Maite UBIRIA BEAUMONT
BAIONA

La reapertura de Saint-Esprit obliga a compartir acera a peatones y bicicletas

Habrá más espacio para el paso de peatones y ciclistas, aunque el tráfico rodado seguirá siendo predominante en el puente de Saint-Esprit de Baiona, reabierto ayer tras diez meses de obras. Con el debate sobre «convivencia entre formas de movilidad» en que ha derivado la demanda inicial de peatonalización aún sin resolver, durante este fin de semana se han sucedido actividades para celebrar «el abrazo» entre el popular barrio baionarra y el centro de ciudad.

Las obras para lavar la cara y devolver al puente de Saint-Esprit la estabilidad necesaria comenzaron en setiembre del año pasado y concluyeron en la fecha prevista, el pasado viernes.

Tras un fin de semana de celebraciones, primero a cargo de los escolares y el domingo con los fuegos artificiales como plato fuerte, el puente se abrió a la circulación ayer, poco antes de las 8.00, con unos automovilistas que esperaron ansiosos a que las autoridades locales y departamentales concluyeran la ceremonia de reinauguración.

Algunos de esos conductores no dudaban en relatar a los periodistas el «largo calvario» que ha supuesto para ellos esa obra, que les ha obligado a optar por itinerarios más largos para ganar la otra orilla por el puente Grenet, conocido popularmente como «el puente rojo». Ello sin olvidar los habituales atascos.

Desde que se cerrara este puente que data de 1848 se han sucedido las iniciativas para replantear los usos de una arteria que enlaza dos espacios claves de la ciudad. De la demanda inicial de una peatonalización total del puente, grupos como L'Arbre à signes, AVAP, Bizi !, CADE, Les Mères Poules, Saint-Esprit sur le Pont y Txirrind'ola han evolucionado hacia una alternativa de «convivencia» entre medios de desplazamiento. Ello ha dado paso a propuestas distintas, entre ellas la de cerrar el puente a los coches en festivos y fin de semana o la de reducir a 20 km./hora la velocidad permitida, de cara a aminorar el impacto de los vehículos y a sembrar nuevos hábitos en la ciudadanía. De momento, la imagen del puente renovado dejaba ayer una incógnita: la de la convivencia de un dúo que no siempre concilia bien. Sin marcado alguno para cada cual, peatones y ciclistas deberán compartir, hasta nueva orden, las ampliadas aceras. Ello motivó ayer mismo la primera protesta, con «operación caracol» incluida, a cargo de los usuarios de las dos ruedas.

Vía para autobuses

Completado el grueso de la obra, que ha costado 4,8 millones, la calzada central del puente se ha reducido en 70 centímetros hasta totalizar 9,50, mientras que los ciclistas y peatones dispondrán de 30 cm. suplementarios a cada lado, ya que las aceras ocuparán una anchura total de 3 metros.

Los autobuses tendrán prioridad, y gracias a una señalización en el suelo podrán realizar los trayectos con mayor agilidad. Ello a la espera de que el estreno del Tram'bus, 100% eléctrico, permita descongestionar de malos humos la capital labortana gracias a un servicio cuya primera línea, la que enlazará Baiona Norte y centro de Biarritz, debe ver la luz en 2019.