I. IRIONDO
GASTEIZ

Tras las felicitaciones llega la hora de la búsqueda de acuerdos

Tras la reelección de Iñigo Urkullu como lehendakari, los portavoces de los grupos pasaron por la sala de prensa del Parlamento y todos le felicitaron. Todos menos uno: Joseba Egibar. Pero no hay nada sospechoso en ello, porque el abrazo en el interior de la Cámara había sido sobradamente afectuoso. Y a las enhorabuenas les siguieron los deberes que cada cual le pone y se pone para esta legislatura.

Después de la votación que le devolvía a Ajuria Enea, Iñigo Urkullu dirigió unas breves palabras a parlamentarios y asistentes con los agradecimientos de rigor y la expresión de las primeras voluntades para inaugurar la legislatura. El lehendakari señaló que «con toda humildad, reconozco que el diálogo y el acuerdo van a ser imprescindibles». Añadió que «nuestra mano está tendida para unir fuerzas al servicio de Euskadi», y se comprometió a cumplir su programa.

En nombre de EH Bildu, Miren Larrion tendió la mano para la búsqueda de acuerdos, pero lamentó que la víspera Iñigo Urkullu hubiera ofrecido seguir haciendo «lo de siempre con los de siempre», en lugar de mirar hacia adelante. Reiteró que la coalición ofrece un proyecto realizable y de futuro, con propuestas que «ya se aplican en países similares al nuestro». Alertó de que «el pacto PNV-PSE nos va a acercar más aún a los países del sur».

Lander Martínez, de Elkarrekin Podemos, confió en que a lo largo de la legislatura se puedan llegar a puntos de encuentro que en el proceso de investidura no han sido posibles. Se fijó en «las medidas para satisfacer las necesidades de la gente».

Desde el PP, Borja Sémper pidió «pasar a la acción», con un «gobierno que gobierne, con eficacia a ser posible, y un Parlamento que controle». Propuso buscar entendimientos «en lugar de echarnos los trastos a la cabeza» y «cambiar las prioridades» para «hablar más de economía, progreso y reformas», en contraposición a otros temas.

José Antonio Pastor, del PSE, afirmó que «si se lleva adelante el programa, será bueno para Euskadi».

El jeltzale Joseba Egibar, por su parte, propuso un «liderazgo compartido» con otras fuerzas, para «avanzar y resolver», «consolidar lo bueno que hemos construido entre todos», «reformar lo que haya que reformar» y «desterrar los vetos de la cultura política».

 

Indiferencia en Madrid, donde solo la Gestora del PSOE habla para limitar el debate nacional

Hubo un tiempo en el que el nombramiento de un lehendakari se convertía en el acontecimiento político de la jornada y semanas posteriores también en el Estado español. No es el caso. El pacto entre PNV y PSE que permitirá a Iñigo Urkullu seguir al frente del Gobierno de Lakua ha pasado sin pena ni gloria en Madrid. Ni siquiera la intervención de los medios españoles, escorados a la derecha, y que hace dos días clamaban contra la «cesión» de Idoia Mendia ante los jelkides ha despertado el interés. Únicamente el PSOE, una casa en la que no es difícil que cualquier detalle desate un terremoto, amaga con discusión interna. En un primer momento, Mario Jiménez, portavoz de la Gestora, había marcado distancias a la espera de conocer el detalle del documento. Con los papeles sobre la mesa, mostró su apoyo al acuerdo y, sobre todo, limitó el alcance del debate acerca del reconocimiento como nación de Euskal Herria.

En una entrevista concedida a Onda Cero, Jiménez argumentó que la única nación que se reconoce es la española, tal y como consagra el artículo 2 de la Constitución. «A partir de ahí se puede entrar en un debate nominal, o de conceptos, que no tendrá ninguna trascendencia ni desde el punto de vista político ni desde la aspiración a conformar un Estado distinto o una estructura política distinta o al margen de la Constitución», argumentó. Es decir, que se puede debatir sobre ideas, sobre sentimientos, e incluso plasmarlos de una forma más o menos explícita. Lo que no será posible es llevar esos planteamientos al terreno de la política y la soberanía.

Ni siquiera el PP, más centrado en la crisis abierta tras la muerte de Rita Barberá, ha intentado utilizar el pacto en clave de «defensa de la unidad de España». Una pista que puede dar la razón a quienes, como Miquel Iceta o Susana Díaz, consideran que el pacto entre PNV y PSE es un «ejemplo» que utilizar para contraponerlo al proceso soberanista en Catalunya.A.P.