Una red compañera para salir adelante
Es un dolor físico y sicológico el que sufren las mujeres víctimas de violencia machista, que produce muchas heridas. En la piel y con las grietas que deja en sus vidas. Salir adelante requiere esfuerzo y una red que las proteja y acompañe.
El teléfono está disponible durante las 24 horas del día, todos los días del año, y detrás hay todo un equipo de profesionales para atender a las víctimas de la violencia machista. Cuando una mujer decide hacer pública la situación de violencia que sufre, ha dado el primer paso para enfrentar ese infierno, pero por delante le espera un camino difícil en el que sentirse segura y protegida será esencial. De ello se encargan los servicios de atención a la víctima (SAV).
Miren Ortubay, profesora de Derecho Penal de la UPV-EHU, explica a GARA las implicaciones que tiene para las víctimas adentrarse en un proceso jurídico en que muchas veces pueden sentir que la carga de la denuncia recae sobre ellas. «Se sigue incidiendo en la necesidad y conveniencia de que las mujeres denuncien, pero no se garantiza que tengan información suficiente sobre lo que implica para ellas iniciar el proceso penal. Y éste es un camino muy duro para ellas, no sólo porque no se sientan seguras y protegidas, sino sobre todo porque no se sienten escuchadas ni creídas», advierte.
Reconoce que la de la protección a las víctimas es una cuestión complicada sobre la que conviene abrir una reflexión. «Todas las personas somos muy vulnerables frente a quienes hemos dado nuestra confianza. Cuando nos quieren hacer daño, les resulta fácil. Esto es lo que ocurre en la violencia del hombre que ha sido o es la pareja sentimental… En los casos más graves, para protegerse la mujer se ve obligada a perder libertad y derechos –cambiando de lugar de residencia, llevando escoltas...–. Esto es injusto para las mujeres, pero resulta inevitable cuando el riesgo es alto», sostiene.
Explica que la finalidad principal del sistema penal es castigar a quienes han cometido delitos, lo que implica que atención no se centra en la víctima. «En los últimos tiempos se hacen esfuerzos importantes para atender a las necesidades de las víctimas, pero el sistema no está preparado», señala. Y es que, añade, el juzgado es un medio «hostil y poco acogedor», circunstancia que se agrava en los casos en los que el delito afecta de una forma más intensa a la intimidad de la víctima. «El caso de la violación de Pamplona es un caso paradigmático. En general se tiende a no creerles; ni en los juzgados, ni tampoco en la sociedad, que prefiere mirar para otro lado», sostiene.
Creerlas y entenderlas
En la hostilidad de las comisarías y juzgados, el acompañamiento de los sicólogos del SAV es crucial. Juana Azcárate tiene 15 años de experiencia en esta labor desde el Psimae, servicio que trabaja con la oficina de atención a la víctima de Nafarroa, y nos explica que su principal labor es ofrecer a las víctimas una figura de referencia que vaya a estar junto a ella en todo el proceso. Ofrecen tratamiento sicológico y acompañamiento en el proceso jurídico en caso de que haya denuncia. «Muchas víctimas tienen la sensación de que con denunciar un poco ya basta y se guardan episodios que para ellas son más íntimos o violentos. Les da miedo que esa información llegue al agresor. Nosotros estamos ahí para ayudarles y enterarnos de qué está pasando», subraya.
Uno de los puntos más importantes del tratamiento consiste en ofrecerles toda la información sobre el proceso judicial dado que muchas veces se encuentran nerviosas o en estado de shock, por lo que conviene explicar muy bien en qué situación se hallan. También trabajan el posible resultado negativo del proceso, lo que supone un duro golpe que se añade al sufrimiento que trae la víctima. El objetivo es «que la víctima entienda que aunque la justicia le crea, hay veces que no lo puede demostrar y no se va a condenar al agresor. Les explicamos que no es tan importante eso como que ella al poner la denuncia ha conseguido por un lado lado separarse. Por otro lado, es la primera vez que ponen límite a ese agresor».
Se trata de un primer paso, la toma de conciencia y la decisión de poner fin al calvario, pero nada termina ahí. Por delante queda la reconstrucción de toda una vida, muchas veces con menores a cargo y pocos recursos tras una vida personal y laboral anulada por su agresor. La red familiar y social será un actor protagonista en que consiga salir adelante. Y sobre todo, recuerda Azcárate, que se sientan creídas, entendidas y acompañadas.
DEDICAR MÁS RECURSOS Y CONCIENCIAR, TAREAS PENDIENTES
Concienciar a la sociedad, sobre todo a la población más joven donde se detectan conductas preocupantes, y dedicar más recursos a la lucha contra la violencia machista son dos de las prioridades destacadas en este día. Ortubay apunta que las leyes dibujan el marco de protección, pero advierte que tan o más importante que las normas es el presupuesto que se destina a su aplicación. «Lo importante no es sólo reconocer derechos, hay que crear y mantener los recursos de atención a las víctimas, así como los de prevención y sensibilización social».I.O.