Tras una semana de frenética negociación con Bruselas para salvar escollos de última hora, una cumbre europea extraordinaria –amenazada por Madrid–, que validó el texto y una enésima comparecencia ante unos diputados británicos mayoritariamente hostiles, May emprendió ayer una gira por el país en un intento desesperado de ganarse a la opinión pública y de que los parlamentarios –incluidos los de su propio partido– ratifiquen el acuerdo en la votación del 11 de diciembre.

Por si tuviera pocos problemas, se topó con otro más. El presidente de EEUU, Donald Trump, que ya ha defendido la necesidad de un Brexit duro, se sumó a los detractores del acuerdo negociado por May con sus socios europeos.

«Este parece ser un acuerdo muy bueno para la UE. Debemos considerar seriamente si al Reino Unido se le permite comerciar o no. Si se mira el acuerdo, puede que no se les permita comerciar con nosotros y eso no sería bueno», afirmó Trump.

«No creo que quieran eso en absoluto», añadió el presidente, que aseguró que «sería un aspecto muy negativo del acuerdo» y dijo tener la esperanza de que May «pueda hacer algo al respecto». Downing Street respondió a Trump que Londres tendrá libertad para negociar sus propios acuerdos comerciales con otros países gracias a «una política comercial independiente» tras el Brexit. «Ya hemos puesto las bases de un acuerdo ambicioso con EEUU», aseguró un portavoz de May.

Aún así, las declaraciones del presidente estadounidense hacían caer la divisa británica.

Los partidarios del Brexit no solo reclaman el control de sus políticas migratorias, dejar de contribuir al presupuesto europeo y no estar sometidos a la Corte Europea de justicia: aspiran ante todo a negociar ambiciosos tratados comerciales con otros países, empezando por Estados Unidos.

El acuerdo de salida de Reino Unido prevé un periodo de transición de 21 meses tras el Brexit, que podría ser prolongado hasta finales de 2022, durante el cual las relaciones entre ambas partes seguirán siendo las mismas, y si a su término no han logrado cerrar un tratado de libre comercio, Reino Unido permanecerá en una unión aduanera con Europa.

Gales, Escocia e Irlanda

El escepticismo es general en Reino Unido: sumándose a los defensores de un Brexit duro, que estiman que se han hecho demasiadas concesiones, los partidarios de permanecer en la UE consideran que dañará a la economía.

May eligió como puntos de partida de su campaña Gales y el norte de Irlanda, donde el Partido Democrático Unionista (DUP), del que depende para gobernar en minoría, ya ha anunciado que rechazará el acuerdo en el Parlamento.

«Si este pacto no sale adelante, lo que veremos será una vuelta a la incertidumbre y la división», volvió a advertir la premier en Belfast durante un encuentro con líderes empresariales, comunitarios y estudiantiles. Por su parte, la líder del DUP, Arlene Foster, calificó la visita de May como un ejercicio de «propaganda» y la acusó de rendirse ante el objetivo de renegociar con Bruselas un acuerdo más beneficioso para todo el Reino Unido.

May continuará hoy su periplo en Escocia, gobernada por el Partido Nacionalista Escocés (SNP), que ya ha adelantado que votará en contra del pacto por el daño que hará a la economía.

Mayk oztopo gutxi ez eta, trump agertu

Theresa May lehen ministro britainiarrari, etsi-etsian Brexitaren hitzarmenaren aldeko babesaren bila dabilen unean, beste oztopo bat sortu zaio. Donald Trump AEBetako presidenteak Mayk horrenbeste nekez negoziatu duen hitzarmena gaitzetsi du. Trumpen arabera, Europarako ona bada ere, kaltegarria izan daiteke AEBen eta Erresuma Batuaren arteko merkataritzarako. Eta Mayk hori konpontzeko «zerbait egitea» espero du. Lehen ministroa Gales, Irlandan eta Eskozian hasi zen atzo hitzarmenaren aldeko kanpaina egiten.