Imanol CARRILLO

Exigencia bajo el agua y con los pies en el suelo

El oficio de socorrista ha trascendido su labor, la de ayudar al resto de personas; y ahora también se ha convertido en deporte. Y además profesional. Hace pocas semanas, Adelaida (Australia) acogió el Mundial de Salvamento y Socorrismo, en el que ha tomado parte el donostiarra Eduardo Blasco.

El 70% de la superficie de la Tierra está cubierta de agua, de la cual solo el 0,025% es apta para el consumo. Sin esta sustancia sería imposible que la humanidad viviese; sin embargo, se calcula que en el mundo mueren cada año por ahogamiento 360.000 personas. Para que este tipo de muertes disminuya, se utilizan varias alternativas; las más conocidas no son otras que la labor de los socorristas en las piscinas o playas, solo por mencionar una parte de esas soluciones.

El oficio de socorrista ha trascendido su labor, la de ayudar al resto de personas; y ahora también se ha convertido en deporte. Y además profesional. Hace pocas semanas, Adelaida (Australia) acogió el Mundial de Salvamento y Socorrismo, en el que ha tomado parte el donostiarra Eduardo Blasco. Un octavo puesto se ha traído bajo el brazo el nadador de 24 años, que es profesional desde los 18. En la final de 50 metros arrastre de maniquí un descuido le alejó de las medallas cuando iba primero. Además, logró otros dos octavos puestos en relevos: en el de 4x50 metros combinado así como en el de tubo con rescate junto a Gonzalo Mateo, Andrey Maese y Francisco Javier Catalá, y una decimoprimera plaza en el relevo 4x25 remolque maniquí junto a Carlos Alonso, Andrey Maese y Jorge Ortega.

A pesar de ese sabor agridulce, el nadador le pone un ‘8’ a su Mundial. «Haber participado en la final y haber registrado el segundo mejor tiempo del mundo es un orgullo. Faltó la guinda, pero habrá más oportunidades, soy muy joven para ese nivel aún». De hecho, más allá del resultado, destaca que «la verdad es que he sumado mucha experiencia con este viaje, a nivel competitivo y a nivel personal, he podido estar al mejor nivel en la cuna del Salvamento y he conocido un nuevo país y una cultura diferente».

El haberse medido con los mejores del mundo también le ayuda. «El nivel ha sido el mejor, multitud de nadadores olímpicos, de países punteros en la natación como Australia, Nueva Zelanda o Francia, los mejores profesionales del Salvamento de las armadas alemana e italiana y en general un nivel medio mucho más elevado de lo habitual», subraya el guipuzcoano a GARA una vez despojado el jet lag del cuerpo.

La de Australia ha sido su quinta final internacional en Salvamento –dos Europeos, dos Mundiales y unos World Games–, y lo ha completado en un país que «es otro mundo. «Allí la tradición deportiva es muy distinta. Mientras que aquí predominan el fútbol y el baloncesto, allí los estadios se llenan para ver rugby o críquet. El Salvamento es una religión para los nadadores allí, no hay palabras para compararlo con lo que es aquí», relata estupefacto el donostiarra.

Además de poder visitar lugares interesantes, ver koalas o canguros en la reserva natural fuera de la competición, Blasco se queda con haber podido entablar «una mayor relación personal con algunos de mis rivales. He visto que son humanos y que todos sentimos las mismas sensaciones. La verdad es que he ganado en confianza tras este campeonato», destaca. Y, de paso, «un viaje más a la mochila», añade el nadador.

Un inicio curioso y un palmarés envidiable

La historia de sus inicios es curiosa. Nacido en Donostia, fue criado en Fuerteventura (Islas Canarias) y descubrió su pasión por el agua en Gijón (Asturias). «Yo soy vasco, antes que nada, siempre fue así. Mis padres se marcharon a Canarias siendo yo pequeño, cuando volví a Euskadi me interesé por el Derecho (por inspiración traída por mi aitona Carlos Blasco de Imaz) y por el mar. Eso me llevó a estudiar en Donostia pero también a formarme en Jovellanos (Gijón), de ahí que en otros lugares me guarden cariño, como yo lo guardo de ellos, pero mi tierra es Euskadi», explica Eduardo Blasco.

Y no le ha ido nada mal. Su palmarés marea: 19 oros, 6 platas y 6 bronces en los Campeonatos estatales absolutos; 7 bronces, una plata, 21 récords de España y otro récord World Game en campeonatos internacionales; o un tercer puesto en el Campeonato Europeo de Salvamento y Socorrismo de Gales 2015 y un quinto en el de los Países Bajos 2016, entre otros numerosos trofeos.

