I.OIARZABAL
BILBO
Entrevue

«Cuando lo puedes verbalizar es cuando tomas el control de lo que ha pasado»

Amelia Tiganus (Galati, Rumanía, 1984) fue explotada sexualmente en el Estado español durante cinco años. Hace diez que abandonó el último club, a siete kilómetros de donde ahora vive. Tras años de trabajo para superar el tiempo que fue víctima de la trata, ahora no tiene miedo a compartir su relato. «He tenido que olvidar y he olvidado para poder seguir adelante», expresó ante las personas que ayer la escuchaban en Bilbo.

Antes de relatar su experiencia, comenzó su intervención aclarando que su objetivo es «desterrar los mitos sobre la trata» y denunció el tratamiento morboso que desde determinados medios de comunicación se da a este fenómeno. «Se ven las mafias y las mujeres víctimas de trata, pero hay otros actores. El Estado español es un estado proxeneta que se lucra del sufrimiento de las mujeres», manifestó.

Entre las diferentes posturas ante la prostitución, ella se sitúa con quienes abogan por abolirla, aunque tiene claro que hay que estar junto a las prostitutas y trabaja por mejorar sus condiciones de vida. «Hay que romper es miedo a acercarse a las prostitutas», incidió. Habla desde la rabia, pero también en clave de humor. «La rabia es buena porque se convierte en poder. Ya he estado triste demasiado tiempo», expresó.

Hija de una familia de clase media, su pesadilla comenzó cuando apenas tenía 13 años. Fue víctima de una violación colectiva y la reacción de su entorno fue culpabilizarla. «Vivía marginada, acosada», relató. A los 17 años abandonó los estudios. «Me ofrecieron venir a España, prostituirme y ganar mucho dinero. Vi una vía de escape. Dije que sí».

Los siguientes cinco años acabaron con ella. La vendieron por 300 euros al proxeneta de un club, de donde terminó escapándose. «Elegí libremente ser prostituta», explica. Después de cinco años asumió que la habían engañado: «Tenía que cambiar mi proyecto de vida».

«Soy víctima de la trata. Me ha costado mucho buscar y recordar para darme cuenta de eso. Cuando puedes verbalizarlo es cuando tomas el control de lo que ha pasado», declaró contundente.

En ese proceso para salir adelante descubrió el feminismo, lo cual reconoce con orgullo. «Sentí la necesidad de salir a luchar. No soy yo quien tiene que sentir vergüenza. Siento orgullo por todas las mujeres», afirmó. Ahora trabaja en un grupo que llaman Las Resilientes. «Trabajamos la mente y sobre todo el cuerpo. Un cuerpo que para ti representa dolor y abuso».