Mirari ISASI

Un proceso, no perfecto, que significa el futuro para Kurdistán

Es difícil materializarlo en guerra, pero el proceso de confederalismo democrático puesto en marcha por los kurdos en Rojava, con sus imperfecciones, supone una alternativa y el futuro para Kurdistán. La ofensiva turca en Afrin intenta impedirlo.

Fue precisamente con la guerra en Siria cuando comenzó a ponerse en práctica el sistema de confederalismo democrático en Rojava (Kurdistán Oeste), un proceso nuevo en Oriente Medio y que hasta marzo de 2011 había sido mera teoría, que cuenta con un respaldo casi total en los tres cantones kurdos bajo administración siria, es una alternativa para otras zonas de Kurdistán –ya se está aplicando en Kurdistán Este y Kurdistán Norte, donde el fallido golpe de Estado y el fin del diálogo impidieron profundizar– y significa el futuro para las mujeres. «Si nos dejan», dice Maryam Fathi, periodista y refugiada kurda de Irán.

En una jornada sobre distintas hojas de ruta para la liberación nacional y social de los pueblos, de Komite Internazionalistak, Fathi explicó con detalle en qué consiste este sistema democrático de organización de base y no&bs;-estatal de la sociedad civil fundamentada en las comunas y los consejos, que tiene a las mujeres como vanguardia, plantea una organización económica alternativa y cuenta con sus propias fuerzas de autodefensa. A él se refirió, por primera vez en 2005, el líder kurdo Abdullah Oçalan como una propuesta para una solución de la cuestión kurda y se convirtió en el programa y objetivo de los partidos políticos y colectivos agrupados en la Unión de Comunidades de Kurdistán.

Pero a día de hoy es imposible hablar de Kurdistán y Rojava sin mencionar Afrin, uno de los tres cantones kurdos –junto a Al-Jazira y Kobane– en Siria, escenario desde el pasado 20 de enero de una ofensiva militar aérea y terrestre de Turquía y los rebeldes sirios a los que apoya. Se trata del cantón más aislado, pero era también el más seguro, adonde se habían desplazado casi 300.000 refugiados desde otras zonas de Siria huyendo de la guerra.

«Turquía lleva años soñando con atacar Afrin, porque es el punto más débil de Rojava, al estar geográficamente más aislado al no estar junto a los otros dos», señala Fathi, quien apunta que existía un acuerdo, «traicionado», de que si los kurdos combatían contra el Estado Islámico (ISIS) y ayudaban a recuperar territorio se permitiría la unión de Afrin a los otros dos cantones. Pero Rusia, con presencia militar en Afrin, intentó negociar con los kurdos el mantenimiento de sus soldados en ese territorio a cambio de que estos pasara a manos sirias. «Los kurdos decidieron resistir y no dejar su tierra ni en manos de Turquía ni en manos de Siria», sostiene. Y empezaron los ataques aéreos.

Maryam Fathi denuncia los ataques contra objetivos civiles y zonas densamente pobladas, en concreto contra los campamentos de refugiados, con el pretexto de perseguir a los combatientes de las milicias kurdas de las YPG e YPJ y de querer crear una zona de amortiguación para albergar a los refugiados sirios que residen en Turquía, pero con el objetivo de vaciar Afrin. Unos ataques que también se dirigen contra la presa de Meidanki, a 12 kilómetros de la ciudad de Afrin, cuya rotura anegaría toda la zona y amenazaría la vida de miles de personas.

Pero no responsabiliza sólo a Rusia de haber permitido la ofensiva turca. «Sin el permiso de EEUU, la segunda fuerza de la OTAN no hubiera podido atacar», asegura. «Es un acuerdo entre todos», subraya.

Sostiene que el Estado «fascista» de Turquía quiere provocar otro conflicto en Siria para desviar la atención interna ante los problemas internos de cara a las elecciones del próximo año, pero advierte de que esa estrategia puede favorecer al ISIS, que está muy debilitado desde la liberación de Raqa aunque siga luchando, y esto podría permitirle coger fuerza. «El ISIS no es solo un grupo armado, es una mentalidad, una ideología peligrosa», alerta.

Durante el debate posterior a su intervención, se lanzaron reproches a los kurdos por haber formado parte de la coalición internacional que lidera EEUU contra el ISIS, tener bases de EEUU en su territorio –«los kurdos no podían impedirlo», recuerda– y no haber llegado a un acuerdo con el Gobierno «legítimo» de Siria, al que apoya Rusia. Al respecto, Fathi cuestionó la legitimidad del Ejecutivo de Bashar al-Assad y recordó que en «seis meses de protestas pacíficas antes del inicio de la guerra podía haber hecho muchas cosas para evitar 400.000 muertos, y en los último díez días también».

Afirma que los kurdos no quieren tener que elegir entre Rusia y EEUU, pero asegura que sin el apoyo de la coalición internacional Kobane, por ejemplo, hubiera quedado en manos del ISIS, que en el momento de la ofensiva para recuperar su control el 80% de la ciudad estaba en manos yihadistas. «Necesitamos armas, no se puede combatir al ISIS con flores», responde. Por eso dice no compartir que se califique de «error» la decisión de las milicias kurdo-árabes de las FDS de haber formado parte de la coalición contra el ISIS y haber tomado parte en la liberación de Raqa.

Tampoco admite que se les acuse de actuar como los yihadistas y ocupar los territorios ricos que van liberando, ya que una vez liberados los dejan en manos de equipos comunitarios que se encargarán de la gestión de esa zona, que no siempre son kurdos, porque su organización depende de sus comunidades.

«Es injusto decir que los kurdos están ocupando. No hemos atacado ningún pueblo en la historia. Nuestro único error fue tomar parte, junto a los turcos, en el genocidio armenio. Se pidieron disculpas y trabajamos junto con armenios. Hemos sido víctimas durante décadas, ¿cómo vamos a ocupar y atacar a otros pueblos?», pregunta.