De Ondarroa, a los «diablos rojos»
Tras la Eurocopa de 2016, la Federación belga confió la responsabilidad de dirigir a su selección al entrenador catalán Robert Martínez. El de Balaguer decidió rodearse de un mito como Thierry Henry y de un hombre de su máxima confianza como el vizcaíno Iñaki Bergara.
El tropiezo ante Gales en la competición continental supuso la destitución de Marc Wilmots y trajo como consecuencia la llamada a Robert Martínez y la de este a Iñaki Bergara, que ya le ha acompañado antes en sus experiencias al frente de Swansea, Wigan y Everton, acumulando un total de 12 años de trabajo en común. En sus manos, la labor de conectar con uno de los mejores guardametas del mundo como Thibaut Courtois.
Nacido el 26 de enero de 1962 en Ondarroa, un municipio con una enorme tradición bajo los palos. Un puesto diferente, que exige un carácter distinto. Acostumbrados a la soledad, como los arrantzales que pasan meses en la mar o como las mujeres que sacaban adelante las familias y el municipio con sus maridos ausentes. Una larga lista que abarca a nombres tan ilustres como los de José Antonio Aramayo, Peio Agirreoa, el propio Iñaki Bergara, Oinatz Aulestia, Eñaut Zubikarai o Kepa Arrizabalaga. Además, de la vecina Berriatua, procede Xabi Irureta. Es tal el impacto, que a finales del pasado año, el Ayuntamiento de la localidad impulsó una beca para documentar, analizar y explicar las trayectorias de los cancerberos naturales de Ondarroa.
Bergara formó parte de la cantera del Athletic, llegando a ser internacional con la selección española en categorías inferiores, para después pasar al Deportivo Alavés. Destacó en el conjunto babazorro, coincidiendo con un joven Edu Estibariz, Carlos Martínez –que posteriormente ficharía por la Real– o Sabin Bilbao. Su suplente fue el zaldibartarra Juan Miguel Garitaonandia, meta fichado por los leones como posible sustituto de Iribar, pero que no llegó a debutar de forma oficial con el primer equipo.
Debut en Primera con el Murcia
Tras sobresalir en Mendizorrotza, Bergara firmó por un equipo de Primera, el Murcia. Corría el verano de 1986 y su estreno se produjo frente al Real Madrid en la primera jornada del Campeonato de Liga, un choque en el que tuvo que entrar a última hora por la expulsión de Amador. En total, disputó 12 partidos, incluyendo un doble enfrentamiento con la Real y una visita al Camp Nou. La siguiente campaña, su concurso se redujo a seis partidos, aunque tuvo la posibilidad de jugar frente a Osasuna en El Sadar y de defender la portería pimentonera ante el Athletic. Fueron las primeras jornadas de la Liga, pasando el resto del curso en blanco. En su última temporada en Murcia, el equipo perdió la categoría y Bergara apenas jugó un partido. Fue ante el Espanyol de Clemente, un técnico clave en su posterior trayectoria como entrenador de porteros.
En 1989 le llegó una de las grandes oportunidades de su vida al fichar por la Real Sociedad, ya que el conjunto txuri-urdin necesitaba un portero para competir con José Luis González, el meta destinado a sustituir al mítico Luis Arconada. En dos cursos con la Real, el de Ondarroa apenas tuvo minutos. Dos apariciones, una por temporada, frente a Atlético de Madrid y Osasuna. Buscando nuevos horizontes, firmó por el Logroñés, un conjunto que también se había reforzado con otro guardameta vasco. Un joven de Asteasu que respondía al nombre de Julen Lopetegi, cuyas actuaciones le otorgaron la titularidad.
Así, en un equipo con amplia presencia vasca, en su primera temporada en Las Gaunas, Bergara apenas disputó cinco encuentros. Lopetegi se hizo un hueco en las convocatorias de Clemente en la selección española y el papel del ondarroarra fue residual. Tuvo que esperar a la salida del de Asteasu para contar con minutos. Eso sí, la titularidad le llegó en una campaña nefasta para el Logroñés. En la temporada 1994-1995, los riojanos perdieron la categoría e Iñaki Bergara disputó un total de 19 partidos. Fue un curso marcado por los malos resultados, las tensiones internas y en su caso personal, por una grave lesión.
A finales de 2005, fue reclutado por Javier Clemente en su tercera etapa como entrenador del Athletic. El de Barakaldo confió en Bergara como preparador de porteros, realizando una gran labor con Iñaki Lafuente y Dani Aranzubia. Dos años después, de la mano de Robert Martínez, se incorporó al staff técnico del Swansea galés, equipo con el que consiguieron el ascenso a la Premier. Y de allí, a Wigan, una pequeña ciudad al noroeste de Inglaterra, a apenas media hora de Manchester. En 2012, coincidiendo con el histórico partido de Europa League entre el Manchester United y el Athletic, muchos fueron los aficionados rojiblancos que se sorprendieron al ver una ikurriña en un balcón de las calles de Manchester, era el do-micilio de Iñaki Bergara. Un año después, el ondarroarra viviría sensaciones contrapuestas, la gloria al ganar la FA Cup por primera vez en la historia del Wigan y la tristeza de perder la categoría.
Salto a Inglaterra con el Everton
Sin embargo, para entonces, Robert Martínez ya contaba con un importante prestigio en la Premier, lo que le llevó a firmar por el Everton. Una aventura en la que también le acompañó Bergara. Después de tres años en Goodison Park, el técnico catalán fue requerido por la Federación belga.
El de Balaguer está al mando de un grupo humano de 34 personas, entre las que se incluyen profesionales que abarcan el deporte, la medicina y la comunicación. Un equipo formado por especialistas en distintas materias, entre los que también se encuentran dos entrenadores de porteros. El propio Bergara y Erwin Lemmens, antiguo meta del Racing de Santander.
Entre ambos se encargan de preparar y poner a punto a los tres guardametas del equipo, Thibaut Courtois, Simon Mignolet y Koen Casteels. Más aún, en un torneo en el que cualquier detalle puede marcar la diferencia. Frente a Japón, el saque con las manos de Courtois fue determinante para armar el contragolpe que propició el definitivo gol de Chadli. Un trabajo que permite soñar a los diablos rojos belgas. Entre los mismos, un ondarroarra que desde la distancia no pierde de vista a su convecino Kepa Arrizabalaga, el principal encargado de seguir extendiendo la leyenda de los porteros de la localidad en la élite.