«Nos corresponde persuadirlos». Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, ha eludido hablar sobre las medidas que adoptará el partido contra los diputados que se salten la disciplina de voto y no se abstengan para entregar el Gobierno español al PP. Según publicaba hoy ‘El Mundo’, los críticos podrían ascender a 18 parlamentarios, contando con los del PSC, el guipuzcoano Odón Elorza y la número dos por Madrid, Margarita Robles. En caso de que se certifique la «desobediencia», el presidente asturiano ha indicado que tocará «hablar» con los díscolos, especialmente con el PSC, con quien tienen una relación basada en un protocolo de 1978.
«No me consta que se esté lanzando ningún tipo de amenaza punitiva», ha asegurado, a pesar de que hay líderes de su partido que estos días han considerado que quien no se abstenga debería ser enviado al Grupo Mixto. Sobre el PSC, que tomará hoy una decisión en su Consell Nacional, ha recordado que sus delegados participaron en el Comité Federal del domingo en el que se revocó el «no» propugnado por el ex secretario general, Pedro Sánchez, lo que, en su opinión, les vincula a lo que se decidió.
La reunión mantenida por Fernández con Felipe de Borbón, jefe del Estado, se ha alargado por espacio de 50 minutos. Según ha indicado, el mensaje es claro: el PSOE se abstendrá en bloque. Otra cosa es lo que hagan sus parlamentarios críticos.
Lo que rechaza el presidente de la gestora es aprobar los presupuestos a Rajoy. «Tiene otros partidos en los que apoyarse», ha considerado. Según su versión, el PSOE solo se compromete a facilitar la investidura, pero no a garantiza la «estabilidad» de un Ejecutivo del PP. No obstante, los díscolos argumentan que si no se aprueban las cuentas el inquilino de La Moncloa podría adelantar los comicios y volver a dejar en fuera de juego a Ferraz.
El presidente de la gestora, tipo parco en palabras, ha dejado claro que su rival preferente es Unidos Podemos. Ha rechazado que la formación de Pablo Iglesias vaya a convertirse en la principal oposición y ha vaticinado que el partido morado se limitará a la protesta «en la calle».