La agencia federal de Bélgica para la seguridad en la cadena alimentaria (Afsca) tardó más de un mes y medio en prevenir a los otros estados miembros de la UE sobre la contaminación de huevos con fipronil, un pesticida que puede ser tóxico a partir de cierta cantidad y cuyo uso está prohibido en alimentación.
Todas las informaciones publicadas hasta ahora apuntan a la empresa holandesa Chickfriend, especializada en la desinfección de granjas, y su proveedor belga Poultry-Vision como el origen del caso.
La portavoz de la Afsca, Katrien Stragier, confirmó ayer, en declaraciones a la radio pública La Première que fueron difundidas por Efe, que este organismo fue informado el 2 de junio por una empresa privada de que se había encontrado fipronil en varias partidas de huevos. Sin embargo, la agencia no activó el Sistema de Alerta Rápida de Alimentos (Rasff) de la UE hasta el 20 de julio. La reacción de Afsca llegó después de que, en una entrevista con la televisión pública flamenca VRT, el eurodiputado de los Verdes Bart Staes afirmase que la agencia conocía la posible contaminación desde mediados de mayo.
Stragier precisó que el 15 de mayo la empresa tomó las primeras muestras para analizar los huevos, pero que no fue hasta el 2 de junio cuando informó a la Afsca de que los resultados «mostraban que podía haber un problema con el fipronil» por la alta cantidad de esta sustancia detectada. La agencia bloqueó entonces la comercialización de los huevos y efectuó sus propios análisis, que concluyeron que los niveles de fipronil no eran tan altos como los hallados por la empresa y no suponían riesgo para la salud. Pese a ello, la agencia belga solo alertó a sus socios europeos el 20 de julio y al Gobierno del país el día 24, según confirmó la ministra belga de Salud, Maggie De Block.
Ahora, la Afsca se ha convertido en objeto de críticas en el país por su tardanza al reaccionar a la crisis y su falta de comunicación. De hecho, el Parlamento federal ha convocado para hoy una comisión de Economía y Agricultura con el fin de que los ministros de ambas áreas y la propia Afsca den explicaciones.
La agencia insiste en que, en todos los análisis efectuados, la cantidad de fipronil encontrada no representa un riesgo para la salud humana, ya que el máximo detectado ha sido de 0,096 miligramos por kilo, muy por debajo del límite de 0,72 mg/kg.
Investigan también los pollos
Por su parte, las autoridades de Países Bajos informaron el 3 de agosto de que habían encontrado cantidades superiores a las permitidas de fipronil que podían suponer un riesgo para la salud en varias partidas de huevos que, además, habían sido exportados a Alemania.
Esto fue lo que llevó a los supermercados de Países Bajos, Bélgica y Alemania a retirar numerosos lotes de huevos de sus tiendas, y a las respectivas autoridades a iniciar investigaciones para determinar el origen de la contaminación. Expertos neerlandeses en inspección de alimentos indicaron al diario “Financieele Dagblad” que, tras años de recortes, ha quedado reducida su capacidad para llevar a cabo controles adecuados.
Además, ayer, la autoridad neerlandesa de seguridad alimentaria (NVWA) comenzó a inspeccionar también la cría de pollos de engorde a fin de averiguar si se ve afectada por el escándalo del fipronil. Según documentación de Chickfriend, el fipronil no solo se distribuyó en unas 200 granjas productoras de huevos, sino también en algunas que se dedican a la producción de carne de pollo.
Mientras, la alerta se ha extendido ya a Suecia, Gran Bretaña, el Estado francés y Suiza.