Joseba VIVANCO

Solo la estación de Bermeo se resistió al mercurio bajo cero

Inmersos en una prolongada ola de frío en el norte europeo, con un último precedente en el invierno de 2012, un choque de masas fría y cálida dejó ayer el día más gélido en Euskal Herria, a la espera hoy de una nieve puntual que dará paso a una clara mejoría.

Hace un frío de...», fue sin duda ayer una de las frases más manidas del día, un clásico en este invierno gélido que arrastramos y que al menos disculpa a algunos para no hablar de fútbol ya sea en el bar, el ascensor o la cola del súper. Y si ahí hace un frío de... hay que saber que más hace todavía a la altura de los pies, que para eso son lo primero que se nos queda helado. Así es, desde el suelo a la altura de la cara la diferencia de temperatura oscila entre los 3 y 5 grados, de ahí que por ejemplo, a veces por nuestra boca no salga ese habitual vapor al respirar y sí al pasar al lado un coche que remueve el aire más frío del suelo y lo eleva hasta la nariz. Vapor de la respiración, mucho abrigo, buena calefacción y termómetros ayer por los suelos con mínimas que en Donostia cayeron hasta los -5º en el Observatorio de Igeldo, registros que no se daban desde febrero de 2012. Hasta -9º oficiales se veían en Araba, -7º en el interior de Gipuzkoa o Bizkaia, y desplomes de hasta -11,8º en puntos de Nafarroa como Nabaskoze, en mínimos cercanos a estaciones de montaña como La Molina o Valdezcaray, -10,4 en Erreaga o -7-9 en Eugi. Estanques helados en Iruñea, fuentes congeladas en Bilbo y figuras de hielo retorcidas como si el frío se hubiera disfrazado de forjador de barandillas o soplador de vidrio. Solo la estación de Almike, en Bermeo, resistió cual aldea gala al invasor frío, no bajando de los 0º.

La Escuela Noruega de Meteorología introdujo, en los inicios del siglo XX, los conceptos de ‘frentes de guerra’ como una lucha meteorológica entre las masas de aire que conformaban las borrascas de latitudes medias. Y como si de una nueva entrega del ‘‘Señor de los Anillos’’ se tratara, eso es lo que está sucediendo, especialmente hoy, día en el que si las previsiones se cumplen, buena parte del país amanecerá blanca, incluso en cotas bajas, aunque solo sea un espejismo como el sol ‘engañapastores’ que se cuela en el intermedio de la lluvia. Para esta tarde, las temperaturas inician un proceso de recuperación que irá a más hacia el fin de semana.

El hecho es que el final de este frío febrero coincide con una de esas ‘batallas’ meteorológicas. Las temperaturas se desploman desde hace días en el Centro y Este de Europa por la llegada del ‘expreso siberiano’ o ‘siberiana’ como comúnmente se le conoce a este flujo de aire muy frío y seco proveniente del continente euro-asiático. En concreto, de esa máquina de fabricar hielo que es Siberia y afinando aún más, Yakutia, el corazón de ese frío siberiano, y donde, aunque solo sea por alivio, vive gente. Por fortuna, y a pesar del bajón del mercurio, a la Península le cogerá de refilón, con lo que este ‘estornudo’ que llega pronto pasará a mejor vida al colisionar con otra masa de aire subtropical marítimo que se impondrá a partir de esta tarde.

El «general febrero» del año 56

A primera hora de la tarde de ayer apenas si había registros que superaran los 3º en las estaciones de Euskalmet y en Tutera alcanzaban los 6º en las de Aemet-Navarra. El frío en boca de todos, encogidos, caminando deprisa, sumando días de heladas y sacando brillo al abrigo y prendas de lana... Manos en la taza de café o caldo, nariz roja adornada de moquina, grupos de WhatsApp con imágenes del termómetro del coche que invitan a refugiarse bajo las sábanas, ansiando la llegada de una vez de esa primeras golondrinas que como dijera Resurrección María de Azkue, martxo erdirako, enara etorri eta zozoa akabo. Días de frío, noches de heladas, mercurios desplomados, pero nada comparable al gélido febrero de 1956, ninguno como aquel en el que, para hacernos una idea, se sucedieron tres olas de frío consecutivas que dejaron registros oficiales de -13º en Hondarribia o de -12,1º en Igeldo. Aquel mes la temperatura media en la costa vasca fue negativa, algo que no se ha vuelto a repetir desde entonces y de lo que tampoco se tienen referencias documentadas anteriores. Un dato: en el conocido por muchos vascos circo de Gavarnie, en los Pirineos, se cree factible que llegaron a alcanzarse los -50º.

Mejor ni imaginar con qué imaginación hicieron entonces frente al ‘General Febrero’ del 56. Ayer, tocaba abrigarse ante los -10º con los que despertaron en Agurain suponemos que con un buen fuego bajo en muchos casos; con menos ‘reservas’ para entrar en calor en el barrio de Deustu, que se desayunó con unos imposible de acostumbrarse -1,5º; como esos -3,8 de Zarautz a pie de playa, los ya nada desdeñables -6,8º de Arrasate o los hasta -7,7º marcados por MeteoFrance en Ipar Euskal Herria. En el pueblo más alto de Araba, Iturrieta, a 972 metros, están acostumbrados, como en Yakutia, al perezoso mercurio que en invierno se asoma menos que la marmota esa de Pensilvania. Ayer, marcó la mínima de las estaciones de Euskalmet, con -10,3º. Y le anduvo a la zaga el pueblo, que no barrio, de Gasteiz, Abetxuko, que por mucho que allí llegue el tranvía, sigue estando en las afueras, y de ahí los -7,1º. Como diría aquel histórico hincha del Athletic que en la vieja Catedral se rompía una botella de cristal en la cabeza cuando marcaban los leones, «¡Pa los pollos!».

Frío hasta los tuétanos, molesta rasca que agudizaba la sensación gélida, nieve esta noche, fuertes vientos para hoy... Nada como el calor del hogar o un agradable chapuzón en la Concha, cuyo agua rondaba 10,5º. Vamos, que se estaba mejor dentro, que fuera. Y todo, ayer, en el Día Mundial del Oso Polar...