Es innegable que de ese Plan salió una nueva forma de entender la ciudad, pasar de una ciudad industrial a una ciudad de servicios era una apuesta clara, y poner a Bilbao mirando hacia el eje de la ría la gran apuesta, entre otras muchas cosas.
El sentido común bilbainista dice que «Bilbao está muy bonito», ha cambiado mucho a nivel estético, es cierto, la ciudad está «embellecida». Para valorar la repercusión social, cultural y económica harían falta muchos artículos… pero no es la intención de este.
Las que miramos Bilbao desde las faldas del monte Avril, cuanto menos, nos damos cuenta que nuestra ciudad ha ido a dos velocidades, el centro y el eje de la ría ha cambiado mucho, pero nuestro barrio se ha quedado a la cola y sin ticket. Es cierto, se han hecho muchas mejoras, no sin esfuerzo de la lucha vecinal, y todavía mantenemos la esperanza de que el cambio urbanístico que azotó Bilbao, sople un poco más a nuestro barrio.
Durante 20 años todas las bilbainas hemos hecho posible que este cambio del centro fuera posible. Evidentemente si miramos la inversión de nuestros impuestos por zonas de la Villa, el desequilibrio es impresionante y en consecuencia, la relación de servicios, transporte y equipamientos está muy descompensada en nuestra ciudad.
Hemos sido generosas, esperando con paciencia a que se realizasen las grandes obras Bilbaínas. Pasamos de tener Abando-Ibarra lleno de contenedores industriales a llenarlo de contenedores “culturales” y “comerciales” con obras faraónicas, el BEC, San Mamés barria, la llegada del TAV, la Supersur, el tranvía… no nos tocaban de cerca ni de lejos, pero nunca hemos perdido la esperanza de que algún día llegaría la hora de los barrios, nuestra hora.
Pues bien, a mi entender este debería ser el objetivo del nuevo Plan, equilibrar nuestra ciudad y dar la oportunidad a los barrios de tener vida, vida económica, social, cultural, servicios básicos, accesibilidad… en definitiva poder aspirar a tener barrios que merezcan la pena ser vividos. Pero basta comenzar a analizar el Plan, para entender que no va por aquí la cosa, es la hora de nuevo de volver a pensar en el Bilbao de las turistas, de la torre Iberdrola, el BBVA, el primark y nuestro Manhatan particular en forma de isla de Zorrozaurre.
Para nuestro barrio no hay ambición. No hay voluntad para mirar más allá del barrio obrero que se construyó a principios de los 60. Otxarkoaga se ubica en la falda sur de monte Avril, bien orientado y soleado, en breves tendrá una buena conexión con el centro mediante el metro. Una población de más de 10.000 habitantes permite, por ratio, mantener todos los servicios básicos. Según estudios los bloques de 6 alturas son los que más fomentan una buena vida social en sus calles y plazas.
La accesibilidad y las construcciones no son buenas y las tipologías de vivienda eran pequeñas para las familias de amplia prole, pero sin embargo pueden responder perfectamente a una demanda incipiente de personas que quieren vivir solas o familias de 2 o 3 miembros.
La buena conexión y precios de alquileres asequibles pueden interesar a sectores como los estudiantes o nuevos tipos de negocios, además mantener todavía un gran número de vivienda y lonjas públicas posibilita que mediante políticas concretas la administración pueda re-dirigir y desiquilibrar el tipo de residentes o de comercio que quiere implantar, incidiendo de forma positiva en el barrio.
Hoy más que nunca hace falta ambición, poner la mitad de ganas que se pusieron a la hora de repensar otras zonas de la villa. Es hora de dibujar una estrategia de largo alcance, hacer políticas públicas ambiciosas e invertir económicamente en consecuencia. El nuevo Plan General debiera de servir para sin olvidarnos de para qué nació Otxarkoaga pensar sin límites en lo que queremos ser.