Vaya partido en Anfield. Esta ida de semifinales merece ser guardada en el disco duro y revisitada de vez en cuando. Desde antes de saltar ambos equipos al césped, con todo el público cantando a viva voz el «You’ll never walk alone».
Una vez que ha echado a rodar el balón se han sucedido las ocasiones en ambas porterías. La Roma ha estrellado un balón en el larguero en un durísimo disparo de Kolarov, mientras Mané no acertaba en el otro lado del campo.
El Liverpool de Kloop era fiel su estilo vertical, buscando sin descanso la meta rival aún a costa de arriesgar en la zaga. Y tiene a un jugador que marca las diferencias, Salah. Pasada la media hora, el egipcio la ha puesto en la escuadra con el interior de su zurda, y poco antes del descanso ha definido perfecto ante la salida de Alisson (2-0).
El recital del ‘Faraón’, ha seguido en la reanudación, con sendas asistencias a sus dos compañeros de tridente ofensivo, Mané y Firmino, que solo han tenido que empujarla. Firmino ha repetido poco después a la salida de un córner. Era el minuto 70 y en el palco los romanistas Monchi, Totti y Bruno Conti no sabían donde meterse.
El técnico de los reds ha dado descanso a su estrella, su equipo ha visto al oso cazado y es imposible mantener esas pulsaciones tan altas durante 90 minutos. O como ha resumido el usuario @oskarrologia en Twitter, «es lo que tiene el Heavy Metal: no siempre te salen baladas buenas cuando quieres bajar el ritmo». .
El caso es que en la recta final la Roma ha demostrado que no se le puede dar por muerta y ha recortado distancias con goles de Dzeko y Perotti, este último de penalti.
Con un 5-2 cualquiera diría que el Liverpool tiene pie y medio en la final, pero después de ver lo que le pasó al Barça en cuartos en el Olímpico, cualquiera se juega los cuartos a lo loco. La vuelta promete emociones fuertes.