La candidata del ultraderechista Front National (FN), Marine Le Pen, se lanzó ayer mismo al ataque y denunció el «viejo y podrido frente republicano» en torno a su rival en la segunda vuelta del 7 de mayo, el socioliberal Emmanuel Macron.
El frente republicano es la fórmula comúnmente utilizada para designar el llamamiento a frenar a la extrema derecha francesa, independientemente de quien sea el candidato.
En las presidenciales de 2002, y después de que Jean Marie-Le Pen, padre de la actual candidata, pasara a segunda vuelta, el electorado votó masivamente por el derechista Jaques Chirac.
El pasado domingo por la noche, los ya derrotados candidatos de las dos formaciones históricas, el derechista François Fillon, y el socialdemócrata Benoît Hamon, apelaron directamente a sus votantes a apoyar al exministro de Economía del presidente saliente, François Hollande (PS). Este último pedía ayer oficialmente el voto para Macron.
Desafiante e irónica, Le Pen se mostró «encantada» por el intento de reeditar un frente «que nadie quiere y que ha sido rechazado de forma contundente por los franceses» y negó decepción alguna por el hecho de que finalmente, y tras un ajustado recuento, quedara segunda en la primera vuelta de las presidenciales (21,4%) a 2,5 puntos de Macron (23,9%).
No le faltan argumentos para, en sus propias palabras, «la esperanza y el dinamismo». Y es que, tal y como recordaba ayer en su editorial el diario “Le Monde”, Chirac logró en la segunda vuelta de 2002 el 82% de votos y las últimas encuestas auguran un 62% para Macron en su duelo frente a Le Pen hija. 20 puntos menos que, junto con las históricas derrotas del PS y de Les Républicains, evidencian el verdadero estado de salud de los «valores republicanos».
Por contra, y aunque haya quedado lejos del 26%-30% de votos que le auguraban los sondeos al inicio de la campaña, es la primera vez que el FN supera el 20% en unas presidenciales y, lo que es más importante, su candidata logró una cifra récord de votos en unos comicios (7,6 millones), casi dos millones más que los que logró su padre.
Cartas para jugar
Marine Le Pen tiene cartas que jugar y las jugará. Y no solo porque hay «amores que matan», como el del denostado Hollande o incluso el de la Gran Mezquita de París, que insta a los musulmanes franceses a votar masivamente a Macron.
Y una de esas cartas pasa precisamente por aprovechar la&dcThree;s debilidades de su joven rival (39 años), a quien sus detractores critican como un «ilusionista sin proyecto sólido», una suerte de «candidato líquido».
Ayer mismo, Le Pen presentó a Macron como «un débil, sin un programa para proteger al pueblo francés del terrorismo islámico». Huelga decir que un atentado en los próximos quince días supondría un fuerte impulso a su candidatura, mayor si fuera indiscriminado y no tuviera como primer objetivo a la Policía, como el del pasado jueves en los Campos Elíseos.
Más aún, Le Pen intentará convertir la segunda vuelta del 7 de mayo en un plebiscito sobre una UE bajo mínimos y frente al europeísmo de Macron.
En la misma línea, y con una sociología electoral que recuerda el triunfo de Trump en EEUU, el exbanquero y millonario Macron tendrá difícil sacudirse el sambenito del candidato de los satisfechos con el sistema, que fueron quienes mayoritariamente le votaron. En frente, Le Pen enarbolará la bandera de los desfavorecidos, incluidos los jóvenes. Más ahora que no tienen posibilidad de votar a Jean Luc-Mélenchon, quien logró el 19,6% de votos para la plataforma La France Insoumise.
A diestra y siniestra
El FN cuenta para la segunda vuelta, según un sondeo IPSOS hecho público en la noche del domingo, con recibir al menos un tercio de los votos que logró Fillon, sobre todo de movimientos católicos integristas como Sens Commun, a lo que hay que sumar los de candidatos «soberanistas» como Nicolas Dupont-Aignan (4,7% de votos).
Mélenchon anunció el domingo que los 450.000 signatarios de La France Insoumise decidirán en una consulta esta semana la posición de la plataforma de cara a la segunda vuelta.
El debate en el seno de la izquierda está abierto entre quienes, como el candidato del trotskista NPA, Philippe Poutou, han animado implícitamente a votar contra el FN. El diario comunista “L´Humanité” titulaba con un contundente «Jamais» barriendo el rostro de Marine Le Pen. Pero no son pocos quienes no lo tienen nada claro. Los sondeos apuntan a que entre un 9% y un 12% de votantes de Mélenchon apoyarán a Le Pen. Y en torno a un tercio respondió con un «no sabe, no contesta».
La apuesta que parece ganar enteros en la calle y sobre todo en las redes sociales es la de la abstención. El hashtage #SansMoiLe7Mai cuenta con miles de adeptos y «¡Ni patria, ni patrón, ni Le Pen ni Macron!» es el lema que se escuchaba el domingo por la noche en las protestas en París –140 personas fueron detenidas y seis heridas en enfrentamientos con la Policía– y en otras ciudades del Estado.
Fillon asume que ha perdido toda legitimidad
El candidato conservador, François Fillon, renunció a presentarse a las legislativas de junio próximo. «Comienza una nueva batalla (...) No tengo la legitimidad para librarla con vosotros», dijo el ex primer ministro durante la reunión del Comité Político de su partido.
Diputado por París en las últimas legislativas, tras haber desarrollado su carrera política en su feudo de Sarthe (centro), Fillon auguró, sin embargo, que su línea política pueden conducir a su partido a la victoria.
Es la primera vez desde 1958 que la derecha no pasa a segunda vuelta en unas presidenciales, y dirigentes como Jean-François Copé no dudaron en responsabilizar a Fillon y el escándalo de los empleos ficticios de su familia por la derrota, «nuestro propio 21 de abril», en referencia a ese día de 2002, cuando el socialdemócrata Lionel Jospin quedó apeado en primera vuelta.
A la derecha le queda el consuelo de que, para batacazo, el del PS de Benöit Hamon, quien con un 6,3%, casi fue despachado al sexto puesto por un candidatos minoritario como Nicolas Dupont-Aignan. Resultado que recuerda al de su antecesora, la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera), que tuvo un 5% en las legislativas de 1969.D.L.