Ion SALGADO

Bomberos convertidos en brigadistas internacionales

Bomberos vascos viajaron el fin de semana a Catalunya para salvaguardar los derechos de la ciudadanía y hacer frente a la represión de las FSE abriendo pasillos en los colegios. Mikel Otero, parlamentario de EH Bildu en Gasteiz, fue uno de los que respondió a la petición de ayuda de sus colegas catalanes. Su historia se ha hecho viral.

Los bomberos han jugado un papel importante en la celebración del referéndum del 1-O. Han ayudado a las personas mayores, han hecho guardia durante horas y han formado cordones humanos para proteger a la ciudadanía, que les ha agradecido su labor. «Estamos abrumados y sobrepasados por la respuesta de la gente», explicaba ayer Mikel Otero, parlamentario de EH Bildu y bombero en Gasteiz, que este fin de semana viajó a Santa Coloma de Gramanet, cerca de Barcelona, para ayudar a sus compañeros catalanes. Y no lo hizo solo, sino acompañado de otros bomberos vascos, convertidos en «brigadistas».

«Todo comenzó con una llamada de unos conocidos que se pusieron en contacto con la Sectorial de Bomberos de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), que estaban preocupados por la violencia policial que se podría dar el domingo y necesitaban más efectivos. Ya contaban con centenares de voluntarios pero creían que seria bueno conseguir más. Y el viernes nos pusimos en contacto con otros bomberos de Euskal Herria», señaló Otero. Dicho y hecho, el sábado noche ya había bomberos vascos en distintos colegios electorales de Catalunya.

A él le tocó un instituto de Santa Coloma de Gramanet, donde pudo descansar hasta las 5.00. «A la noche no hubo mucha actividad y se esperaba que la Policía comenzara a llegar a partir de las 6.00. Los primeros fueron los Mossos d’Esquadra. Se les informó de que no íbamos a salir y de que en el interior había personas mayores y niños, por lo que se retiraron, lo que dio paso al inicio de un referéndum normalizado. Empezaron a llegar los apoderados y todo transcurrió con normalidad, porque la anormalidad era la llegada de la Policía», subrayó. Algo que no llegó a suceder en su caso, aunque sí se vivieron momentos de tensión.

«Sabíamos que habían estado cerca, en Sabadell, y hubo un momento de alarma a la mañana, cuando se activó el protocolo de emergencia, que tenía por objeto impedir que la Policía accediera a la zona de votación. Nos pusimos en modo de resistencia, pero al final no llegaron», indica. Por la tarde volvieron a saltar las alarmas por la presencia de un furgón policial en la inmediaciones, «pero eran Mossos y la situación se tranquilizó, porque los congregados en el instituto sabían que los Mossos no estaban cargando contra la gente». Así, los vecinos pudieron votar sin complicaciones y los bomberos se dedicaron a labores de ayuda y asistencia.

Una labor aplaudida por la ciudadanía, que «se acercaba para darnos la mano y las gracias por haber ido a ayudar. En ese momento te das cuenta de que estás en un momento importante para la historia de un pueblo». Y los bomberos vascos no fueron los únicos en participar de manera activa en el 1-O. «Casualidades de la vida», Otero se encontró con el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que se acercó con una delegación del SAT a la periferia de Barcelona. «Fue una situación atípica con una persona que agradeces que esté ahí, que esté comprometido y al pie del cañón», añade.

Un obsequio simbólico

Por la noche llegó «la guinda del pastel». «Comentamos lo bien que estaban haciendo las cosas y que nos gustaría que el proceso independentista estuviera en este punto en Euskal Herria. Y parece que se quedaron con la copla, porque después de que se cerrasen las urnas salió el apoderado y anunció que las urnas nos las iban a dar a los bomberos de Euskal Herria», narra. Otero hace hincapié en el valor simbólico de las mismas. Son urnas «en las que se ha materializado la expresión popular y detrás de las que han andado los poderes del Estado».

«La entrega de las urnas fue un gesto de solidaridad internacionalista, que nos llena de orgullo y responsabilidad, porque ellos han hecho las cosas bien y ahora nos toca recoger el testigo. El pueblo catalán ha roto un muro que ya no se puede recomponer», subraya este bombero, que, al igual que el resto de los efectivos trasladados desde Euskal Herria, regresaba ayer a casa con la satisfacción de haber cumplido su misión en Catalunya. «Volvemos a nuestra vida normal. Si necesitan ayuda, solo tienen que llamarnos y volveremos a responder», afirma.