el sábado la quincuagésima tercera 'pole' de su carrera en F1- en una prueba en la que el español Carlos Sainz ha protagonizado una remontada enorme.
El piloto madrileño, decimosexto en la calificación del sábado, en la que había «besado» el famoso «muro de los campeones», ha acabado noveno una carrera que ha afrontado desde el vigésimo puesto, sancionado con la pérdida de cinco plazas en parrilla, por sustituir la caja de cambios de su Toro Rosso.
Rosberg, el peor parado en la salida entre ambos Mercedes, ha mantenido el liderato del Mundial. Pero Hamilton ha demostrado que las cuatro victorias seguidas del alemán a principios de curso no le inquietaron para nada. Y ya se encuentra a nueve puntos de los 116 con los que comanda el Mundial el hijo de Keke, campeón para Finlandia en 1982, con un Williams.
«No suelo dedicar mis victorias, pero ésta se la dedicó a Muhammad Ali, una persona que me ha inspirado mucho» han sido las primeras palabras que pronunció, en rueda de prensa, Hamilton, asimismo rompedor de moldes raciales, al convertirse en el ámbito de de la Fórmula Uno en una figura similar a la que en su día supuso Tiger Woods para el mundo del golf.