Europa ya tiene la patata caliente catalana sobre la mesa, y en su capital, Bruselas. Se la puso anoche la Audiencia Nacional con una euroorden en la que pide la detención y entrega del president legítimo de Catalunya, Carles Puigdemont, y cuatro de sus consellers. Quiere juzgarlos por un delito de rebelión, difícilmente homologable en el Estado belga y penado en España con hasta 30 años de cárcel.
Esta acción judicial estaba cantada desde los encarcelamientos de la víspera, pero se materializó finalmente con dos detalles a tener en cuenta. El primero es que el auto de Carmen Lamela se esperaba para el jueves, luego se demoró al viernes y ayer se emitió a última hora de la tarde. Ello apunta a que la jueza ha tenido que hilar mucho más fino de lo que acostumbra la Audiencia Nacional, porque un rechazo de la euroorden (hay precedentes, incluso en Euskal Herria) sería un golpe serio para el Estado.
Más probable parece sin embargo, visto la posición imperante en Europa y que no ha cambiado con los encarcelamientos, que Bélgica inicie al menos la tramitación. Para materializarla hay 60 días, en los que ocurrirá un dato que para nada es baladí: las elecciones del 21 de diciembre, para las que faltarán hoy 47 jornadas. Una victoria unionista despejaría la extradición, pero ¿cabe imaginar al Estado belga entregando al español al dirigente de un independentismo que volviera a ganar en las urnas? ¿Y si encima Puigdemont fuera candidato, a lo que abrió la puerta ayer?
Y aquí precisamente viene el segundo dato reseñable; antes de que se emitiera la euroorden, pero con plena constancia de que Madrid le considera un prófugo de la Justicia, Bélgica abrió el plató de su televisión pública francófona a Puigdemont, para entrevistarlo en el informativo nocturno, en el arranque del prime-time.
Allí dijo el president que está dispuesto a ser candidato y animó a la formación de una lista conjunta, que cree que tendría que plantearse no en clave de independencia, sino de pura democracia. «Lo que queremos obtener de España es el reconocimiento, el respeto», defendió.
En paralelo, Bélgica ha enfriado un tanto las prisas de Madrid, reflejadas con el envío a prisión de los consellers apenas 30 horas después de citarles. La euroorden tiene que ser traducida primero a alguna de sus lenguas oficiales, después estudiada por la Fiscalía y más tarde trasladada a un juez de instrucción. Puigdemont y los otros cuatro miembros de su Gabinete tendrán sin duda allí algunas garantías jurídicas arrasadas en Madrid, donde ya habrían pasado dos noches en Estremera y Alcalá-Meco.
Catalunya antirrepresiva
Segundo escenario del día tras Bélgica, la cárcel. El independentismo comenzó esta semana pensando en poder sacar de la prisión ayer viernes a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, y y la acaba con diez presos políticos. Lamela denegó la excarcelación de los líderes de ANC y Òmnium. El movimiento se mentaliza a contrarreloj para afrontar una dura fase de represión, y al mismo tiempo tratar de mantener la iniciativa política, lo que aboca a ganar las elecciones del 21D.
En el primer frente, el antirrepresivo, la actividad se multiplica obligadamente. El día después del hachazo a los cargos institucionales legítimos amaneció con cortes de carretera, «marchas lentas» y protestas estudiantiles, y anocheció con movilizaciones ante todos los ayuntamientos. Lemas antirrepresivos similares a los oídos tantas veces en Euskal Herria toman el relevo al ‘‘Votarem’’ previo al 1-0: ‘‘Presos politics llibertat’’, ‘‘Fora les forces d’ocupació’’, ‘‘No esteu sols’’...
En el Pleno del Ayuntamiento de Barcelona, todo un histórico de CiU como el exalcalde Xavier Trias proclamaba: «Los queremos libres y en casa. Ganaremos su libertad, y con ella la de todos nosotros». Y desde Londres, Pep Guardiola volvía a hablar alto y claro: «Estoy muy preocupado. Si les ha pasado a ellos, nos puede pasar a todos. Solo queríamos votar. Están en la cárcel por un programa electoral aceptado, y da miedo haber retrocedido tanto en el tiempo». Y, con todo, es obligado mirar hacia adelante, añadió el entrenador: «Ojalá el 21D haya unas elecciones limpias y el Parlament vuelva a ser lo que debe ser. Y, sobre todo, que los encarcelados por unas ideas salgan pronto y sus familias dejen de sufrir».
La represión ha sacudido también la fibra emocional del país. A las lágrimas de Marta Rovira ante la Audiencia Nacional se les unieron ayer las de Carme Forcadell, ovacionada por los trabajadores del Parlament al llegar a su sede, y también las desatadas por los mensajes de los familiares de los ocho encarcelados en las redes sociales.
Un último capítulo, muy genuinamente español pero desconocido e indignante para los catalanes, es el intento de humillar a los encarcelados. Se hizo primero con Jordi Sànchez a cuenta de unos cambios de celda y ahora con Oriol Junqueras valiéndose de comentarios vejatorios de unos policías a su llegada a la AN. Puigdemont ya dijo anteayer que «entre barrotes, este Govern es más digno que sus ilusos encarceladores».
Los apuntes del día
MILLO, EL VENTRÍLOCUO DE MADRID
El 155 ha salido del foco informativo, pero se desarrolla en términos bastante ridículos. A las ruedas de prensa en Madrid del portavoz Méndez de Vigo les sigue otra en Barcelona del delegado Enric Milló para detallar los mandatos del Gobierno Rajoy para Catalunya. Le llaman gobernar.
SEMANA DE LA LIBERTAD: PARO Y MARCHA
ANC y Òmnium concretaron su respuesta a los encarcelamientos, con una Semana de la Libertad que tiene dos botes principales: paro general el miércoles 8 (al estilo del del 3-0) y manifestación en Barcelona, finalmente el sábado 11 y no el domingo 12, que esperan iguale a la Diada.
El humor también juega en el pulso
En estos tiempos el humor es una cosa que hay que tomarse muy en serio. Que se lo pregunten al director de ‘‘El Jueves’’, imputado por bromear con que «La continua presencia de antidisturbios acaba con las reservas de cocaína en Catalunya». Una de las respuestas a los encarcelamientos con más eco en este país ha sido la suspensión del capítulo semanal del popularísimo y brillante ‘‘Polònia’’, cuyo principal ingrediente es precisamente la sátira política: el equipo decidió el jueves que «no tenemos ganas de reírnos». Pero más trascendente que todo esto es la difusión dada al tema catalán por el show de Stephen Colbert en la CBS estadounidense, que presume cada noche de dos millones de televidentes. En un monólogo señaló directamente a Rajoy con frases como esta: «Todos sabemos que no hay nada más democrático que encarcelar a todos aquellos que ha elegido la gente». Quizás no sea imputado, pero apuesten por una queja española. Con Madrid, pocas bromas. R.S.