GARA
BILBO

Urzay rehace su obra «El vientre del observador» del Bellas Artes

El artista bilbaino Darío Urzay ha aprovechado la propuesta del Museo de Bellas Artes de la capital vizcaina de restaurar su obra «El vientre del observador», realizada para el centro en 2001 y deteriorada por el paso del tiempo, para rehacerla completamente.

La pieza original, dividida en dos partes, la subtitulada “Umbral de atención”, formada por cinco paneles medianos pintados en óleo y resina y papel fotográfico sobre madera, y “Afterimages”, conformada por cinco coloridos paneles de gran tamaño impresos digitalmente con coloridas formas sobre material traslúcido a modo del negativo fotográfico de la primera, presentaba deterioro en la intensidad de los colores aplicados por Urzay en 2001 por efecto de la luz natural que recibía en su emplazamiento, a escasos centímetros de la fachada de cristal de la parte nueva del museo que da a la plaza del monumento a Arriaga.

Urzay concibió esta obra para colocarla en ese lugar específico del museo ya que la luz natural que recibía jugaba un papel esencial en la contemplación de la obra, según recordaba ayer el artista en la presentación a los medios del resultado de su restauración.

Al observar este deterioro, la jefa del Departamento de Conservación del Museo, María José Ruiz-Ozaita, se puso en contacto con el artista hace un año y juntos decidieron realizar una intervención sobre la obra, realizada por Urzay por encargo del museo para la exposición “Gaur, Hemen, Orain”, que dedicó en 2001 al arte contemporáneo vasco, del que el artista vizcaino es uno de sus principales referentes.

En la reedición de la obra, especialmente de la parte subtitulada “Afterimages”, la que presentaba un mayor deterioro en la intensidad de sus colores por la fragilidad del material con el que estaba realizada, se ha conservado la idea original de Urzay, pero se ha cambiado tanto el número de paneles que la conformaban, pasando de cinco a cuatro, como el soporte de la pieza, una tela textil ahora, y se han utilizado las últimas tecnologías de impresión del dibujo y los colores lo que ha permitido lograr la máxima calidad de impresión posible en la actualidad.

También se ha modificado la iluminación de la obra, pasando de ser la luz natural a una retroiluminación por lámparas led instaladas dentro de las cajas que soportan los paneles textiles, con lo que se ha mejorado el efecto traslúcido que Urzay deseaba dar a su obra y su mejor visibilidad por la noche desde el exterior del museo.

El último cambio sufrido por la obra en el proceso de renovación ha sido el de su emplazamiento, ya que si antes estaba ubicada entre las columnas de hierro del edificio moderno que sustentan la fachada acristalada que asoma a la Plaza del Monumento a Arriaga, lo que permitía que la luz natural las bañase por completo, ahora se ha retrasado unos metros hasta pegarla a la pared. Urzay apuntó que en 2001 eligió un emplazamiento «muy difícil» para presentar una obra «por el poco espacio que hay para verla, encajonada entre la fachada del edificio y un pasillo, con una cristalera de cristales tintados; en fin, todo un reto plantear algo para este lugar y entonces pensé que tenía que hacer una obra que fuese para recorrerla», resumió.

El artista reconoció que, con el paso del tiempo «y por las limitaciones técnicas que había hace 17 años con la impresión digital, el color se lo fue comiendo poco a poco la luz, algo que, para mí era precioso porque esta obra, en el fondo habla de la luz, de una especie de revelado de las fotos antiguas que es metafórico puesto que no se ha logrado en un cuarto oscuro».

Urzay admitió que accedió a renovar la obra ante la «insistencia» de la conservadora jefa del museo y se mostró contento con el resultado final.