Dabid LAZKANOITURBURU
DONOSTIA
Entrevue
KARLOS ZURUTUZA
COLABORADOR DE GARA

Karlos Zurutuza: «El plan de crear campos de internamiento en el sur de Libia es totalmente absurdo»

Asiduo colaborador de estas páginas, Karlos Zurutuza acaba de publicar el que debería ser libro de cabecera para los dirigentes de la UE reunidos en la cumbre y para quien quiera entender el drama de los migrantes refugiados y de Libia. Desde una perspectiva, la suya, anclada en el humanismo y en dar la voz a los olvidados. Sin complejos ni a prioris.

Karlos Zurutuza (Donostia, 1971) acaba de publicar “Tierra Adentro, vida y muerte en la ruta libia hacia Europa” (Libros del K.O.), libro-crónica sobre el drama de los refugiados en Libia.

¿La actual crisis humanitaria es una crónica anunciada?

No es nada nuevo. Que se cierren los puertos en Italia es la constatación de que había un plan que empezó en 2016 con una campaña de desprestigio de la flota de rescate de las ONGs que acabó en detenciones, barcos requisados.... Pero que estemos ante el colofón de un procreso no evita que sea una sorpresa, porque no pensaba que fueran a llegar hasta ese punto.

El ministro de Interior italiano, Salvini, visita Libia, gobernada por tres ejecutivos, 140 tribus y 2.000 milicias para exhortarles a que los guardacostas libios hagan lo que tan bien hacía Gadafi, frenar el éxodo a Europa. ¿Cómo lo hace?

Los guardacostas libios son un contingente surgido de una flota libia supuestamente entrenada por la operación conjunta «Sofía» de la UE. Sabemos que entre esos supuestos guardacostas hay gente involucrada en el tráfico de personas. Pero la gran diferencia es que ya no hay un Gadafi en Libia, como sí hay un Erdogan en Turquía, con el que puedes acordar a base de talonario o de lo que sea. Lo que vimos el otro día con Salvini fue una foto de cara a la galería italiana

La UE debate crear «plataformas de desembarco» en Libia, Argelia, Túnez... Más allá de (i)legalidades internacionales y humanitarias, ¿es factible en un Estado fallido como Libia?

El que conoce un poco de Libia sabe que ese plan de campos de internamiento en el sur del país es lo más absurdo del mundo. Europa quiere dar una imagen de legalidad posando con el Gobierno reconocido por la ONU (GNA), un ejecutivo que, además de no contar con el refrendo de los libios, apenas controla nada fuera del centro de Trípoli.

Lleva viajando todos los años a Libia desde 2011 y conoce como pocos su situación política. ¿Cuál es su diagnóstico?

Es el día de la marmota, una partida en tablas. Y las potencias que intentan meter mano están descubriendo que sus parámetros, que pueden funcionar en un Irak donde la diferencia es sectaria, no sirven en un paradigma tribal tan complejo como el libio. Son equilibrios de fuerzas totalmente ajenas. Lo que se prueba en Libia es la política de ensayo y error hasta que en alguna de esas la balanza se decline por una de las partes. Y, mientras tanto, el factor saudí salafista está comprando a los tres gobiernos en liza.

Una de las dos partes en que está dividido el libro está dedicada al drama del trayecto por tierra de los refugiados hasta llegar a Libia. ¿Estamos ante la tragedia olvidada?

Sin duda. No sabemos cuántos mueren en el mar, pero menos aún los que mueren en el desierto, en mitad de la nada. Los migrantes lo atraviesan atados en esos camiones, porque si se caen no paran y el trayecto está lleno de cadáveres al sol. Y una vez atravesado el Sáhara está el sur de Libia, tierra sin ley donde se enfrentan tubus, tuaregs, ISIS y milicias leales a Gadafi, y mafias de tráfico de todo tipo, donde ningún líder político o tribal se atreve a pasar una noche.

Luego los migrantes se distribuyen al norte, donde cada ciudad es un estado. Y su tragedia es que, a diferencia de los libios, los refugiados no tienen una milicia que les respalde.

¿Y la población libia?

Se les ha acusado de cometer todo tipo de tropelías, que existen, como en los CIES. Y hemos olvidado que es un país en una posguerra muy dolorosa, sumido en una crisis brutal, y tiene que asumir un éxodo de proporciones bíblicas con un millón de refugiados. Es como si en la Euskal Herria del 39 tuviéramos que atender a 500.000 personas. Conviene ese ejercicio de aritmética y empatía y recordar que ahora los libios también están saltando a esas pateras.

¿Hay solución para Libia, para África, para el drama de los que intentan llegar a Europa? ¿Todo es parte del mismo fracaso?

El fracaso es evidente. Libia es el embudo de África, que escupe a todos sus náufragos a Europa. La solución sería, en todo caso, a muy largo plazo. Estabilizar esos países, ofrecer posibilidades a sus gentes. No sé si habrá solución pero lo que tengo claro es que nosotros no la veremos.