@Maite_Ubiria
Baiona

Calais y Roya, dos vivencias de acción solidaria contra la política migratoria francesa

El colectivo Etorkinekin lleva a cabo estos días unas jornadas destinadas a denunciar la política migratoria y a reivindicar el «delito de solidaridad», o lo que es lo mismo el deber de «plantar cara» a un gobierno que no respeta el derecho de asilo. GARA presenta hoy los testimonios de solidaridad que enlazan el norte de Calais con el sur de Roya.

Catherine Gros

La Roya Citoyenne

Maite UBIRIA BEAUMONT |

El Valle de Roya es una lengua de territorio occitano que enlaza Italia y Francia, un lugar de paso, de intersección cultural. Sin embargo, desde 2005 es también un callejón sin salida para miles de personas.

Ante la situación cada vez más insostenible unos cuantos ciudadanos hicieron la opción de reactivar una antigua asociación, denominada La Roya Citoyenne, con la doble función de ayudar a los migrantes que se agolpan en Ventimiglia (Italia), junto al paso fronterizo de Menton ( Francia ), y de «actuar en defensa de sus derechos más elementales frente a la política de caza al extranjero que aplica el Gobierno francés».

Catherine Gros dibuja a GARA un mapa, del macizo de Balzi Rossi al paso de Garavan, y un hábitat de media docena de localidades que se ha transformado en zona de intervención preferente para no menos de 300 agentes franceses que, según explica, «detienen a migrantes que han sobrevivido al paso del Mediterráneo, y a los que arrestan en estaciones, en carreteras, incluso cuando acuden al tribunal de Niza para demandar el amparo de la ley francesa».

La labor de la asociación se ha adaptado con el paso del tiempo. Gros señala que en un principio la prioridad fue asegurar la asistencia básica a las personas que llegaban a Ventimiglia (Vintimille, en francés). De este modo, los voluntarios de La Roya Citoyenne, junto a colaboradores de asociaciones del valle del río Bévera y otras llegadas de las orillas de Niza o el Vesubio distribuyen de 200 a 800 raciones de comida.

«Nuestra acción no es de corte humanitario, sino que responde a una prioridad política», aclara de inmediato Catherine. De ahí que además de responder a las necesidades básicas de estas personas, que llegan de un duro y largo viaje, desde las costas de Sicilia, los voluntarios desarrollen una labor de acompañamiento que les ha llevado a toparse de bruces con la justicia francesa y a sufrir una fuerte presión de la parte de una ultraderecha que extiende sus alas «en un territorio antes conservador y ahora escorado hacia las posiciones más radicales». De hecho la ultraderecha ha solicitado en tribunales la disolución de la asociación, en una causa judicial que espera sentencia.

Pese a todo, los habitantes del valle fronterizo han abierto las puertas de sus casas y hasta asumido el riesgo de ayudar en su viaje a los migrantes «para, sobretodo en el caso de los menores, asegurarnos que llegan al tribunal de Niza y que se respeta su derecho en tanto que personas no expulsables».

Esa labor les ha situado en un terreno comprometido y una decena de voluntarios han pagado en propia carne el llamado «delito de solidaridad».

Uno de los casos más mediatizados es el del agricultor Cédric Herrou, convertido en todo un símbolo, por su decisión de albergar de manera abierta a migrantes, lo que le ha situado en el punto de mira de policía y tribunales. En noviembre se verá una nueva causa en su contra, una querella por difamación, por unas declaraciones en las que Herrou aludía al controvertido papel jugado por la compañía de trenes francesa, SNCF, en la deportación masiva de judíos en la II Guerra Mundial.

Las comparaciones pueden resultar odiosas, pero trenes y estaciones se han convertido en lugares en que se practican detenciones sin apenas garantías «porque la obsesión –remarca Gros– pasa por no dejar entrar en Francia a estas personas y cuando, cada vez por pasos más peligrosos, lo logran, proceder a su arresto y, sin respetar su derecho a depositar demanda de asilo en este país, conducirles en caliente a la frontera italiana».

La activista remarca que frente a esa situación, la herramienta básica es «comunicar, a través de nuestra web y por los medios locales, para dar cuenta de una situación que el gobierno no quiere que se mencione demasiado, ya que aquí no puede echar la culpa a los británicos, como hace en Calais, porque aquí los migrantes quedan atrapados en Vintimille porque Francia no garantiza su acogida y, a ese fin, no duda incluso en convertir una parte de su territorio en una zona en que no rige la ley».

La Roya Citoyenne participa de manera habitual en coloquios, universidades de verano, encuentros de solidaridad y jornadas de apoyo a los migrantes como las organizadas esta semana por Etorkinekin. «Para nosotros es esencial acudir a actos como los de esta semana en Euskal Herria, donde podemos explicar que nuestra batalla es primero por que se aplique la ley, y después por cambiar esta política injusta».

Stéphane Salomé

L'Auberge des Migrants

Maite UBIRIA BEAUMONT |

L’Auberge des Migrants trabaja en la zona de Calais desde 2008, donde además de socorrer a personas migrantes, trata de velar por sus derechos fundamentales, lo que se ha convertido en todo un rompecabezas.

GARA habla con Christophe Salomé, miembro de la asociación, en la semana en que se cumple el primer aniversario del cierre de la llamada Jungla, medida decidida por el precedente gobierno socialista.

En cuestión de días, se desmontaron los precarios refugios improvisados por los migrantes que esperaban su paso a Inglaterra y centenares de personas fueron reconducidas en autobuses, en una evacuación forzosa que sólo ha servido para borrar por un tiempo la imagen de la ignominia.

