La primera testigo del día de hoy ha sido una trabajadora de la DYA. Según ha declarado, esa noche recibieron una llamada a través del 112 de que había una pelea en la calle María Díaz de Haro. Para cuando llegaron, había «mucha gente», no vieron ningún altercado y nadie reclamó su asistencia. Dieron una vuelta y se quedaron por la zona hasta que recibieron una llamada de la Ertzaintza diciendo que había un herido en la plaza. Cuando llegaron, atendieron a Cabacas en el lugar y lo trasladaron al hospital de Basurto. No recuerda ver «ni a la Policía disparando ni a gente tirar objetos».
El segundo testigo vio lo sucedido desde un piso enfrente, donde tenía visión solo a la parte delantera de la plaza. Este testigo, que no pudo ver todo lo que ocurrió, observó «a un agente disparar recto detrás de una furgoneta». Del mismo modo, ha declarado que no detectó «ni encapuchados, ni gente tirando objetos”.
Otra testigo que estaba en casa de su madre en aquel momento y tenía visión completa de la plaza ha manifestado que el ambiente era festivo y no vio «ninguna pelea» hasta que escucharon unos disparos. Según ha relatado, se asomó a la ventana y fue testigo de «una estampida de gente intentando escapar del lugar». Tal y como ha relatado, «unas cuatro personas que se encontraban en la parte delantera de la plaza estaban tirando botellines de cristal» a la Ertzaintza «pero no piedras o adoquines». Estas personas «fueron desapareciendo». «Estaba aterrada por lo que estaba viendo, los ertzainas en vez de ir a por esos cuatro estaban disparando a todos los lados», ha confesado. Había gente que «estaba pidiendo calma», pero los agentes de la Ertzaintza «respondían de forma violenta».
La cuarta testigo estaba en casa de la anterior cuando ocurrió todo, por lo que su declaración sobre lo que sucedió ha sido muy parecida. Según ha recordado, oyó disparos, se asomó a la ventana y observó «a la mayoría de las personas escapando por detrás del callejón o refugiándose en las paredes», «había poca gente lanzando objetos».
El siguiente en declarar, por vídeoconferencia, ha sido un general de la Guardia Civil que remitió al juzgado un manual, que no redactó él, sobre instrucciones para el empleo de material antidisturbios por parte de sus agentes.
Una de las camareras del bar Kirruli, que estaba trabajando en aquel momento, ha declarado que no vio «ningún altercado» hasta que escuchó los disparos. No recuerda que nadie tirase objetos, ni tampoco oyó que la Ertzaintza avisase antes de cargar. Cuando empezaron a disparar, «todo el mundo corría histérica, hubo un ataque de pánico», ha recordado. Muchas personas se escondieron dentro del bar. Cuando la situación se había calmado algo, ella salió del bar y vio a Iñigo Cabacas tirado en el suelo, se acercó y un ertzaina la echó para atrás «de forma violenta». Al ver a un agente sin verduguillo, se dirigió a él, este le dijo que se llamaba Juanjo, y que sus compañeros estaban «muy calientes».