Ingo Niebel

Un año decisivo para la Gran Coalición de Merkel y su partido

Para Angela Merkel termina un annus horribilis que le llevó a dejar la presidencia de su Unión Demócrata Cristiana (CDU) y que hizo resurgir a su rival interno Friedrich Merz. 2019 pondrá a prueba tanto a la jefa de Gobierno como a su sucesora frente al partido, ya que su socio socialdemócrata podría ser el primero en dejar la Gran Coalición en verano.

La fecha clave para la política interior alemana será el 26 de mayo de 2019. Ese día será el «superdomingo electoral» por los comicios europeos que se celebrarán a nivel nacional, más las elecciones regionales en la ciudad estado de Bremen y las municipales en 10 de los 16 estados federales alemanes.

Ese día se verá por primera vez si la CDU y su recién elegida presidenta, Annegret Kramp-Karrenbauer, apodada AKK por su partido, habrán logrado parar la caída por debajo del 30% de los votos regresando al entorno del 40%. Las fuertes pérdidas electorales que la CDU ha sufrido a nivel regional más dos crisis de gobierno en lo que va de año hicieron que la canciller alemana, Angela Merkel, dejara la presidencia.

A su sucesora le quedan seis meses para hacerlo mejor el 26-M. Ese día se decidirá también si habrá acertado eligiendo al joven Paul Ziemiak, que anteriormente lideró a la organización juvenil, como su secretario general.

Al nuevo dúo de la CDU no le faltan rivales internos ya que Kramp-Karrenbauer solo se impuso por pocos votos a su competidor, el banquero de inversión Friedrich Merz. A este último sus seguidores le están buscando un camino para volver a la política después de que en 2002 Merkel le quitase la presidencia del grupo parlamentario.

Entonces Merz abandonó la política incorporándose a la empresa financiera estadounidense BlackRock. A sus simpatizantes les gustaría que entrase en el gabinete de Merkel. Sin embargo, el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, aclaró hace unos días, según el diario “Die Welt”, que «la canciller federal no tiene planeado ningún cambio de gobierno».

Su rotativo hermano, el sensacionalista “Bild”, especuló si Merz podría reaparecer en la vida política siendo ministro a nivel regional, preferiblemente en Baden Württemberg.

Ahí contaría con el amplío respaldo de su mentor, el actual presidente del Parlamento alemán, Wolfgang Schäuble, aunque en el land su CDU es solo socio minoritario en un bipartito con los Verdes ecologistas.

De todos modos tarde o temprano habrá cambios en el Ejecutivo de Merkel. Primero porque su ministro de Justicia, Katarina Barley, liderará el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en las elecciones europeas. Segundo, su ministra de Defensa, Ursula von der Leyen (CDU), lidia con un grave problema que ha surgido de los contratos multimillonarios con consultores externos que deberían haberla ayudado en modernizar a las Fuerzas Armadas.

No obstante, la Bundeswehr sigue hallándose en un pobre estado operativo. El otro ministro que actualmente recibe críticas es el de Economía, Peter Altmaier (CDU). El político, considerado como un hombre de confianza de Merkel, acaba de enfrentarse a la influyente Federación de la Industria Alemana (BDI).

El presidente de la BDI, Reinhold von Eben-Worlée, dijo entre otras cosas en una entrevista al semanario “Der Spiegel” que «lo que está ocurriendo en la política energética no tiene nada que ver con la economía de mercado», sino más bien con «situaciones de economía planificada».

El ataque se explica también porque Merz cuenta con el apoyo de sectores de la industria y economía alemana y porque, recientemente, fueron los jefes de las casas automovilísticas alemanas, no Altmaier, los que se reunieron con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca para evitar que su política arancelaria afectase a su negocio en el mercadoestadounidense.

En el debate sobre cambios en el gabinete aparece también AKK, que no es ni ministra ni diputada del Bundestag. Hay voces en su partido que quieren verla más más conectada con la labor ejecutiva. De hecho, Merkel depende de Kramp-Karrenbauer desde que ha perdido el control sobre el partido y el grupo parlamentario.

Otro factor exterior que influirá en su trabajo es el SPD. Según los últimos sondeos, el partido de Andrea Nahles solo es la cuarta fuerza política por detrás de la CDU, Verdes y la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD). Si esta situación no cambia a mejor el 26-M, el ala izquierdista podría provocar la salida de la tercera Gran Coalición que está liquidando al SPD.

Para la AfD será decisivo confirmar si podrá consolidarse también a nivel municipal y si AKK le quitará votantes o no.

Los dos grandes desafíos internacionales para la canciller Merkel serán el Brexit –y sobre todo si este se producirá sin acuerdo con Londres– además de la política exterior de Estados Unidos. La decisión del presidente Donald Trump de retirar sus tropas por completo de Siria y parcialmente de Afganistán ha pillado por sorpresa al Gobierno de Berlín.

Entre el Ministerio de Exterior y el de Defensa se cuestionan si aún tiene sentido la operación militar en Afganistán sin la presencia militar de EEUU.

Aunque muchos evocan sustituir la OTAN por la organización militar de la UE, este proyecto no le será posible a Berlín si no puede contar con París.

Dada la debilidad del presidente francés, Emmanuel Macron, por la protestas de los «chalecos amarillos», la política europea se halla paralizada. Otro reto más que Merkel tendrá que superar en 2019.