Un año después, las cosas no han cambiado demasiado, no al menos para mejor. «El mayor cambio es que hace un año llegábamos a dar 10.000 menús diarios y ahora repartimos unos 2.500, pero la tendencia marca un aumento sostenido, ya que los migrantes siguen llegando a Calais», explica Salomé.

Medio centenar de voluntarios asumen esta labor de asistencia cotidiana, con el apoyo de otras asociaciones francesas pero también británicas.

El pasado verano enfrentaron una situación crítica, cuando a instancias del nuevo Gobierno francés, se trató literalmente de cerrar el grifo, dejando incluso sin agua a estas personas, por temor a que volvieran a crear un campo más o menos estable en el que aguardar la travesía hacia las costas inglesas.

Christian Salomé no duda en afirmar que «el Gobierno de Macron es mucho más duro en política de migración que incluso el de Hollande, que cerró la Jungla. De hecho, hemos vivido el hecho inaudito de acudir a los tribunales para preservar el derecho a aportar agua y alimento a esas personas».

Contra la imagen de estigmatización que reciben los habitantes de Calais y su zona de influencia, a los que se retrata en tantas ocasiones como refractarios al drama humano que lleva aparejado ese flujo migratorio que no se detiene, Salomé remarca que la solidaridad es patente, «como lo demuestra el hecho de que la propia Alcaldía de Calais se negara a cumplir las prohibiones de asistencia a los migrantes cursadas por el Consejo de Estado». Ello, pese a las presiones de sectores económicos, especialmente permeables al discurso securitario, y de la progresión de la ultraderecha, que inocula sus ideas valiéndose del evidentemente impacto social que genera la presencia constante de centenares de personas sin recurso alguno y una asfixiante presencia policial.

Salomé lleva más de dos décadas viviendo en una zona en la que la migración es sinónimo de sufrimiento humano pero también de fracaso político. «No soy optimista, vivimos una situación que empeora día a día, sin que exista un lugar seguro para aportar ayuda en condiciones, con unos CRS que destruyen todo lo que se aparente a un refugio y que tratan como bestias a seres humanos». Desde el norte francés comparte el diagnóstico que llega desde la vertiente sureña, desde la bautizada como «Roya desobediente».

«Hoy reponer un marco legal que permita a estas personas acceder a derechos básicos es una prioridad mayor –reivindica Salomé– máxime cuando las medidas del estado de urgencia van a tener valor de ley ordinaria, lo que sólo puede ser visto con preocupación por las asociaciones y personas que trabajamos en favor de las personas migrantes».

Sobre su presencia, en el debate organizado ayer en Uztaritze, en el marco de las jornadas de Etorkinekin, cuyos impulsores se autoproclaman «delincuentes de la solidaridad», el representante de L’Auberge des Migrants expresa que «es fundamental establecer marcos en los que fluya libremente la información, en los que se pueda abordar la reflexión, entre otras cosas porque si no se vive en lugares como la Roya o Calais no se puede saber qué es lo que pasa, aunque en el País Vasco entendéis todo esto mejor, porque sabéis bastante bien lo que pasa en territorios con fronteras».

 

Filmak, eztabaidak eta «Die-in» salaketa ekimena Baionan

Etorkin kolektiboak antolatuta, iragan ostegunean hasi ziren migratzaileen egoerari buruzko jardunaldiak eta asteburuan jarraituko dute. Dozena bat eragilez osaturiko kolektiboa 2015eko irailean sortu zen, «neurri batean Calaisen etorkinek pairatzen zuten jazarpenak zerbait egiteko premia agerian utzi zuelako», oroitarazi du Amaia Fontang-ek.

Baionako Giza Eskubideen Ligako partaide Sophie Deprez-ek, bere aldetik, kolektiboak hiru zeregin nagusi dituela azaldu du. «Lehenik eta behin, sentsibilizazio lana egiten dugu gizarteari begira; horretaz gain, eskoletara joaten gara migratzaileen egoeraren inguruan mintzatzera, eta hirugarrenik etorkinen harrera ahal den eta egokiena izan dadin lan egiten dugu, hala nola migratzaileak kalean ez izateko».

LDH elkarteko kideak zehaztu duenez, asilo-eskaera egin duten migratzaileak jasotzeko Estatuak dituen egiturak «eskas dira». Ondorioz, «egoera ilegalean ez diren jendeak, hain zuzen ere asilo eskatzaileak direlako, kalean lo egitera behartuak dira, zentroetan aski lekurik ez dagoelako». Amaia Fontangek gaineratu duenez, udan zehar «plazetan zein herri ekimenetan» ibili dira kolektiboko kideak elkartasun sarea zabaltzeko lanean. Izan ere, udazkenarekin batera bultzada berri bat eman nahi izan diote mugimenduari; «horregatik, elkartasun delitugile gisa agertzeko jardunaldiak antolatu ditugu», nabarmendu du Deprezek.

Ostegunean abiatu zen ekimena, Donapaleun antolaturiko “Non assistance” dokumentalaren inguruko eztabaida batekin. Atzo arratsaldean, berriz, Julie Aufaure Cimade elkarteko kidearekin batera GARAk aurreko lerroetan jaso dituen Roya Citoyenne eta Calais-ko Auberge des Migrants elkarteetako kideen lekukotasunak entzuteko parada ukan zuten Uztaritzeko Lapurdi gelara hurbildu zirenek. Bertan beraien eskualdeetan Frantziak garatzen duen migratzaileen aurkako politikari aurre egiteko ekintzaile horiek egiten duten lana ezagutu zuten. Jardunaldiak gaur amaituko dira Baionan. 11.00etan «Die-in» salaketa ekintza egingo dute Herriko Etxearen aitzinean, eta horren osterako Atalante zineman “Les sauteurs” dokumentala eta bazkari-kontzertua iragarriak dituzte.M.U.