Para Blasco, todos estos logros suponen «poder vivir como nadador, poder viajar y poder aprender». Pero va más allá: «En el palmarés no vienen las derrotas, que también son numerosas. Yo aprendo de todo, eso me está haciendo crecer como persona. Los títulos solo reflejan los buenos momentos deportivos», explica con los pies en el suelo. Y con la cabeza bien amueblada, ya que es consciente del esfuerzo que está realizando, sobre todo este año en el que, además del Mundial de Salvamento y Socorrismo, también ha competido en el de Natación con Aletas de Belgrado en julio. El donostiarra, que llegaba a esa cita tras la Copa de Europa de Salvamento y Socorrismo, no pudo pasar a la final en ninguna de las dos pruebas en las que participaba. «Había gente muy buena, mucho nadador olímpico y cualquier error se paga», relataba el propio nadador tras esa experiencia.

En unas declaraciones suyas antes del Mundial de Australia se podía leer que «este año está siendo muy intenso y quizás me he pasado compitiendo. A partir de ahora intentaré ser más selectivo. Los médicos me han aconsejado que pare un poco, que descanse y que en septiembre vuelva a los entrenamientos porque si no, puede que no llegue y yo quiero llegar como sea».

«descanso» no está en su diccionario

Y Eduardo Blasco lo corrobora en este periódico. «Así es, es mi quinto Mundial con 24 año. El cuerpo me está avisando desde hace un par de temporadas. Este año trataré de elegir mejor mis objetivos, buscar los mejores destinos para presentar mis pruebas y tratar de acudir con garantías a los campeonatos internacionales, ya sea representando a Euskadi o al Estado», explica.

Sin embargo, la palabra descanso no parece estar en el diccionario de este nadador. A la competición en natación con Aletas como en Salvamento y Socorrismo –está considerado como deportista de alto nivel en ambas modalidades–, ha añadido un aliciente más a su exigente rutina. Recientemente ha fichado con el club Biarritz Souvetage Cotier para tratar de ganar también el campeonato estatal de Francia. «Allí el Salvamento y Socorrismo es mucho más conocido que aquí. Tiene mucha más visibilidad y es muy motivante competir con gente de mayor nivel», señalaba antes de partir a la concentración con la selección española para partir después al Mundial de Australia.

Y tras la vuelta de las antípodas, él lo sigue teniendo claro. «Siempre busco nuevos estímulos. Considero que gran parte de la culpa de mi nivel la tienen las aventuras que he iniciado. Me gustaría conocer mejor Francia, llevando la ikurriña en mi gorro y tratando de obtener algunas victorias allí. Sé es que es difícil, pero no sería yo si no tratase de hacer cosas de este tipo», se sincera.

Lo que también tiene claro es que quiere seguir practicando las dos modalidades, Aletas como Salvamento y Socorrismo. «Miraré el calendario de ambas disciplinas, en el caso del salvamento tanto en España como en Francia, y después elegiré las que más me convengan. Quiero seguir compitiendo pero compitiendo bien», finaliza Eduardo Blasco.

 

«trabajo duro para que estos deportes sean más visibles en Euskadi»

A pesar de los numerosos logros obtenidos por Eduardo Blasco a lo largo de su corta trayectoria, no todo es oro en estos deportes del agua. Si bien es cierto que el donostiarra se dedica plenamente a ello –«por suerte el deporte me permite vivir», afirma el guipuzcoano–, él tiene claro que «llevo tiempo pensando que mi capacidad vale para más que ganar carreras. Quizás compagine mi actividad como nadador profesional con un trabajo complementario, es posible que a finales de la próxima campaña. No por necesidad económica, pero sí mental».

Y lo cierto es que «el Salvamento está estancado, a la manera del béisbol en América o el Sumo en Japón», subraya Blasco tras su regreso de un país como Australia donde este deporte «es una religión». «La natación con aletas será olímpica, quizás eso haga que mejore su salud, pero en ambos casos son deportes con gran influencia en países concretos. Hay que recordar que el surf no es disciplina olímpica y nadie dudaría de su potencia. Creo que el hecho de ser profesional en estos deportes me hace diferente, trabajo duro para que sean más visibles en Euskadi», concluye el nadador profesional. I.C.