Maddi TXINTXURRETA

BEBER A CONTRARRELOJ

Beber a contrarreloj, con la borrachera en el punto de mira en vez de la diversión. Es la tendencia que los expertos observan en la juventud europea y que se reproduce en nuestro país. Si bien es cierto que el consumo del alcohol ha bajado en la sociedad, los jóvenes que beben lo hacen esporádicamente pero, eso sí, en grandes cantidades y a toda velocidad.

¿Qué y cómo beben los jóvenes?
¿Qué y cómo beben los jóvenes?

El consumo de alcohol sigue siendo una práctica común para la socialización en Euskal Herria que afecta a todos los grupos de edad y, aunque el consumo general haya bajado, ha aumentado el consumo de riesgo. Los jóvenes no están fuera de esta ecuación: el 17,6% bebe por encima del umbral de alto riesgo, según los datos recogidos en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

No obstante, en el tramo de edad de los 15 a los 24 años, los niveles de consumo que suponen riesgo de padecer problemas de salud a largo plazo han disminuido considerablemente. Según la Encuesta de Salud (ESCAV, 2013), en la Comunidad Autónoma Vasca ha bajado del 35% de consumidores en el año 2002 al 17% en el 2013 en el caso de los hombres; y, en el caso de las mujeres, del 25% al 17%. En Nafarroa, el porcentaje de los jóvenes que se han emborrachado alguna vez se mantiene estable en el caso de los hombres (el 35,4% en 1997 y el 35,8% en el 2007) y sube nueve puntos en el de las mujeres (del 19% al 27,3%).

«Binge drinking»

El «binge drinking» o beber mucho en poco tiempo, viene a ser beber cinco o más copas en una misma ocasión, el equivalente a 50 gramos de alcohol puro, tal y como lo define el estudio Binge Drinking and Europe de Deutsche Hauptstelle für Suchtfragen. Beber a contrarreloj, con el objetivo de emborracharse lo antes posible. Lo hacen el 24% de los jóvenes europeos de entre 15 y 24 años. El estudio dice que el binge drinking es «relativamente común» también en los adolescentes, pues el 18% de las personas de 15 y 16 años de edad acostumbra a beber así.

Un «atracón de alcohol» que, por supuesto, tiene consecuencias. Según los datos facilitados por la dirección de Salud Pública y Adicciones del Departamento de Salud de Jaurlaritza, desde el 2012, el número de menores de edad atendidos por casos de etilismo en emergencias de Osakidetza se ha «estabilizado ». Así, en 2013 fueron 520; en 2014, 486 y en 2015, 502.

El vodka manda

Según la ESCAV y el II Plan Foral de Drogodependencias, en Hego Euskal Herria la media del inicio del consumo de alcohol se sitúa alrededor de los 16 años, por debajo de la edad permitida por ley. Dado el comienzo prematuro de la sociedad vasca en el consumo de alcohol, la pregunta que toca hacer es: ¿Qué beben los jóvenes? Para responder a esta pregunta, conviene clasificar los tipos de bebidas alcohólicas, según su graduación, medida que indica cuánto volumen de alcohol etílico contiene una bebida; esto es, si un botellín de cerveza tiene 4 grados significa que el 4% del contenido del botellín es alcohol puro.

Las bebidas con menos graduación de alcohol son las fermentadas, como la cerveza, la sidra o el vino, que contienen entre 4 y 15 grados. Las destiladas, con una graduación alcohólica de entre 17 y 90 grados, son el resultado de la destilación de las bebidas ya fermentadas. El patxaran, el vodka o el ron pertenecen a este segundo grupo. Y estas son las que marcan tendencia entre la juventud.

«Las bebidas destiladas son las que más se consumen», asegura Vicente Fernández, médico y responsable de Sasoia, colectivo que trabaja en el ámbito de la salud y la prevención de la drogodependencia. En Sasoia se encargan de advertir a la población sobre los riesgos del alcohol y otras drogas, y de prevenir los problemas causados por estas. Para ello, tienen dos programas dirigidos a los jóvenes; uno que interviene en los centros escolares, y otro en las zonas de ámbito nocturno, en las que instalan stands o carpas informativas abiertas a todos, pero prestando especial atención a los menores de 30 años. En este colectivo, que toma sobre todo bebidas de alta graduación, según Vicente Fernández, «el rey es el vodka».

El responsable de Sasoia apunta que el consumo puede variar en función de la zona y que, por ejemplo, «en la Rioja Alavesa consumen más vino o kalimotxo».

Modelo de consumo

Y es que con el paso de los años, cambia el estilo de vida, y con él, los modelos de consumo de drogas. El ritmo de vida, los estudios, el trato familiar, son varios los factores que repercuten tanto en la caída del consumo de alcohol entre los jóvenes como en el propio modelo de consumo.

En este sentido, y sobre los porqués de todo esto, Juan Manuel González de Audicana de la Hera, director del Instituto Deusto de Drogodependencias, da algunas pistas. Considera que hemos hecho entender a los niños que el alcohol «es cosa de mayores», y que para reafirmarse en su transición de niños a jóvenes, el consumo de bebidas alcohólicas es un manifiesto del que se valen para hacerse con «la nueva identidad de adulto». «Cuando se dan cuenta de que son dependientes, es cuando quieren reafirmarse en su autonomía », constata González de Audicana.

