Iker BIZKARGUENAGA

El país más laureado tiene igual población que Euskal Herria

Uruguay tiene tres millones y medio de habitantes y 19 títulos internacionales. En Islandia hay 325.000 personas censadas y el sábado se estrena en una Copa del Mundo. En el fútbol el tamaño importa lo justo; al final, al campo salen siempre veintidós jugadores.

Comienza hoy en Rusia un nuevo Mundial y llegan con él las porras, las apuestas y las peleas en el barro entre los entendidos. Es lo que tiene el noble arte de pegar patadas al esférico, que casi todo el mundo sabe más que su vecino.

Pero más allá de filias y fobias, las selecciones favoritas son las de casi siempre: Alemania, a pesar de la maldición que pesa sobre los últimos campeones, que en lo que llevamos de siglo siempre han caído en primera ronda; Brasil, rey de reyes con ganas de revancha tras el 1-7 de 2014 en su casa; Argentina, si consigue armar un equipo que acompañe a Leo Messi; Francia, con Didier Deschamps en el banquillo y el regusto amargo de la Eurocopa que le birlaron los portugueses; y España, si consigue sobreponerse al shock causado por el cese de Lopetegi y el ridículo aparejado. Italia tendría que figurar en esta lista, pero la Azzurra, tetracampeona, no se ha clasificado por primera vez en 60 años y sus seguidores están en pie de guerra. Tampoco participa Holanda, pues a la Naranja Mecánica se la está comiendo la herrumbre desde que Robben falló aquel gol cantado ante Iker Casillas en 2010. Más allá de este grupetto, quizá podría dar la campanada alguna otra selección, como Inglaterra, eterna aspirante y perpetua decepción.

La selección de Euskal Herria, no hay que decirlo, no comparece. Es lo que tiene la falta de oficialidad. De modo que, una vez más, los aficionados y aficionadas vascas tendremos que repartir nuestras simpatías entre otros combinados. Unos cuantos lo harán por la selección española –también por les Bleus, al norte del Bidasoa–, y un buen montón se volcará con cualquiera que no sea la española. Estos probablemente no disfrutarán del campeonato hasta que los de Fernando Hierro muerdan el polvo, cuanto antes mejor. Muchos no olvidan, cómo olvidarlas, aquellas imágenes en las que vehículos de la Guardia Civil recorrieron calles de Donostia con el megáfono a todo trapo felicitándose por su victoria en 2010. Aquel año las camisetas de “La Roja” aparecieron en nuestras calles como champiñones a medida que Iniesta y compañía iban pasando rondas, hasta su éxtasis final. Que esa imagen no se repita será el mayor aliciente para muchos.

Muy buena esencia en frasco pequeño

De lo que no hay duda es de que en muchas cuadrillas volverá a abrirse el debate sobre qué papel desempeñaría una selección vasca en un campeonato mundial, si tendría categoría para competir con tan ilustres escuadras. Hay quien lo pone en duda, argumentando el nivel exhibido por la tricolor en los últimos encuentros, sin tener en cuenta que aquellos eran amistosos navideños, que parte de nuestros mejores jugadores a veces no iban convocados –Xabi Alonso, Javi Martínez, Mikel Arteta, César Azpilikueta, Nacho Monreal...– y que nada tiene que ver un partido en estas condiciones con uno oficial.

Otros apelan al tamaño. ¿Dónde vamos a ir con poco más de tres millones de habitantes contra potencias como las antes mencionadas? Estos escépticos podrían preguntarle a Islandia. Los vikingos, que así se les llama a sus jugadores en un alarde de imaginación, participan este año por primera vez en un Mundial, y lo hacen en representación de un país con 325.000 habitantes, diez veces menos que el nuestro. Podría pensarse que es un golpe de suerte, pero los de Heimir Hallgrimsson también jugaron la Eurocopa de 2016, y llegaron a cuartos de final tras eliminar a Inglaterra. Así que de churro, nada.

