Oihane LARRETXEA

Pinchazos y cortes accidentales, un riesgo diario entre los sanitarios

Tres de cada cuatro profesionales de Enfermería en la CAV han sufrido un accidente biológico, como cortes o pinchazos, mientras trabajaban. Según el sindicato Satse, en 2016 hubo más de mil, una cifra que dibuja una tendencia al alza. Lo ven «inadmisible».

La ley de prevención, la llamada Orden de 2013, obliga a aplicar determinadas medidas de forma que se minimicen los riesgos y la tendencia de los accidentes biológicos registrados en los centros sanitarios sea descendente; sin embargo, está ocurriendo lo contrario, según afirma a GARA Carmen Vide, miembro de Satse y la representante de Salud Laboral. Solo el pasado año ocurrieron más de 1.000 accidentes en los distintos hospitales de la CAV, pero no son datos oficiales que hayan facilitado las instituciones, sino los recabados por el Barómetro Enfermero del mismo sindicato tras un intenso trabajo. Por ejemplo, en la OSI de Ezkerraldea hubo 200, y 122 en Basurto. La constatación de que el 73% de los profesionales haya sufrido alguna vez un caso de este tipo permite hacerse una idea de la magnitud de este problema sanitario que puede acarrear contagios de distinto grado.

«Lo que no puede ser es que el pasado año haya habido más de mil accidentes, es decir, más que el precedente. Mil personas preocupadas por su salud, en riesgo de poder seroconvertirse», advierte Vide. De hecho, en 2016 se han dado casos de sanitarios que se han contagiado de VIH tras pincharse de forma accidental, según confirma.

Alerta que hay organizaciones dentro de Osakidetza «que no cuentan con material de bioseguridad habiéndolo en el mercado. En el área quirúrgica, con las suturas por ejemplo, a veces es imposible sustituirlos, pero es ahí donde hay que implantar lo que llamamos ‘procedimientos de trabajo seguros’; en los que ni la falta de personas, ni de material o tiempo tienen que estar presentes», explica. Dada la gravedad de las consecuencias y el aumento de los casos, al director de Recursos Humanos de Osakidetza Satse le ha solicitado «en reiteradas ocasiones» formar «inmediatamente un grupo de expertos que analice qué es lo que está pasando e identifique medidas preventivas en el día a día» porque una vez analizan los casos uno a uno, concluyen que muchos pudieron haberse evitado. También creen importante «informar y formar» sobre estos riesgos a las nuevas incorporaciones porque tienen «menos experiencia y pericia».

Tras analizar los datos del 2016 aportados por los delegados de prevención de cada OSI, también han detectado que las horas en que más accidentes ocurren son la 3ª y 4ª de la jornada laboral de cada profesional sanitarios, y especialmente los lunes y jueves.

Osakidetza no se ha puesto en contacto con Satse, y el sindicato tampoco lo espera, pero ven urgente que «alguien reflexione y se tome este tema en serio».

«El paciente tenía Hepatitis C y VIH. Me mediqué un mes e hice analíticas durante un año»

Luis ORUE, Enfermero en el Hospital de Galdakao

Lleva 34 años en la profesión y recuerda con nitidez la primera y única vez que se ha pinchado con un aguja cuando atendía a un paciente. «Fue el 14 de febrero de 1999», cuenta Luis Orue. La persona estaba diagnosticada de VIH y Hepatitis C, lo que agravaba las posibles consecuencias. «No hice una mala utilización y el paciente estaba totalmente quieto, pero ocurrió». Se asustó mucho porque entonces «el Sida no era un diagnóstico, sino una sentencia». Por suerte no hubo contagio, pero se medicó durante un mes y se realizó analíticas durante un año.

«Lo peor fue la incertidumbre, hay infecciones que pueden dar positivo al cabo de los meses»

Verónica RUIZ, Enfermera en el Hospital de Cruces

Hace ocho años, cuando retiraba un tipo de aguja a una paciente que había fallecido, Verónica Ruiz se pinchó. Cuando ocurren este tipo de accidentes se hace una analítica a ambas partes –con su correspondiente consentimiento–, pero el deceso de esta persona impedía analizar su serología. «No hubo contagio de ningún tipo, pero sentí mucha incertidumbre porque hay infecciones que pueden dar positivo a los meses», explica. En su caso, los análisis también se prolongaron durante un año, y admite que lo peor fue sentir una preocupación constante.

«Hay mayor concienciación entre los profesionales para contar este tipo de accidentes»

A.B., Enfermera en la OSI de Mendaro

Esta profesional sufrió un pinchazo con una aguja hace unos años con una jeringuilla mal depositada que segundos antes había administrado anestesia. Lleva veinte años en el oficio y solo le ha sucedido una vez, pero al igual que el resto de compañeros, no olvida la preocupación que sintió porque, «pese a conocer los antecedentes del paciente, puede haber aspectos sin diagnosticar». Valora de forma positiva la mayor concienciación que hay entre los profesionales sanitarios para contar que ha ocurrido un accidente biológico. «Es algo que no se esconde».