Apunta que el consumo de alcohol entre los jóvenes ha ido concentrándose en los fines de semana, y «aumentándose en las cantidades» y, respecto al modelo de consumo, asocia el «binge drinking» con el pavoneo varonil de «tener que demostrar delante de su cuadrilla el aguante o cuánto beben».

En cualquier caso, aunque los varones sigan bebiendo más que ellas, la brecha entre el consumo de los hombres en comparación al de las mujeres ha ido disminuyendo a lo largo de los años. En Nafarroa, en 1997 los hombres consumidores eran un 16% más que las mujeres, y para el 2007, la cifra se redujo a la mitad (II Plan Foral de Drogodependencias). En el caso de la CAV, mientras que la brecha entre consumidores varones y mujeres era del 19% en 2002 – con más hombres consumidores–, la cifra se redujo en el 2013 al 11% (ESCAV).

Pese a todo, el director del Instituto Deusto de Drogodependencias opina que la mayoría de los adolescentes moderan el consumo «cuando van haciéndose mayores y adquieren nuevas responsabilidades».

Efectos y peligros

La dirección de Salud Pública y Adicciones del Gobierno de Gasteiz subraya que los efectos del alcohol en el organismo y en el desarrollo de la personalidad son muchos y muy perjudiciales a medio y largo plazo. Tanto es así, que la OMS considera el alcohol como uno de los factores de riesgo más graves para la salud de las personas. En el caso de los menores de edad, el efecto del alcohol no concluye «hasta pasados los 20 o 21 años»; y, para ellos, el consumo de alcohol es especialmente nocivo porque «interfiere gravemente en el desarrollo del cerebro que se encuentra en un periodo madurativo, y afecta, entre otras zonas, al hipocampo », parte cerebral relacionada con la memoria y el aprendizaje. Además, el consumo en la adolescencia aumenta las posibilidades de tener dependencia en la edad adulta.

En el caso de las bebidas destiladas de alta graduación como el vodka, que tanto gusta a los jóvenes, según la dirección de Salud Pública y Adicciones, los efectos son «más intensos» que los que producen otras bebidas alcohólicas.

«El alcohol es una droga depresiva que afecta a la corteza cerebral», es decir, al control sobre los actos y decisiones racionales, afirma Juan Manuel González de Audicana. De ahí que, como consecuencia, se digan y hagan cosas que sin el efecto etílico no se atreverían. «Es el efecto que se busca cuando se toma alcohol», señala el director del Instituto Deusto de Drogodependencias, que también advierte del peligro: «Hay un riesgo manifiesto de accidentes de tráfico, caídas, peleas o relaciones sexuales de riesgo».

Prevención y sensibilización

Al igual que Sasoia, el programa de Cruz Roja «¿SalesHoy?» dirigido a la población joven se dedica a la sensibilización y prevención en aras de la reducción de riesgos causados por las drogas en zonas de ocio nocturno.

Ibon Pérez, el coordinador técnico de Cruz Roja Bizkaia, nos cuenta cómo es el trabajo de prevención que ejercen en las carpas: «La carpa se pone en una zona de ocio nocturno, y los jóvenes que acuden rellenan un formulario sobre los tipos de droga que consumen. Ahí podemos ver que muchos no consideran como drogas el alcohol y el tabaco. Entonces, se les invita a entrar al interior de la carpa, donde se realizan distintas dinámicas asociadas a la sensibilización del consumo de las drogas. Por ejemplo, tratándose del alcohol, se les explica qué riesgos puede tener en las relaciones sexuales, y se les invita a poner un condón en un pene de plástico. Algunos lo rompen, otros lo ponen del revés... ahí es cuando ven el riesgo».

El coordinador de Cruz Roja Bizkaia constata, asimismo, que la mayoría de los jóvenes que acuden a las carpas tienen información previa, pero «no asocian su consumo con una adicción o con el consumo de riesgo», y añade que, cuando ven el conteo de lo que toman desde meses atrás en un papel, «se dan cuenta de que consumen más de lo que creían». Por su parte, en el VII Plan de Adicciones de Euskadi presentado en junio de este año por el Gobierno de Gasteiz, se proponen medidas de prevención de adicciones, reducción de la oferta de sustancias “susceptibles de generar adicciones”, asistencia sanitaria e inclusión social y formación.

El estigma jóvenes/alcohol

La media de edad de las personas que reciben tratamiento por alcoholismo en la CAV es de 46,7 años, según el Sistema de Información sobre Toxicomanías (2015) y, aunque el 46,6% de ellos llevan consumiendo 25 años o más, el 61% de los jóvenes no beben o lo hacen ocasionalmente, de acuerdo con los datos de la ESCAV. Aun teniendo en cuenta la gravedad del alto consumo de alcohol en Euskal Herria y las consecuencias que ello genera, el estigma de jóvenes/ alcohol como elementos indisolubles es el gran lastre que tienen que arrastrar los no consumidores o los consumidores responsables. Y es que, ni todos los jóvenes beben, ni todos los que beben lo hacen irresponsablemente. Además, simplificar el asunto restringiendo a los jóvenes cualquier relación con el alcohol mientras consumidores de edad avanzada desempolvan de sus hombros todo vestigio de culpa, supone muchas veces olvidar a ese 61% de los jóvenes que no consume bebidas alcohólicas o las consume de manera responsable. O sea, a la gran mayoría.