Tampoco puede alegarse que los islandeses constituyan una excepción que confirme la regla. Entre los 32 clasificados para este Mundial hay otros países que rondan la población de Euskal Herria. Es el caso, por ejemplo, de Costa Rica, el equipo más en forma de Centroamérica y que compite en la Concacaf, que incluye a las federaciones de América del Norte, América Central, las islas del Caribe, Guyana y Surinám. Con un censo de menos de cinco millones de personas, Los Ticos han participado en cuatro Copas del Mundo, alcanzando hace cuatro años los cuartos de final. Entonces fueron eliminados por Holanda en los penaltis. En octavos habían despachado a Grecia y se despidieron sin haber perdido ningún partido, tras haber ganado a Uruguay (3-1), a Italia (1-0) y empatado con Inglaterra (0-0). Con el portero Keylor Navas como baluarte, fue una de las grandes sorpresas del campeonato, pues quedó primera en el llamado “grupo de la muerte”. Ese mismo año se colocó en el puesto 13 del ranking de la FIFA, casi nada.

¿Qué decir de Panamá? Pues que tiene algo más de cuatro millones de habitantes, que es conocido por su canal y que su principal y casi único exponente en el planeta fútbol es “El Panzer” Rommel Fernández, un fornido delantero fallecido en un trágico accidente de tráfico en 1993 en Albacete, a los 27 años de edad, cuando su popularidad era mayúscula en la república centroamericana. Pues con ese modesto bagaje, Panamá ha conseguido clasificarse para este Mundial tras dejar en el camino a Estados Unidos.

Potencias futbolísticas

No es mucho más grande Croacia, que tiene 4.290.000 habitantes, pero su trayectoria internacional es más exitosa, pese a haber formado su federación hace menos de 30 años, tras independizarse de Yugoslavia y ser admitido en la FIFA y la UEFA en 1992. Los croatas no tardaron en mostrar su potencial, primero en la Eurocopa de 1996 y luego en el Mundial de 1998, donde Davor Suker fue máximo goleador y su equipo llegó a semifinales, quedando eliminada por Francia, la campeona. Además de aquel delantero de zurda exquisita, en ese equipo coincidieron jugadores de calidad excepcional, como Zvonimir Boban, Robert Prosinecki, Robert Jarni o Mario Stanic. Llegaron a ser la tercera mejor selección del planeta en 1999. Desde entonces han participado en cuatro Mundiales, y ahora una nueva generación comandada por grandes peloteros como Ivan Rakitic, Luka Modric o Mario Mandzukic aspira a reverdecer viejos laureles.

Por cierto, en el campeonato que empieza hoy coinciden Croacia y Serbia, dos grandes rivales, aunque en distintos grupos. Serbia, cuya selección es reconocida por la FIFA y la UEFA como descendiente de Yugoslavia, es algo más grande, siete millones de habitantes, pero su trayectoria en las últimas dos décadas es igual de meritoria, con cuatro participaciones mundiales, primero como Serbia y Montenegro, llegando a ocupar el sexto lugar en la nómina internacional, y finalmente como Serbia. También ha dejado un ramillete de jugadores estupendos, como Dragan Stojkovic, Sinisa Mihajlovic, Pedrag Mijatovic, Dejan Savicevic o Savo Milosevic.

Y dejamos para el final de la lista a Uruguay, que merece capítulo aparte. La república sudamericana tiene prácticamente la misma población que Euskal Herria, no llega a tres millones y medio de personas. Pero pocas federaciones pueden alardear de un currículum como el suyo. Se ha clasificado para trece ediciones de la Copa del Mundo, de las que ha ganado dos, las de 1930 y 1950 –el “Maracanazo” frente a Brasil es parte de la historia del fútbol– y ha alcanzado tres semifinales, la última vez en 2010. Actualmente, la uruguaya es la novena selección en la clasificación histórica y, de hecho, es la más laureada del fútbol mundial, con diecinueve títulos oficiales, incluyendo quince Copas de América, siendo el país que más veces ha ganado el título continental. Con Luis Suárez, Edinson Cavani, Diego Godín y compañía, los charrúas son candidatos a estar arriba.

