El inicio del debate de investidura del nuevo presidente andaluz, que será elegido hoy, estuvo marcado por la protesta en el exterior del Parlamento andaluz de más de 3.000 personas, mayoritariamente mujeres. Estaba convocada por 45 colectivos feministas bajo el lema ‘‘Ni un paso atrás en igualdad y diversidad. Nuestros derecho no se negocian’’.
Desde Vox se recurrió a la habitual analogía vasca para tildar el acto de «kale borroka». La líder andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, le replicó que se «lave la boca» para hablar del movimiento feminista porque ha logrado «legar derechos y libertades» a nuestros hijos e hijas que «les harán más felices».
Entre las consignas que se escucharon en la concentración destacaban «No estamos exagerando, nos están asesinando», «Somos el grito de las que ya no están», «Franco no ha muerto, está en el Parlamento», «Sevilla será la tumba del fascismo» o «Fuera fascistas de nuestro parlamento». Consejeras del Gobierno en funciones de Susana Díaz y el portavoz parlamentario de Adelante Andalucía (lista de Podemos) se sumaron a la convocatoria, que se desarrolló ante un fuerte contingente policial.
La ultraderecha, satisfecha
En el interior, la triple alianza de las derechas españolas se mostró muy consolidada. Dos detalles significativos: en su discurso, el candidato a la Presidencia Juanma Moreno (PP) hizo bromas con los «cordones sanitarios» que se le reclaman frente a la ultraderecha, y tras escuchar su discurso el líder de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, no tuvo empacho en reconocer que «nos ha gustado la letra y la música».
Ciudadanos se tienta algo más la ropa a la hora de reflejar la connivencia con Vox, pero Moreno, que sabe que necesita hoy su voto, fue pródigo en guiños a los ultras. Aunque las cuestiones más sensibles fueron abordadas con eufemismos como «hay que mejorar las leyes contra la violencia de género», «haremos de la familia el eje vertebrador de nuestras políticas» o «impulsaremos un cambio cultural».
Mientras tanto Ciudadanos como Vox mostraban su satisfacción con el esbozo de programa del que hoy será presidente, el PSOE echó mano del manual habitual en estos casos, para calificar la intervención de «floja» y con «carencia terrible de ideas». Su portavoz parlamentario, Mario Jiménez, consideró que Moreno «intenta contentar a dos socios con los que ha intentado pactar un acuerdo de Gobierno cuya materialización ahora es imposible». Le pareció «llamativo» que no hubiera menciones a las mujeres víctimas de violencia machista ni a «los colectivos preocupados con el programa político negociado con la ultraderecha».
Marlaska defiende a Vox
En Madrid, el ministro del Interior del Gobierno del PSOE, Fernando Grande-Marlaska, preguntado sobre la situación creada en Sevilla, intentó adoptar una posición equidistante: «No entiendo una sociedad donde se pueda materializar la diferencia en términos de violencia. También las agresiones verbales y el discurso del odio», dijo en alusión no a los planteamientos de Vox sino a las protestas contra algunos de sus actos.
Se han producido especialmente en Barcelona, donde por ejemplo el sábado unas 400 personas convocadas por los CDR arrojaron huevos y otros objetos en un acto de Vox y el orador se fue escoltado por los Mossos.