Nagore BELASTEGI-Miren SÁENZ
DONOSTIA

Zinemaldia 64 arranca con un guiño a «las mujeres con coraje»

Es la primera vez en 64 ediciones que una mujer inaugura el festival con su película. Una cinta, además, dirigida, protagonizada y producida por mujeres. «La fille de Brest» cuenta la historia real de Irène Frachon, una neumóloga que plantó cara a la industria farmacéutica en el Estado francés y que desató un escándalo. También es la primera vez que el Premio Fipresci de la crítica a la mejor película del año es para una cinta dirigida por una mujer.

En una gala de poco más de media hora las presentadoras Emma Suárez, Mireia Gabilondo y Cayetana Guillén Cuervo repasaron lo que será la 64 edición de Zinemaldia. En la misma hicieron entrega del Premio Fipresci de la crítica a la mejor película del año a “Toni Erdmann”, de la alemana Maren Ade. La directora –primera mujer galardonada con este premio– no pudo acudir. En su lugar estuvieron la productora Janine Jackowski y el actor Peter Simonischek.

Después, presentaron la que será la retrospectiva clásica de este año, dedicada a Jacques Becker. El director Bertrand Tavernier presentó al hijo del cineasta francés, un emocionado Jean Becker, recordando que su padre luchó junto a los anarquistas españoles.

Tras repasar las secciones que conforman el festival, presentaron al jurado oficial compuesto por la guionista y directora Anahí Berneri, la diseñadora de vestuario Bina Daigeler, la productora Esther García, el realizador Jia Zhang-ke, el director de fotografía Matthew Libatique, la productora Nadia Turincev y el presidente del equipo, el director Bille August, que tomó la palabra: «Ser jurado es un trabajo duro pero excitante. Veremos las películas con el corazón abierto y curiosidad. Probablemente tenemos la audiencia más entusiasta del mundo aquí en Donostia», aseguró.

Para terminar con la gala, presentaron a Emmanuelle Bercot y Sidse Babett Knudsen, directora y actriz de la película que se proyectó después respectivamente, “La fille de Brest”. La realizadora dijo que Zinemaldia es «el festival más simpático del mundo» donde hay «un público excepcional» y culminó al grito de «viva las mujeres con coraje, viva las mujeres que hacen cine» debido a que es la primera vez que una directora abre el festival. Su compañera dio las gracias en euskara y aseguró que «es un gran honor» para ellas inaugurar el festival.

La auténtica doctora de Brest

A continuación dieron paso a la película inaugural, basada en un hecho real y reciente, recreado en el libro “Mediator 150 mg” escrito por Irène Frachon. La autora es la neumóloga que en 2009 destapó el escándalo farmacéutico del Mediator en el estado francés con consecuencias, incluso mortales, para decenas e incluso cientos de pacientes afectados por el consumo de un medicamento para diabéticos al que muchos, sobre todo ellas, recurrían para adelgazar. Durante dos horas y ocho minutos, la cinta detalla la lucha de la especialista de pulmón del hospital bretón de Brest contra la multinacional farmacéutica Servier para prohibir el Mediator y la empatía de Frachon con las víctimas en particular y sus pacientes en general.

Emmanuelle Bercot, la directora del filme, lo plantea como un thriller, en este caso de denuncia, resaltando el personaje de la médico cuya arrolladora personalidad suaviza la película por momentos con ciertos toques de humor en sus relaciones familiares y laborales.

Interpretada por Sidse Babett Knudsen, ambas comparecieron ayer en rueda de prensa tras el repleto pase matinal con la auténtica médico de Brest y las productoras de la cinta Caroline Benjo y Carole Scotta. Fue una primera mesa compuesta íntegramente por mujeres, hasta la moderadora Edurne Ormazabal, algo si no inédito, bastante poco habitual. Y eso que Emmanuelle Bercot fue también la encargada de abrir la edición de 2015 del Festival de Cannes con “La téte haute” (“La cabeza alta”).