Otros precedentes históricos

Islandia, Costa Rica, Panamá, Croacia y Uruguay son países pequeños, y también lo son otros que han participado en Copas del Mundo en anteriores ediciones. Como Eslovaquia (tiene cinco millones de habitantes), que se clasificó para el campeonato de 2010, donde llegó a octavos de final tras vencer y eliminar nada menos que a Italia.

Más pequeño todavía es Eslovenia, otro de los países salidos de la antigua Yugoslavia y que tiene una población de poco más de dos millones de personas, lo que no le ha impedido lograr clasificarse para dos Copas del Mundo en este siglo XXI, los de 2002 y 2010.

La República de Irlanda, con cuatro millones y medio de personas censadas cuenta con tres participaciones en un Mundial, alcanzando los cuartos en Italia 90. ¿Quién no recuerda al legendario Pat Bonner, portero también del Celtic de Glasgow? Antes, la victoria irlandesa contra Inglaterra en la Eurocopa de 1988, con gol de Ray Houghton, todavía se celebra en los pubs de toda la isla. Porque esa es otra; no sólo el equipo de la República ha jugado Mundiales, también lo ha hecho la selección de Irlanda del Norte (1.800.000 habitantes), que está reconocida por la FIFA. Ha jugado en otras tres ocasiones, llegando a cuartos de final en 1958. Hace dos años disputó la Eurocopa, cayendo en octavos ante Gales. Una selección única en una Irlanda unida es el anhelo indisimulado de gran parte de los aficionados irlandeses.

Con estos precedentes y el nivel internacional acreditado por muchos jugadores vascos a lo largo de la historia, desde Zarra, Panizo o Gainza hasta Asier Illarramendi o Kepa Arrizabalaga, pasando por Arconada, López Ufarte, Goikoetxea –cualquiera de los dos, Andoni o Jon Andoni, pero no Sergio, el gran arquero argentino– Didier Deschamps, Bixente Lizarazu, Bakero o Julen Guerrero, ¿quién puede argumentar que Euskal Herria no podría jugar un Mundial? Visto lo visto, podría jugar y quién sabe si podría ganarlo.

El problema nunca ha sido la calidad de nuestros jugadores ni el tamaño de nuestro país sino, más bien, la talla de sus dirigentes.

 

si ser pequeño no limita, ser enorme no garantiza nada

Si ser un país pequeño no es un obstáculo para conformar un equipo competitivo de fútbol, ser grande no es garantía de poder hacerlo. De hecho, los países más poblados del planeta están lejos de figurar entre los punteros. China, India, Estados Unidos e Indonesia encabezan la lista de los más habitados y todos ellos muestran un nivel tirando a discreto.

China, con casi 1.400 millones de personas, sólo ha sido capaz de disputar un Mundial, en 2002, y quedó en penúltimo lugar. En su descargo puede decirse que ha llegado a dos finales de la Copa de Asia, en 1984 y 2004. En los últimos años su liga está siendo destino de un número creciente de futbolistas europeos y americanos, pero su selección sigue sin carburar.

Peor le han ido las cosas a India, que se clasificó en 1950 porque el resto de equipos asiáticos se retiró, pero que no llegó a disputar el Mundial por el coste que suponía. Desde entonces, poco más se ha sabido. El criquet es el deporte rey.

El fútbol (soccer le llaman allí) tampoco está entre las principales pasiones de los estadounidenses, donde béisbol, fútbol americano, baloncesto y hockey sobre hielo lo acaparan casi todo. Pese a ello, han disputado hasta diez Mundiales, quedando terceros en 1930. El torneo de 1994 lo organizaron ellos –también serán sede en 2026 junto a México y Canadá–, cayendo ante Brasil en octavos de final, igual que en 2010 y 2014. No han logrado clasificarse para Rusia 2018, rompiendo así una racha de siete Mundiales consecutivos.

Indonesia tiene el honor de ser el primer país de Asia en participar en una Copa del Mundo, en 1938. Pero han pasado ochenta años y su palmarés no se ha movido. Su entrenador actual, el aragonés Luis Milla, tiene bastante trabajo si quiere que su equipo regrese a ese escaparate que durante todo un mes paraliza medio mundo.I.B.