Ampollas ha levantado entre las víctimas del franquismo el comentario del lehendakari en Facebook, en el que recordó a los 224 presos que murieron el 4 de enero de 1937 en las cárceles de Larrinaga, Karmelo, Ángeles Custodios y Casa Galera a raíz del asalto desesperado que provocaron intensos bombardeos de la aviación a las órdenes de Franco sobre Bilbo. Reivindicando «el derecho a la verdad y la memoria», Iñigo Urkullu consideró aquellos hechos una «injusticia» y mostró su «solidaridad por el sufrimiento injusto al que tuvieron que hacer frente» aquellas personas, a quienes se homenajeó durante 40 años como mártires y símbolo de la exaltación fascista.
En abril de 2016, el PP trató a través de una moción que el Ayuntamiento de Bilbo y el Ejecutivo de Lakua mostraran su compromiso de homenajear a esos 224 muertos. Aquel debate fue agrio y el propio alcalde, Juan Mari Aburto, lo calificó de «desagradable» y «en términos de pasado». La edil del PSE Inés Ibáñez de Maeztu dijo al PP que les faltaba «fuerza moral» para impulsar esas proposiciones, rememorando misas que se organizan anualmente en la cripta del cementerio de Derio; ayer una treintena de personas se dieron cita en esa instalación. Al final, se retiró la moción.
El pronunciamiento del lehendakari ha dolido y recogiendo ese malestar la oposición municipal le pidió ayer «veracidad». No fueron argumentos nuevos, son los que el partido de Urkullu venía defendiendo y que parece haber apartado en su política de gestos hacia el PP.
EH Bildu, Udalberri y Goazen Bilbao volvieron a reivindicar un «relato veraz» como herramienta para recuperar la memoria histórica. No ocultan la gravedad de lo que sucedió y tomando los argumentos que esgrimió en 1937 el Gobierno de José Antonio Agirre, dijeron que nunca debió de suceder, apostillando que tampoco otras provocadas por los fascistas.
La oposición incidió en que, por ejemplo, solo en abril de hace 80 años murieron por los bombardeos en Bilbo 253 personas, 113 de ellas por los proyectiles que cayeron desde los Junker 52 y Heinkel 111 sobre la Fábrica Cotorruelo, en la calle Prim.
«Intento de descontextualizar»
EH Bildu, Udalberri y Goazen Bilbao mostraron su preocupación «ante el intento de descontextualizar unos hechos denunciados en su día por el Gobierno Vasco» y que llevó a un juez especial, Julio Jauregi, a dictar en marzo de 1937 un auto de procesamiento contra 61 personas. Muchas de esas personas, milicianos y vecinos, fueron ajusticiadas por los franquistas al tomar el Botxo.
Además, incidieron en que esos «caídos por España» sirvieron de ariete para justificar «crímenes de guerra, atrocidades y barbaridades cometidas contra centenares de miles de personas cuyo único crimen fue defender la libertad y la democracia». Por ello, reivindicaron una recuperación de la memoria histórica «democrática y respetuosa con los derechos humanos, basada en un relato veraz», algo que estiman carece la última reflexión del lehendakari.
En octubre de 2012, una comisión técnica constituida por el Ejecutivo de Patxi López emitió un informe en el que indicaba expresamente que «el culto a los mártires y a los caídos fue utilizado recurrentemente como justificación de la dictadura durante la posguerra», por lo que omitió aquellos hechos.
Ortiz Alfau, ejemplo de lucha por la memoria
‘‘El siglo de Luis Ortiz Alfau’’ es el título del libro del periodista Ander Izagirre, editado por el Instituto Gogora, que relata lo vivido por este miliciano en la guerra de 1936, el franquismo y su lucha por la recuperación de la memoria histórica. En su presentación, ayer en Bilbo, su protagonista reconoció que su labor para que se haga justicia con los represaliados del fascismo «llena mi vida».
Ortiz Alfau rebosa vitalidad y se esfuerza en transmitir a todo aquel que le quiera escuchar lo que vivió en el frente de guerra, campos de concentración, batallones de trabajo y décadas de silencio impuesto para tratar de sobrevivir. Hace tiempo que su lugar está con los que reivindican que se sepa la verdad, se haga justicia y se repare a las víctimas del franquismo. «Los pocos que quedamos tenemos la obligación de contar lo que vivimos», dijo en la presentación del libro que relata parte de su existencia desde que con 19 años se sumó a aquellos que trataron de frenar al fascismo.
Se trata de una biografía que detalla el paso de este bilbaino por distintos frente de guerra desde Gernika a Elgeta pasando por Huesca para terminar en campos de concentración como lo de Gurs, Miranda de Ebro y Universidad de Deusto, sin olvidar el Batallón de Trabajadores número 38 en el que participó en la construcción de la carretera de Bidankoze. Luego llegaron años oscuros, en los que tuvo que pagar para poder acceder a un puesto de trabajo por estar marcado como defensor de las libertades. «Estuvimos hibernando como los osos», confesó, no con pesar, Luis Ortiz Alfau. A.G.