Joseba VIVANCO

Lo bueno, que pudo ser peor (3-1)

Debacle de los leones ante un Marsella superior todo el partido y a los que un inexistente penalti que anotó Aduriz mantiene vivos.

O.MARSELLA 3

ATHLETIC 1

 

Tanto iba el cántaro a la fuente que al final acabó por romperse. Veremos si del todo, porque el 3-1 para la vuelta no es un marcador imposible, y es que lo único rescatable de la aciaga noche de ayer es que al Athletic le podía perfectamente haber caído la del pulpo. Ni siquiera el estímulo, el comodín de la Europa League parece salvar ya a este equipo inclasificable este curso, que en Marsella dejó peores sensaciones de las que tenía el propio césped del Velodrome. Nada que no se esperara en una temporada aciaga, salpicada de tropiezos y de la que solo queda esperar que acabe sin mayores reveses, eso si este equipo, capaz de todo, no da la sorpresa dentro de una semana en San Mamés. Que nadie le dé por muerto, aunque visto lo visto, este muerto tendrá que estar muy vivo.

Kuko Ziganda no se reservó nada de nada en el Velodrome, salió con todo, con la vieja guardia, siete jugadores en el once inicial con más de 30 años por primera vez en su historia, experiencia sobre el irregular césped marsellés que, sin embargo, se fue por el agujero del inodoro en solo 38 segundos de encuentro, los justos para que en un visto y no visto el Marsella, o mejor dicho, su virtuoso Florian Thauvin, subiera al marcador el primero de los dos goles que Iago iba a encajar antes del primer cuarto de hora. Hasta el día de ayer, los leones solo habían recibido un tanto en los primeros quince minutos en toda la temporada, y de penalti. Anoche, en un arranque que ni el más pesimista hubiese pergeñado, la eliminatoria se ponía más cuesta arriba que las escaleras de Maiona. Los detalles los carga el diablo, se suele decir. Y vaya que sí. El OM suele sacar de centro enviando el balón en largo hacia un córner. Intentó hacerlo, pero el colegiado mandó repetir el saque. Lo hizo en corto y la jugaba posterior, que pasó a poder del Athletic, terminó con un pase de Susaeta atrás que se quedó cortó, vertiginosa tuya y mía con Thauvin protagonista, que sorteando bilbainos cual conos metió un balón de orfebre para que Ocampos cruzara ante Iago, mientras De Marcos se retrataba pidiendo fuera de juego del argentino. La primera en la frente. La segunda estaba al caer.

Replicó bien el Athletic al jarro de agua fría con un par de buenas aproximaciones y control de la pelota, una reacción que casi estuvo Aduriz a punto de culminar pero Mandanda le sacó su disparo. Fue el preludio de un nuevo y veloz ataque local que San José cortocircuitó milagrosamente, pero el inmediato despeje de Etxeita, desde la esquina del área, fue directamente hacia el punto de penalti donde Payet la enganchó y la pelota se coló como un misil imposible para Herrerín. El Athletic, esta vez sí, quedó tan noqueado que el OM estuvo a punto de hacer subir el tercero en los siguientes minutos. Primero, Iago que sacó un mano a mano con Germain, y a renglón seguido, un ‘tocado’ Etxeita por su grave error en el segundo tanto, cedió demasiado corto a su guardameta que tuvo que sacar a los pies de un delantero rival. Cada transición rápida de los franceses era un suplicio para la zaga bilbaina, cada irrupción por banda de los marselleses era una tortura. Los leones evitaron el naufragio y sin apenas reacción llegó esa mano que no fue del defensa Remi sino la que echó el colegiado de fondo, que le marcó penalti al árbitro principal en una disparo de Aduriz que el central desvió con el brazo pegado al cuerpo. El donostiarra no falló desde los once metros y lo que pintaba muy, muy negro, de repente se vio de todos los colores.

Con un muchísimo mejor resultado que juego, el Athletic salió con decisión y otro poso tras el descanso, llevando el partido a un fútbol más trabado, sin dar cuartel a la velocidad de los locales, hasta que, de nuevo, esta vez De Marcos, se retrataba ante la llegada de Ocampos, que remataba un balón desde la banda contraria y Iago no podía retener. Tocados y hundidos. Tres goles del OM, tres goles desde la banda derecha. Y lo peor que a partir del tercero ya no hubo reacción por parte de los bilbainos y ni atisbo de poder hacer daño a la meta de Mandanda. Es más, el juego acabó siendo en una única dirección, la de la meta de Herrerín, que vio incluso cerca el cuarto de la noche. Sobre todo en ese gol cantado que Etxeita salvó en el 83, con el portero de Castro ya batido. En fin.

Impotencia total de un Athletic superado desde el primer segundo de juego y hasta el pitido final, eliminatoria muy cuesta arriba para la vuelta y enésima decepción esta campaña de los rojiblancos, esta vez tanto en el marcador como en el juego. Pocas vueltas más pueden darse. Quizá pararse con el balón en la medular y reflexionar sobre lo mucho y bueno, y tan complicado, que este equipo ha hecho en los últimos años. Repetirlo año a año se antoja imposible. Hoy lo estamos viendo, ayer lo vimos, en un estadio y ante un rival al que ya se eliminó en tiempos mejores. Lo llamativo es que todavía puede hacerse. Todavía puede obrarse el milagro. Es lo único bueno, que pudo ser peor.