El fútbol son resultados y cuando estos no acaban de llegar, surgen las desavenencias. Lejos parece haber quedado aquel abrazo en el que Enrique Martín y Luis Sabalza se fundieron en Montilivi, a consecuencia del ascenso a Primera. Los pésimos marcadores en las siete primeras jornadas de la presente temporada –tres empates y cuatro derrotas– han comenzado a hacer mella en aquella relación de confianza.
Ello se hizo patente ayer, cuando el técnico rojillo suspendió por sorpresa una comparecencia de prensa a la que se había citado a los medios con días de antelación, motivada por su último episodio de salud –una urgencia hipertensiva–, que le impidió dirigir al equipo durante la mayor parte del partido contra Las Palmas.
Aunque no trascendieron de manera oficial los motivos de tal anulación, las razones hay que buscarlas en unas declaraciones previas del presidente en las que, de soslayo, dejaba caer que el preparador de Campanas tenía como crédito para conservar su puesto en el banquillo los dos próximos compromisos en los que la escuadra navarra se medirá al Eibar en Ipurua y al Betis en El Sadar.
Conocedor de su carácter impulsivo y vehemente, Martín creyó más conveniente no dar pie a un encuentro con los periodistas, en el que seguramente no iba a ser capaz de morderse la lengua. De hecho, hace algo más de una semana, coincidiendo con la previa de Villarreal, ya puso de manifiesto su enfado por las críticas surgidas desde algunos sectores «que no han sido futbolistas» y que habían esperado a los malos resultados para salir a la palestra.
Tratando de matizar las palabras formuladas con anterioridad, Sabalza explicó en los micrófonos de “Onda Cero Pam- plona” que a lo que él se refería es a que el equipo no se puede quedar descolgado en la clasificación. «En una semana –Osasuna juega lunes y viernes–, los resultados nos van a decir cuál es nuestra situación y la del resto. No hemos puesto ningún plazo a Enrique (Martín), pero la permanencia es vital».