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BAGDAD

Irak se blinda y vota sin la oleada de atentados que anunció el ISIS

En medio de medidas de excepción, la relativa calma en las elecciones de Irak confirma la victoria militar sobre los yihadistas. No obstante, la ira de los votantes contra la corrupción y el sectarismo y la apatía abstencionista de la juventud evidencia el alcance de la crisis de un país que podría alumbrar, a futuro, otros monstruos como el ISIS.

Al menos seis personas murieron ayer, entre ellas dos kamikazes, en emboscadas y atentados en varias provincias del norte de Irak, durante la celebración de las elecciones legislativas en el país, bajo la amenaza del Estado Islámico (ISIS).

Una patrulla de la milicia progubernamental Multitud Popular que vigilaba los comicios en la provincia de Saladino estalló por la explosión de una bomba en la zona de Al Mashik, situada a 50 kilómetros al norte de la ciudad de Tikrit, capital provincial. La emboscada se saldó con la muerte de al menos cuatro milicianos y tres heridos.

Por otro lado, el portavoz de la Policía de la provincia de Diyala (este), el coronel Galib Atia, informó de que varios agentes abortaron un ataque contra un centro electoral en una zona cerca de Yarf al Malh, matando a dos yihadistas del ISIS que llevaban adosados al cuerpo cinturones explosivos.

El comandante de las operaciones especiales de Irak, el general Maan al Sadi, anunció asimismo la desactivación de un artefacto explosivo colocado cerca de un centro electoral en la provincia de Kirkuk, situada en el norte del país.

En Mosul, la segunda ciudad del país, el toque de queda estaba en vigor hasta la medianoche. La capital, Bagdad, parecía desierta por la prohibición de circulación y la Policía bloqueaba las calles de acceso a los colegios electorales.

Amenazas y desafío

Los comicios se celebraron bajo la amenaza del ISIS, que exhortó a los suníes a que «permanezcan alejado» de los centros de votación. El líder del grupo, Abu Hassan al Mojaher, amenazó en una grabación que «todos los que participen en las elecciones, ya sean candidatos o votantes, son infieles y deben morir».

El favorito a revalidar la victoria y primer ministro iraquí, el chií Haidar al Abadi, instó a los ciudadanos a votar y, diferencia de la mayoría de los principales políticos, optó por no votar en el hotel de lujo Al Rashid habilitado en la conocida como Zona Verde y lo hizo en un colegio electoral normal de la capital. «Hoy Irak es fuerte y está unido después de haber acabado con el terrorismo y eso es un logro de todos los iraquíes», añadió, en referencia a la victoria militar tras tres años de guerra contra el ISIS, que fue expulsado todo el vasto territorio bajo su control en el norte y oeste del país, incluida la capital iraquí de su califato, Mosul.

Lo que queda del ISIS se ha diluido entre la población suní o se has refugiado en la porosa y desértica linde con Irán. De ahí que, además de poner en estado de alerta a 900.000 soldados y policías, el Gobierno de Irak decidiera cerrar todas las fronteras y el espacio aéreo.

8.443 colegios que cerraron a las 18:00 (17:00 en Euskal Heria, y cuyo resultado se espera pueda ser anunciado en 24 horas.

Campaña «tranquila»

Contrariamente a las tres elecciones precedentes organizadas después de la desastrosa invasión y ocupación estadounidense de Irak, la campaña electoral ha sido bastante «tranquila»

Signo de que la seguridad no ha empeorado tras la derrota militar del ISIS, según la organización Iraq Body Count, la cifra de víctimas civiles en los cuatro primeros meses ha disminuido en un 73% respecto al mismo período del año anterior. Con todo, el balance arroja las friolera de 1.589 muertos.

Mediada la jornada electoral, el Gobierno levantó el toque de queda y reabrió las fronteras.

 

Indignación apática ante la casta política

De Bagdad a Kirkuk, del oste suní a los confines del sur chií, muchos votantes expresaban su voluntad de castigar a la casta política corrupta y sectaria y a elegir nuevas caras en un paisaje político inveterado en los últimos y largos 15 años..

Esperan, con poca confianza, que esas caras nuevas no se lleven, como hasta ahora, todos los beneficios de un país rico, y no solo en petróleo, y que acaba de recibir la promesa internacional de 30.000 millones de dólares en inversiones que, temen, caigan en las mismas manos.

El problema es que la vieja guardia ya se ha asegurado la reelección al asegurarse los primeros puestos en las listas electorales y como consecuencia de un sistema de reparto comunitario de los cargos entre chiíes, kurdos y suníes.

Así las cosas, se entiende la apatía de la juventud iraquí (el 60% de la población tiene menos de 25 años), azotada por el paro y la desesperación.

No es por tanto extraño que, a media jornada en la populosa Basora (sur) solo hubiera votado el 19% del censo. GARA