Ayer agradeció a Zinemaldia su apuesta por una película europea como apertura y desveló que fueron las productoras las que le animaron a leer el libro, aunque conocer a Frachon fue decisivo para aceptar el encargo.

No se ha arrepentido y ha tratado de ceñirse a la realidad con alguna concesión. «En la película nos hemos tomado pocas libertades. Su familia es estupenda y lo único que me he permitido inventar que no tuvo lugar en la vida real es la relación entre Irène y Antoine –un compañero de trabajo– para añadir momentos de tensión y cierta ambigüedad sentimental», confesó Bercot.

Irène Frachon es en la película una mujer valiente e hiperactiva y una médico responsable que tiene bastante que ver con la auténtica. «Para mí fue un shock descubrir que había gente que había sido envenenada. No podía aceptar esa situación. Tenía que hacer algo. Tuvimos que enfrentarnos en Francia a una censura extremadamente violenta. Cuando decidí dar testimonio del crimen, el libro fue prohibido a los dos días y pensé que nunca vería la luz. ¿Cuántos muertos se han producido durante 30 años? Centenares. Es inaceptable. Curiosamente, seis años después, los laboratorios farmacéuticos me dejan tranquila, pero no los médicos, son ellos los que se meten conmigo», comentó la propia Frachon.

Rodada en escenarios reales, entre habitaciones de hospital, despachos y alguna concesión al mar, el paisaje bretón, marino y gris, está muy presente hasta el punto que Frachon no tiene empacho en admitir que Bretaña es casi un personaje más. «Llevo 20 años trabajando en Brest, yo hubiera podido ser bretona. Son gente sólida, que habla su propio idioma, se siente muy orgullosa, y está dispuesta a pelear», mencionó.

Frachon se reconoce «muy feliz de lo que la película refleja», la eterna historia de David y Goliat, pero también el personaje más humano que Sidse Babett Knudsen interpreta con convicción y hasta la familia numerosa de la Irène original reconocen: «Mis hijos la han adorado, esa es la mejor prueba», dijo.

Por algo Knudsen, la actriz que hacía de primera ministra en la serie de televisión “Borgen”, ha cambiado de registro. «Es la primera vez que he conocido a una verdadera heroína, pero además es una mujer muy divertida, que siempre está en ebullición. No puedes robar el encanto de una persona y copiarlo. Interpretar un personaje real me podía dar miedo, pero la Irène de la película es un poco yo y la de verdad me ha dado muchos ánimos».

También Benjo y Scotta, las productoras que apuestan por «un cine de compromiso, de tono popular que llegue la gente», están, según aseguraron, satisfechas del resultado.

 

Las reivindicaciones de apoyo a los presos se cuelan en la gala inaugural

Los organizadores de Zinemaldia prometían una gala «ágil y luminosa» pero no esperaban que la «sorpresa» llegara a manos de un grupo de espontáneos que intervinieron nada más comenzar a hablar las presentadoras. Los gritos de «presoak etxera» o «Iparragirre libertad» de apoyo al preso gravemente enfermo Ibon Iparragirre interrumpieron la recién comenzada ceremonia en varias ocasiones.

Tras unos momentos de confusión, las presentadoras siguieron con su guión hasta que otra persona comenzó a gritar también. A micro abierto, las presentadoras se miraban y se preguntaban, «¿qué hacemos?». Esta persona también fue expulsada de las gradas y más tarde una tercera.

Cuando parecía que todo había regresado a su cauce, y Bertrand Tavernier era invitado a subir al escenario, una persona se cruzó delante de él mostrando una banderola de apoyo a los presos, que rápidamente fue sacada del escenario. Tavernier tuvo una simpática reacción al decir que Donostia es «siempre extraordinaria» tomando con normalidad lo que acababa de pasar.

En las redes sociales las protestas no pasaron inadvertidas y los usuarios se debatían entre quienes estaban enfadados porque habían «estropeado» la gala inaugural y quienes apoyaban la causa defendiendo que también en este tipo de actos deberían haber reivindicaciones, le pese a quien le pese.N.B.