Donald Trump, que criticó duramente a China antes de su elección, se reunió ayer cara a cara con el presidente Xi Jinping en el distendido escenario de Mar-a-Lago, la lujosa residencia del mandatario estadounidense en Florida. El presidente del país más poblado del mundo, quien fue recibido en el aeropuerto de Palm Beach por el secretario de Estado, Rex Tillerson, y una guardia militar de honor, hasta ahora ha sido cauteloso en sus reacciones a las provocaciones del magnate inmobiliario.
Ambos líderes cenaron juntos en el resort Mar-a-Lago, apodado la «Casa Blanca de invierno», y hoy mantendrán una serie de reuniones en lo que promete ser una clase maestra de estudiada informalidad. Matt Pottinger, el experto de la Casa Blanca en asuntos asiáticos que estuvo a cargo de planificar la cumbre, aseguró que habrá una «interacción distendida» a pesar del trasfondo de tensiones sobre el comercio y Corea del Norte.
Trump tendrá la oportunidad de dar muestras de hacia dónde quiere llevar la relación sino-estadounidense.
El magnate inmobiliario ha calificado a China como el principal rival de EEUU, principalmente en materia de comercio internacional, y le ha acusado de debilidad en su respuesta a la amenaza nuclear que representa Corea del Norte. Aunque ambos países deberían continuar su «tradición» diplomática de mantener «compromisos fuertes», hay varias piedras en el camino, destacó Susan Thornton, responsable para Asia del Departamento de Estado.
El primer tema espinoso es Corea del Norte, que volvió a desafiar a EEUU el miércoles lanzando su quinto misil en lo que va de año. Unas horas antes de recibir a Xi, Trump aseguró en conversación telefónica al primer ministro japonés, Shinzo Abe, que Washington continuará reforzando su capacidad militar frente a «la seria amenaza que sigue representando Corea del Norte». Desde hace varias semanas, Washington exhorta a Pekín a presionar a su aliado Pyongyang, y Trump ha dejado caer la amenaza de una intervención militar unilateral.
Por otro lado, Trump quiere abordar el déficit de EEUU con China, que se elevó a 350.000 millones de dólares en 2016. La Casa Blanca pretende «reducir las barreras a la inversión y a los intercambios creados por los chinos».
China impone un arancel del 25% a las importaciones de vehículos, limita las importaciones de muchos productos agrícolas y cierra el sector de servicios a las inversiones extranjeras. Pekín asegura que no busca ningún excedente con EEUU e instó a Washington a suavizar sus controles a la exportación de productos de alta tecnología. Además, ante los mensajes proteccionistas de Trump ha hecho bandera de la defensa de los acuerdos multilaterales.
Duterte ordena el despliegue de militares en islotes que reclama China
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, ordenó el despliegue de sus militares en arrecifes e islotes deshabitados de las islas Spratly, en disputa en el mar de China Meridional, lo que podría provocar la ira de Pekín. «Construid infraestructuras e izad la bandera filipina», lanzó Duterte en un discurso que rompe con la actitud conciliadora hacia Pekín que tenía desde su llegada al poder. «Vayamos ahora a recuperar lo que nos pertenece y hagamos saber claramente que es nuestro», añadió el mandatario.GARA